Busquemos
el verdadero alimento que nos da vida para siempre y que encontramos en Jesús y
en su Palabra, Pan verdadero bajado del cielo
Hechos de los apóstoles 6, 8-15; Salmo 118;
Juan 6, 22-29
El camino de la vida no lo podemos
hacer sin alimento. Sí, necesitamos alimentar nuestro cuerpo, que en cierto
modo es alimentar nuestra vida; sin esos nutrientes el organismo muere, y no
vamos ahora a explicar toda una lección sobre la alimentación humana; es el
ansia de todo ser vivo, poder seguir viviendo, y por eso buscamos el alimento;
tristes son las imágenes que podemos contemplar de gente desnutrida por el
hambre, o por la escasez del necesario alimento; una de las grandes
preocupaciones de la humanidad que se pregunta si tenemos los recursos
necesarios y suficientes en la tierra para alimentar a una población que cada
vez crece más. Cuantos planteamientos se hacen sobre todo esto, cuantas
soluciones se buscan, cuantas culpas muchas veces nos echamos los unos a los
otros.
Es algo claro y urgente, es cierto, pero
la persona necesita algo más para su subsistencia. Alimentar la vida no es solo
alimentar el cuerpo, porque la persona es mucho más que un cuerpo que alimentar
y mantener aunque haya que hacerlo. Hay algo que tiene que llegar más hondo en
el ser humano, que tiene que alimentarle como persona; podemos pensar en los
valores sobre los que queremos fundamentar la vida y que nos dan sentido y
valor a lo que vivimos y a lo que hacemos. La persona ha de tener otros
interrogantes y otros planteamientos que le ayuden a dar profundidad a la vida.
Todos, en fin de cuentas, de una forma o de otra, en un momento o en otro, nos
interrogamos sobre el sentido de la vida, y cuando tenemos claras unas metas,
unos objetivos, una razón de ser nos sentimos más vivos, nos sentimos con mayor
intensidad de vida.
Creo que en el fondo es lo que nos está
planteando hoy Jesús en este pasaje del evangelio. Ayer les decía Jesús que no
se preocuparan solo por un alimento que perece y buscaran un alimento que
perdura. Les cuesta entender, porque fácilmente nos quedamos en lo material de
la vida y nos cuesta ir más allá, aunque sea algo que de una forma o de otra
como decíamos siempre está detrás del pensamiento humano. Ya nos recordaba Jesús,
allá en el monte de la cuarentena, cuando las tentaciones, que ‘no solo de pan
vive el hombre…’
Cuando aquella muchedumbre hambrienta,
llena de problemas y de sufrimientos, con sus enfermos a cuestas incluso,
caminan tras Jesús incluso hasta lugares desérticos como hemos visto estos
días, era algo más que pan o una salud corporal lo que iban buscando. Claro que
sí que esperan y desean sus milagros, pero lo que querían era escuchar a Jesús.
Su Palabra les daba vida, sus palabras ponían esperanzas en su corazón, su
enseñanza les ponía en camino de algo distinto en sus vidas aunque tanto les
costara comprenderlo y vivirlo. Por eso vemos que ante los planteamientos de Jesús
se siguen preguntando, y se preguntan en el fondo que es lo que Dios quiere de
ellos.
Les costará entender y seguirán
pidiendo un pan que les alimente. ‘Danos siempre de ese pan’, le dicen
cuando Jesús les habla de un pan que comiéndolo no volverán a tener más hambre.
Y al hablarles de un pan que viene del cielo, recuerdan a sus antepasados en el
desierto y el pan bajado del cielo que Moisés les daba, el Maná. Pero Jesús
quiere hacerles entender el significado verdadero de aquel pan y del pan que
ahora Jesús les ofrece.
El maná que comieron en el desierto era
algo más que saciarlos del hambre que tenían, cuando ya les acababan todo tipo
de suministros. Aquello era todo un signo del Dios que les acompañaba en aquel
camino. Era el camino en búsqueda de la libertad, era el camino que les estaba
haciendo como pueblo, era el camino que les estaba haciendo crecer como
personas que sabían que tenían que caminar juntos, era el camino más allá de
una tierra prometida, de una nueva vida que habían de vivir en aquella tierra,
y Dios estaba con ellos.
Ahora entraban en una etapa distinta.
La presencia de Jesús tenia que hacerles ahondar de verdad en el autentico
sentido de la vida. Esa es la Buena Nueva que nos ofrece Jesús, ese es el
sentido del Reino de Dios del que les habla Jesús. Y eso lo podemos realizar
con Jesús. Nos ofrece su Palabra, esa Palabra de Dios que sí alimenta al hombre
de verdad. Recordamos, no solo de pan vive el hombre, sino de la palabra que
sale de la boca de Dios. Es todo lo que nos va enseñando Jesús para que en
verdad tengamos nueva vida. Por eso tenemos que comer ese Pan bajado del cielo,
ese Pan de vida que es Cristo mismo.
¿Cuál es el verdadero alimento que
tendríamos que buscar para tener vida y tener vida en plenitud? Es lo que nos
está ofreciendo Jesús. ‘Danos siempre de ese pan’, le decimos nosotros
también.
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