Nos
quedan unas horas para llegar a la nochebuena, pensemos seriamente el recorrido
que hacer para que sea verdadera Navidad, auténtica encrucijada para nuestra
vida
Isaías 9, 1-6; Salmo 95; Tito 2, 11-14;
Lucas 2, 1-14
Hay caminos que se entrecruzan y que en
una primera impresión nos parecen de locura; unos que caminan en una dirección
y otros en la opuesta, parecería que nos chocáramos y fuera difícil
encontrarnos y entendernos. Pero realmente son encrucijadas que se convierten
en punto de partida, en punto desde el cual podemos encontrar la dirección y el
sentido del camino que queremos realizar, punto en el que finalmente se encauza
todo ese tráfico para hacer que luego el recorrido tenga una verdadera fluidez.
¿Será ese punto de la historia que
tiene por centro del nacimiento de Jesús como en este día celebramos? Por algo
en algún momento de la historia centramos el calendario precisamente a partir
del nacimiento de Jesús, más allá de los errores de cálculo que pudiera haber
al señalar ese punto cero de la historia para decir antes de Cristo o después
de Cristo. Pero me pregunta es algo más y ya es haciendo referencia a lo que en
este momento nosotros estamos celebrando y lo que tiene que ser su sentido.
¿Nos encontraremos hoy también en una encrucijada de la historia y de la vida
donde tendremos en verdad que encontrar esa dirección que necesitamos? Creo que
una verdadera celebración de la navidad tendría que ir por ese planteamiento.
¿Qué nos ofrece realmente el mensaje de
la navidad? ¿Qué es lo que realmente busca el hombre al menos en ese día a día
de nuestra vida? Queremos paz pero vivimos en un mundo convulso de guerras y
violencias. Queremos bienestar y felicidad pero estamos pensando en una carrera
por la posesión de cosas o por el poder, y poder será tener influencia, poder
será quizás poderme sentir por encima de los otros, y poder es querer disponer
de todo lo que me pueda satisfacer de la manera que sea, y poder se convierte
en ambición y en vanidad que me envuelve de superficialidad, y poder es decir
que somos libres pero no pensando en lo que sea mejor para todos sino solo
mejor para mi mismo, y poder es una autosuficiencia que al final me aísla o me
endiosa creando barreras y abismos en mi derredor para que nadie me moleste o
me inquiete con sus problemas.
Pero cuando con sinceridad, con espíritu
abierto nos acercamos a la navidad, no la que imaginamos, sino la que realmente
tuvo su origen en esa cueva de Belén que tanto contemplamos en estos días otra
cosa será lo que nos encontremos. Un matrimonio pobre que ha tenido que
desplazarse por el capricho de un gobernante que quería hacer un censo y que no
teniendo donde cobijarse porque nadie le ofrece posada, se refugiará en un
establo de animales en las afueras de Belén, unos humildes pastores que pasan
al raso la noche en aquellos campos cuidando de sus ovejas o ganados, la
pequeñez y humildad de un niño que no tendrá una cuna en su nacimiento sino el
humilde pesebre comedero de unos animales.
Y ahí escucharemos un mensaje. Hoy en
la ciudad de David os ha nacido un Salvador… y se les dará una señal,
encontrareis un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre. Y en torno
aparecerá el resplandor de la gloria de Dios que cantan los ángeles anunciando
la paz para los hombres a los que Dios ama.
¿Cómo encajamos este cuadro de Belén
que para nosotros es Evangelio, es una buena noticia como la que dan los
ángeles a los pastores, con aquellos deseos de la humanidad que tenemos en
estos mismos momentos? Y nos atreveremos a decir que este momento es encrucijada
de la historia, tiene que ser encrucijada para nuestra vida.
Ese es el gran misterio de la Navidad,
no solo de la que recordamos y queremos celebrar de lo acaecido hace más de dos
mil años en Belén, sino que es, tiene que ser el misterio que hoy celebramos y
que tenemos que hacerlo en su cruda realidad. Porque emigrantes como María y
José seguimos encontrándonos a cada paso; gente que no tiene posada, que se ha
quedado sin nada, o a los que vemos en los lugares más humildes, si abrimos los
ojos nos estarán saliendo continuamente al paso; personas que viven en el frío de la soledad, que no son tenidos en cuenta porque no son de nuestra condición,
a los que no valoramos o de los que desconfiamos en las calles del Belén de
nuestra vida, de lo que sucede a nuestro alrededor nos vamos a encontrar
muchos; y podemos seguir hablando de las violencias de la vida que no son solo
las guerras sino también las que tenemos con los que están a nuestro lado y con
los que no nos hablamos o ante quienes pasamos indiferentes, son el
padrenuestro de cada día.
Y ahí en medio tenemos que celebrar
Navidad hoy. Ahi viene Dios en el hoy de nuestra vida y nos ofrece un evangelio de salvación. Este momento que vivimos tendría que ser en verdad una encrucijada
para nuestra vida, porque de este momento de la navidad no podemos salir de la
misma manera, con la misma insensibilidad e indiferencias, con las mismas
barreras y abismos que nos hemos creado. Algo nuevo tendría que comenzar en
nuestra vida.
¿Qué vamos a hacer de nuestra navidad? ¿Solo unas palabras bonitas que nos decimos para felicitarnos y que se van a quedar en flor de un día que pronto se marchita o luz parpadeante que pronto se apaga? ¿Llegaremos a sentir esa presencia de Dios que viene con su salvacion a ese mundo en que vivimos?
Nos quedan unas horas para llegar a lo
que llamamos la nochebuena, pensemos seriamente el recorrido que aun tenemos
que hacer para que sea verdaderamente Navidad, auténtica encrucijada para
nuestra vida. Esa buena noticia que hoy escuchamos, ¿transformará realmente lo
que son esos deseos de nuestra vida?
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