Seguir
a Jesús algo más que buena voluntad, una búsqueda de compensaciones, o unos
compromisos con condiciones
Génesis, 18, 16-33; Salmo 102; Mateo, 8,
18-22
Hemos oído muchas veces aquello de
nadar y guardar la ropa; es una imagen que solemos emplear para manifestarnos
algo que si no imposible sí que resulta bien difícil, porque mientras nadamos
nos despojamos de la ropa, que se queda abandonada en la orilla a merced de
quien quiere adueñarse de ella; pero sin embargo queremos expresar actitudes de
cierta doblez con las que actuamos muchas veces en la vida, aparentamos una
lealtad que luego interiormente no tenemos, queremos contentar algunas cosas
como para prevenir y salvarnos luego cuando las cosas se vuelvan en contra,
porque siempre tenemos algo de lo que agarrarnos.
Ya decimos que el juego de la política
es ese en cierto modo, porque para sacar nuestros proyectos adelante tenemos
que negociar con quien sea para cediendo en algunas cosas poder conseguir
aquello que aspiramos; lo que nos sucede con frecuencia es que ese juego se
vuelve sucio, muchas veces injusto, y donde se oculta mucho la identidad de lo
que realmente nosotros queremos. Así andamos en muchas cosas de la vida con
politiqueos.
Pero hay cosas que son mucho más serias
y que realmente nos piden una autenticidad verdadera y una congruencia entre
palabras y acciones. Nuestro camino de seguimiento de Jesús no puede andar con
esos politiqueos. Ya veremos que muchas veces Jesús nos pide radicalidad hasta
el punto de que nos arranquemos un ojo o una mano si nos hacen pecar.
En el caso del evangelio de hoy se
trata del seguimiento de Jesús, de lo que podíamos llamar vocación a la vida
cristiana en todas sus consecuencias. La Palabra que va anunciando Jesús llama
la atención y entusiasma a las gentes; ‘nadie ha hablado como El’, se
dicen las gentes, ‘habla con autoridad’, lo que da una garantía de
veracidad; pero además sus palabras van acompañadas de numerosos signos, como
cumplimiento de lo anunciado por los profetas y que Jesús recordó en la sinagoga
de Nazaret. ‘los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados…’ Eso
hará que muchos quieran seguirlo, o aquellos a los que Jesús va llamando desde
esos signos que va realizando quieran en verdad seguirle, aunque muchas veces
se sientan inseguros y pongan por así decirlo sus condiciones.
Uno se ofrece a seguirle a donde quiera
que vaya con todo el impulso y vehemencia de su buena voluntad. Pero Jesús lo
hace pensar, le hace ver que hay unas exigencias, que va a haber un nuevo
estilo de vida, que seguirle a El no es para conseguir unos beneficios o
privilegios. ‘Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el
Hijo del Hombre no tiene donde reclinar su cabeza’, le dice Jesús.
¿Estaremos dispuestos a esa
disponibilidad total? ¿Estaremos a hacernos pobres así, a vivir con esa pobreza
de no tener ni siquiera un techo donde cobijarnos cuando llegue la noche?
¿Seguiremos aun hoy en el siglo XXI buscando esos privilegios, esos puestos de
honor, esa placa de reconocimiento porque
un día hicimos una cosa buena y trabajos quizás en la Iglesia?
A otro es al que Jesús directamente le
invita a seguirle. Parece que al hombre le agrada, le parece bien y estaría
dispuesto, pero está pidiendo que le den un tiempo, que tiene que hacer unas
cosas en la familia, que tiene que atender porque se le ha muerto un familiar.
‘Tú sígueme y deja que los muertos entierren a los muertos’, le dice
Jesús.
Queremos la luz, pero aún queremos
permanecer en las sombras un ratito más por si acaso luego fuera demasiado el calor.
Y nuestros arreglos siguen retrasando nuestros pasos, porque tenemos que
dejarlo todo atado y bien atado. Y los apegos de los que tenemos que
arrancarnos nos duelen, el cambiar nuestras costumbres nos parece imposible y
decimos que tenemos que darle tiempo al tiempo, las rutinas van ralentizando
nuestros pasos que no nos dejan actuar con la autentica libertad que en Jesús
vamos a encontrar. Y tenemos que dejar las cosas bien arregladas en casa, por
si acaso no resulte y tener donde volver a refugiarnos. ¿Nos seguirán
sucediendo cosas así también hoy?
‘Tú, sígueme’, nos está diciendo
Jesús. ¿Qué haremos? ¿También queremos nadar y guardar la ropa?
No hay comentarios:
Publicar un comentario