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lunes, 19 de mayo de 2025

Sentirnos amados de Dios, es sentirnos llenos de Dios, como si nos sintiéramos hundidos en el manantial de su amor, porque Dios llega a habitar en nosotros

Sentirnos amados de Dios, es sentirnos llenos de Dios, como si nos sintiéramos hundidos en el manantial de su amor, porque Dios llega a habitar en nosotros

Hechos 14, 5-18; Salmo 113;  Juan 14, 21-26

Sabemos que en la vida hemos de saber mantener unas buenas relaciones con los que caminan a nuestro lado basadas en el respeto mutuo y también en la buena colaboración porque en fin de cuentas sabemos que compartimos un mismo mundo, necesitamos relacionarnos los unos con los otros y lograr una cierta armonía nos hace las cosas más fáciles y agradables. Sin embargo no siempre es fácil, decir respeto por respeto parece no suficiente, mantener unas distancias entrelazadas con unas cercanías que nos hagan las cosas fáciles no siempre parece que sea posible, porque fácilmente afloran desde nuestro interior nuestras propias ambiciones e intereses que si nos parece que son mermados ya nos sentimos incómodos. Algo tiene que haber distinto que le pueda dar otro sabor y otro color.

Lo sabemos, pero no siempre sabemos llevarlo a cabo, por esas debilidades que afloran, por esos intereses individualistas que salen a superficie, por ese amor propio en que nos parece que si damos estamos perdiendo. Sabemos, sí, que solo el amor es el que hará posible que nos sintamos felices, que hagamos ese mundo agradable para todos, que hará posible un verdadero enriquecimiento interior que nunca hará mermar la felicidad de los demás. Pero nos cuesta entender, nos cuesta realizarlo.

Es lo que Jesús nos está planteando en el evangelio. Es la buena noticia que nos quiere dar, pero la buena noticia viene de Dios, hace referencia a Dios y de ella tenemos luego que sacar nuestras conclusiones. La buena noticia de Jesús que llamamos la Buena Noticia del Reino de Dios es decirnos que Dios nos ama. Esa es la maravilla que no podemos olvidar. Esa es la maravilla que va a mover nuestra vida. Esa es la maravilla que nos va a poner en un nuevo camino, el camino del amor. Sintiéndonos así amados por Dios, y cómo se manifiesta eso en Jesús, nuestro camino no puede ser otro que el del amor.

Nos costará, porque como decíamos antes nos aparecerán muchas sombras en nuestra vida que nos hacen el camino oscuro, que nos impiden encontrar ese brillo del amor, que nos encierran en nosotros mismos, en nuestras individualidades, en nuestros orgullos, en nuestro amor propio y comenzaremos a restar, comenzaremos a poner limites a nuestra generosidad y a nuestra entrega, comenzaremos a hacer distinciones y discriminaciones, no llegaremos a vivir con intensidad el amor que Jesús nos propone.

Por eso tenemos que saber escuchar a Jesús, plantar de verdad su palabra en nuestro corazón, dejarnos envolver por su mandamiento y comenzar a amar con su mismo amor. Cuando lo probamos, lo saboreamos; cuando comenzamos a intentarlo veremos que eso nos llena de dicha; cuando comenzamos a ser fieles en ese amor sentiremos dentro de nosotros algo que no podemos explicar, es que estamos sintiendo a Dios en nosotros. Es lo que nos está diciendo hoy en el evangelio. ‘El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama será amado mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él’. Fijémonos qué hermoso, qué regalo estamos recibiendo de Dios, ‘al que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a El’.

Pero no se queda ahí, porque sentirnos amados de Dios, es sentirnos llenos de Dios, como si nos sintiéramos hundidos en ese manantial de su amor. ‘El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él’. Nos convertiremos en morada de Dios. ¿No comenzará entonces a ser nuestra vida distinta?

Ya no es solo el respeto o la colaboración; ahora es la comunión, porque amar es entrar en comunión, es sentirnos uno con aquel a quien amamos, como nos sentimos unos con Dios cuando nos dejamos envolver por su amor. Seguiremos siendo débiles, seguirán aflorando en nosotros todas aquellas sombras de las que antes hablábamos, pero ahora tenemos una luz nueva, nos sentimos fortalecidos en el amor, una nueva esperanza renace en nuestro corazón de que es posible hacer un mundo nuevo y mejor, una paz indescriptible llenará nuestro espíritu.


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