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jueves, 26 de diciembre de 2024

El camino de Belén siempre pasará por la cruz del calvario, con la certeza de finalmente encontrar la luz de la pascua en el sepulcro abierto de la resurrección

 


El camino de Belén siempre pasará por la cruz del calvario, con la certeza de finalmente encontrar la luz de la pascua en el sepulcro abierto de la resurrección

Hechos de los apóstoles 6, 8-10; 7, 54-59; Salmo 30; Mateo 10, 17-22

No está tan lejano ni es tan ajeno el amor del dolor, como los momentos de mayor dicha y felicidad siempre tendrán cercanos los momentos de la tristeza o de la inquietud. No hay ninguna boda sin lágrima, como no hay duelo en el que en algún momento aparezca la sonrisa. La vida no está hecha de estancos separados y que no tengan que ver o tengan alguna relación los unos con los otros.

Hoy en la liturgia lo estamos constatando porque en estos momentos de fiesta y alegría que estamos viviendo con la Natividad del Señor, pronto aparecen los tintes rojos del martirio que lleva parejas con si el dolor, el sufrimiento e incluso la muerte. ¿Querrá significarnos que no está tan lejos Belén del Calvario?

Celebramos hoy la fiesta de un mártir, el primer mártir cristiano que de manera consciente dará la vida por el nombre de Jesús, aunque en estos días volveremos a ver nuestra liturgia teñida de rojo en la fiesta de los protomártires, los santos inocentes. Hoy celebramos a san Esteban, uno de aquellos primeros siete diáconos escogidos en la Iglesia primitiva, aun sin salir de Jerusalén para ejercer el ministerio del servicio en la comunidad mientras los apóstoles se dedicaban enteramente a la predicación.

San Esteban precisamente que destaca no solo por esa diaconía, ese servicio a la comunidad en la atención a las viudas y a los huérfanos, a los pobres, sino también por la elocuencia de su predicación, pues en la cultivada sinagoga de los libertos a la que pertenecían muchos de aquellos que provenían de la cultura griega y romana nadie era capaz de hacer frente a sus palabras, a su argumentación en la predicación y anuncio que hacía del evangelio de Jesús.

Algo que concitó el odio, podríamos decir así, de aquellos judíos que se quedan sin tener argumentos contra la predicación que Esteban hacía. Algo que le conducirá al martirio, realmente es el protomártir, el primer mártir que haciendo el anuncio del evangelio de Jesús muere por su nombre, dando cumplimiento a lo que Jesús había anunciado de que serían llevados a las cárceles, los tribunales y la muerte, como hoy mismo hemos escuchado en el evangelio.

Destaca, pues, el ardor de la predicación del diácono Esteban dejándose conducir por el Espíritu del Señor. ‘Cuando os entreguen, había dicho Jesús, no os preocupéis de lo que vais a decir o de cómo lo diréis: en aquel momento se os sugerirá lo que tenéis que decir, porque no seréis vosotros los que habléis, sino que el Espíritu de vuestro Padre hablará por vosotros’. Algo que estaremos viendo de forma palpable en Esteban.

‘Y seréis odiados por todos a causa de mi nombre; pero el que persevere hasta el final, se salvará’, seguirá diciendo Jesús. Un odio que le llevaría al martirio y a la muerte, testigo con su propia vida de la Palabra de Jesús. ‘El que persevere hasta el final se salvará’, es lo que escuchamos en el relato del libro de los Hechos, pues la muerte de Esteban que parece calcada en lo que fue la muerte de Jesús, repitiéndose gestos y palabras, terminará con que Estaba en el momento de su muerte contempla el cielo abierto y la gloria de Dios de la que él iba pronto a participar.

Las pajas del pesebre de Belén no siempre son mullidas y cómodas, tendrán asperezas y nudos como toda vida tiene por eso se pueden convertir para nosotros en anuncio y signo de lo que puede ser nuestra vida. No siempre serán caminos fáciles los que tenemos que hacer dando nuestro testimonio cristiano; muchas asperezas podemos encontrarnos en los caminos de la vida, porque no siempre nuestro mensaje y nuestro testimonio va a ser bien entendido.

La cruz no nos faltará en la vida, pero esto nunca puede ser causa de desánimo ni de angustia para nosotros, porque detrás siempre está la gloria del Señor; por la gloria del Señor lo hacemos y la gloria del Señor nos envolverá; en el nombre del Señor seguiremos echando la red y cuando menos lo esperemos o donde menos pensemos vamos a encontrarnos la buena redada, pero hemos de tener la paciencia del Señor y también la esperanza, la confianza en la fuerza del Espíritu del Señor y la certeza de que El caminará siempre en nuestro propio camino.

El camino de Belén siempre pasará por la cruz del calvario, pero con la certeza de que finalmente encontraremos la luz de la pascua en el sepulcro abierto de la resurrección.

 

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