El evangelio ha de ser siempre un impacto de vida que nos haga salirnos de nosotros mismos y nuestros apegos y rutinas para vivir intensamente la novedad de vida que nos ofrece
Génesis 21,5.8-20; Salmo 33; Mateo 8,28-34
¿Cómo nos enfrentamos a las situaciones difíciles, o al mal con que nos topamos diariamente en la vida? ¿Nos damos por derrotados viendo la inmensidad a la que tenemos que enfrentarnos, o nos vamos ingeniando, o buscando ayuda, o dejando que otros también puedan iluminar nuestra mente para afrontarlo y para buscar cómo salir cómo vencer en aquella situación en que nos encontramos? Algunos sintiéndose derrotados se resignan y hasta ese sentimiento queremos darle un valor cristiano, o se dan a la huida, o rechazan todo lo bueno que se les pueda ofrecer.
Como cristianos amantes de la vida, como creyentes en Jesús que nos ha dicho que Él ha vencido al mundo, aunque nos pueda parecer derrotado en una muerte de cruz, ¿qué es lo que tenemos que hacer? El evangelio siempre es un camino o nos abre caminos, nos da pautas o se convierte en una luz que guía nuestra vida.
Hoy nos encontramos con una situación que desde una lectura un tanto superficial nos pueda parecer paradójica. Jesús se acerca a una región que no es totalmente judía, la región de los gerasenos y allí se va a encontrar con una situación, que en principio vamos a llamar difícil. Dos hombres poseídos por el espíritu del mal tienen aterrorizados a todos los habitantes. Pero a la llegada de Jesús, estos hombres poseídos por el mal se acercan a Jesús. Pareciera una actitud de rechazo, porque sienten que en Jesús llega la verdadera liberación.
Podríamos decir que hay un diálogo y un acuerdo final. Jesús libera a aquellos hombres de su mal, aunque sus espíritus vayan a poseer a una piara de cerdos que está osando por los derredores y que se arrojarán al lago pereciendo todos con escándalo para quienes los cuidaban que se ven desposeídos, por así decirlo, de sus ganancias. Pero aquellos hombres están liberados de su mal. Más tarde se dirá que quieren seguir a Jesús pero Jesús les conmina para que vayan a dar testimonio ante sus vecinos de lo que Dios ha hecho con ellos. Aunque habían estado poseídos por el mal, habían buscado a Jesús, es una primera conclusión.
Pero ahora las gentes del pueblo, a pesar de haber visto liberados del tormento de aquellos endemoniados, vienen a pedirle a Jesús que se marche a otros lugares. ¿Qué había pasado? Sus intereses se habían puesto en entredicho con la presencia de Jesús. En aquellos cerdos estaban sus ganancias que ahora perdían. ¿Y si fueran muchas más las cosas de sus intereses que se pusieran en entredicho por la presencia de Jesús entre ellos? Algunas cosas tendrían que cambiar en sus vidas, pero parece ser que ellos se encontraban bien como estaban, Jesús era para ellos una molestia.
¿También nos dejaremos arrastrar por unos intereses, que pueden ser de muchas clases ciertamente y eso nos motivará a rechazar una nueva forma de vivir? Nos olvidamos muchas veces de la verdadera liberación que con Jesús vamos a encontrar y preferimos seguir con nuestras ataduras, nuestras viejas costumbres que no queremos renovar, con nuestras rutinas que nos llevan a una vida cómoda y sin esfuerzo de las que no queremos arrancarnos; y ponemos nuestras excusas, es que siempre se ha hecho así, es que a estas alturas de mi vida cómo voy a cambiar, es que es lo que hace todo el mundo y le va bien, y seguimos con una letanía interminable de excusas, pero no queremos el cambio, no buscamos lo nuevo, no nos dejamos transformar por lo que nos dice el evangelio.
¿También queremos huir, irnos a otra parte, encerrarnos en nuestro castillo, hacernos los oídos sordos?
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