Vistas de página en total

jueves, 24 de abril de 2025

No dejemos que se enfríe el fuego de la Pascua, sigamos dejándonos encontrar y enseñar por Cristo resucitado para que con nuestro testimonio hagamos lío en medio del mundo

 


No dejemos que se enfríe el fuego de la Pascua, sigamos dejándonos encontrar y enseñar por Cristo resucitado para que con nuestro testimonio hagamos lío en medio del mundo

Hechos, 3, 11-26; Sal. 8; Lc. 24, 35-48

Me lo cuentan y no me lo creo, quizás habremos exclamado alguna vez cuando hemos contemplado algo que nos parece inaudito e inexplicable, una reacción de alguien ante determinadas cosas, un accidente del que nos hemos librado, como solemos decir, de milagro, una forma de actuar de unas personas que no pensábamos que fueran capaces de hacer lo que están haciendo, algo que nos llama poderosamente la atención que si no lo vemos no nos lo creemos. También nosotros muchas veces no nos creemos todo lo que nos dicen, aunque por otra parte en ocasiones seamos demasiado crédulos ante cualquier chisme que nos cuenten; así somos en cierto modo contradictorios en muchas ocasiones.

Les estaba sucediendo a los discípulos con todos aquellos acontecimientos que se habían desarrollado en las últimas horas. Todavía no entendían. Esperaban a Jesús, no soportaban lo que había pasado de su muerte, se agarraban como de clavo ardiendo en una esperanza que algunas veces no tenían muy clara sobre el hecho de la resurrección de Jesús, todo eran conjeturas, cosas que otros contaban, relatos de las mujeres que habían ido en la mañana al sepulcro, no habían encontrado el cuerpo muerto de Jesús, pero hablaban también de apariciones de ángeles o de otros que venían contando su experiencia, como ahora los discípulos que se habían marchado a Emaús y habían vuelto con la noticia de que lo habían reconocido al partir el pan y por lo que sentían mientras hacían el camino y El les hablaba, aunque sus ojos estaban ciegos.

Y es ahora, en esa situación que están viviendo cuando Jesús se les manifiesta. Pero no acababan de creer. Los nervios y los miedos seguían latentes, sus ojos se les cegaban para lo que estaban viendo. No es un espíritu, Jesús come incluso con ellos un trozo de pez asado que le ofrecen. Pero siguen con sus dudas y miedos. No se atreven ni a decir mucho ni a salir a comunicar la noticia a otros. Será necesaria la venida del espíritu en cumplimiento de la Palabra de Jesús.

Y Jesús pacientemente les enseña, les abrió el entendimiento para que comprendieran las Escrituras en todo lo que estaba dicho y anunciado acerca de El, les va explicando las Escrituras y les va haciendo comprender el sentido de todo. Poco a poco las aguas se van sosegando y va volviendo la paz y el sosiego a aquellos corazones inquietos, pero a aquellos corazones ahora turbados y de qué manera.

¿Nos dejaremos enseñar por Jesús? Quiere El abrirnos también el entendimiento pero nosotros seguimos con nuestras cegueras, porque quizás así nos parece más cómodo y menos comprometido. ‘Es mejor no saber las cosas’, piensan algunos y quizás aunque no lo digamos nosotros entramos también en ese pensamiento. Quizás nos vamos a complicar la vida, y no es eso lo que queremos, por lo que preferimos seguir en nuestras ignorancias y en nuestras rutinas.

Qué pronto se nos enfría el calor de la pascua, qué pronto volvemos a las rutinas de siempre, ‘como era en el principio…’ no sé si lo rezamos o lo deseamos, porque creer nos exigiría seguramente actitudes y posturas nuevas y más comprometidas. Queremos la paz de ese cenáculo que nos hemos creado que es bien distinto a aquel Cenáculo donde Jesús les lavó los pies y les dijo que tenían que hacer lo mismo, bien distinto de aquel Cenáculo donde un día se derramaría el espíritu haciendo que ese ruido del espíritu se sintiera en toda la ciudad, pero de nosotros nadie se entera de que hemos celebrado y vivido la pascua, porque no hacemos ruido.

Recordamos la recomendación que hacía el Papa Francisco – cómo lo seguimos recordando – a los jóvenes que tenían que ir a hacer lío, hacer patente ante el mundo esa revoltura de quienes están llenos del espíritu de Jesús. ¿Terminaremos de una vez los cristianos por ir haciendo lío allí por donde van por el testimonio de algo nuevo que estamos dando?

No hay comentarios:

Publicar un comentario