Vistas de página en total

lunes, 28 de julio de 2025

Aunque parezcamos insignificantes seamos sembradores de buena semilla sin ningún tipo de complejo, que algún día germinará y producirá sus frutos

 


Aunque parezcamos insignificantes seamos sembradores de buena semilla sin ningún tipo de complejo, que algún día germinará y producirá sus frutos

Éxodo 32, 15-24.30-34; Sal. 105; Mateo, 13, 31-35

Total, ¿quien soy yo entre tantos? Ni me van a tener en cuenta porque en verdad soy poquita cosa, hay quien tiene más influencia, quien tiene más capacidad que yo, quien está mejor preparado y sabrá mejor que yo cómo actuar o qué decir. En nombre de una humildad mal entendida quizás muchas veces podamos haber dicho algo semejante, nos callamos porque pensamos que nuestra opinión ni vale ni importa a nadie, nos ponemos a la sombra para que incluso ni se note nuestra presencia. ¿Está bien actuar así?

Nos justificamos de nuestros silencios, aunque en el fondo nosotros teníamos una opinión que no nos sentíamos capaces de manifestar; nos parece que son las luces grandes las que de verdad iluminan, o que son los que hacen cosas extraordinarias los que van a relucir en la vida y podrán darle a la vida y al mundo algo que merezca la pena. ¿Será así cómo tenemos que pensar?

Hoy nos está diciendo Jesús que lo pequeño sí vale, sí es importante, sí hay que tenerlo en cuenta. Una semilla habitualmente no suele tener gran tamaño en comparación con el tamaño de la planta que germina o de la cantidad de frutos que luego pueda darnos. Jesús nos ha hablado estos días del sembrador que sale a esparcir sus semillas, pequeñas e insignificantes, pero que pueden producir como nos dice en una parábola hasta el ciento por uno.

Hoy nos habla de la mostaza, pequeña e insignificante, pero que puede hacer brotar una planta que dentro de las hortalizas puede tener un considerable tamaño; como nos dice hasta los pájaros pueden venir a anidar entre sus ramas. Pero nos habla también de la levadura, un puñado apenas que sin embargo hará fermentar la masa, con todo lo que eso significa para el buen pan que podemos luego comer. A los oyentes de Jesús en aquel momento les era bien significativo lo de la levadura, pues en determinados momentos como en la pascua habían de comer el pan sin levadura, sin el buen sabor que le da la levadura, en recuerdo de cuando vivían en la pobreza de la esclavitud y ni levadura tenían.

Jesús nos está haciendo valorar lo pequeño; pero es que tenemos que decir algo más, Jesús nos está haciendo que sepamos valorarnos nosotros también, aunque nos consideremos pequeños e insignificantes. Nuestras palabras valen tanto como las de los demás, nuestros pequeños gestos de amor son importantes en medio de la sequedad de nuestro mundo que se hace insolidario y está tan lleno de cosas que tienen sabor amargo.

Es muy válida e importante esa palabra que puedes decir y que puede ser un paño que seque muchas lágrimas a tu alrededor; es muy importante ese gesto de amabilidad que vas a tener con aquel con quien te cruzas por la calle, esos buenos días con buen semblante con que saludas al barrendero, porque le puedes hacerle sentirse valorado y respetado como el que más. Jesús nos dirá que no se quedará sin recompensa un vaso de agua dado en su nombre. Cuánta sed puede calmar en corazones atormentados y llenos de amargura ese gesto sencillo de detenerse junto a alguien para preguntarle simplemente cómo está.

Jesús nos está diciendo cómo tenemos que ser esa levadura en medio de la masa; cuanto podemos hacer con nuestra cercanía y nuestra preocupación por los demás; qué riqueza estamos trasmitiendo y compartiendo con los demás cuando somos capaces de decir una palabra que sea estimulo reiniciar un camino; cuánta paz podemos transmitir con una palabra llena de serenidad en medio de la violencia que nos aturde o incluso somos capaces de dar un abrazo de perdón.

Seamos sembradores de semillas de bondad, seamos generosos en repartir alegría y poner esperanza en los corazones, seamos capaces de trasmitir sin complejo los mejores pensamientos que surgen dentro de nosotros. Estaremos en verdad sembrando el Reino de Dios, algún día esa semilla germinará y producirá su fruto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario