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lunes, 15 de abril de 2024

Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre

 


Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre

Hechos de los apóstoles 6, 8-15; Salmo 118; Juan 6, 22-29

Todos siempre andamos buscando; es desde una insatisfacción innata en que queremos más y mejor o queremos otras cosas. Queremos vivir y queremos siempre algo mejor para nuestra vida y buscamos eso que creemos que nos hará mejor la vida; buscamos la felicidad, buscamos ver satisfechas no solo nuestras necesidades básicas sino esas ansias que llevamos dentro; buscamos trabajo para conseguir lo que anhelamos, o buscamos el encuentro con los otros y por qué no decirlo, queremos ver lo que podemos conseguir con esa amistad que buscamos. Pero buscamos que nos lo den fácil, que sea quizás con el mínimo esfuerzo por nuestra parte, casi como si fuera un regalo del que siempre nos creemos merecedores; recordemos todas las reivindicaciones que en este sentido hacemos en todos los ámbitos. Nos seguimos preguntando qué buscamos y por qué buscamos.

Hoy nos habla el evangelio de cómo la gente buscaba a Jesús. Habían estado con él la tarde anterior y allí Jesús movido a compasión había repartido milagrosamente aquel pan que todos recibieron gratuitamente; querían hacerlo rey, pero Jesús se les escabulló. Aunque habían visto que no se había montado en el barco con los discípulos,  ahora en la mañana al no encontrarlo llegan como pueden hasta Cafarnaún. Allí está Jesús. Y le pregunta, ‘Maestro, ¿cuándo has venido aquí?’ Es como decirle ayer nos dejaste con tres palmos de narices y ahora apareces aquí.

¿Qué buscaban? ¿Por qué buscaban a Jesús? El sabe bien interpretar esas búsquedas de la gente y por eso les dice que trabajen por aquello que los alimenta para siempre, no por lo que es caduco de un día y pronto los va  a dejar insatisfechos. Es el comienzo de un gran interrogante que Jesús les va plantando en el corazón.  Ayer todo era muy fácil, y todo fui gratuito, pudieron comer pan hasta hartarse. Pero parece que siguen teniendo hambre, siguen corriendo tras Jesús que parece que les puede hacer la vida fácil. Mira cómo los cura; ahora los ha alimentado en el desierto. ¿Qué es lo que se suele pedir a los dirigentes para que le solucionen los problemas a la gente? Que no les falte la comida y que se pueda conseguir fácilmente; y si encima algo de entretenimiento, pues mejor. Por eso Jesús les está haciendo este planteamiento.

En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios’.

Les va a costar entenderlo, porque cuando tenemos algo muy metido en la cabeza no es difícil cambiarlo. Era la idea, por otra parte, que ellos tenían de lo que había de ser el Mesías. Y para ellos en cierto modo Jesús se les está presentando como el Mesías. Pero lo que les está planteando Jesús es distinto, son otras posturas y otras actitudes las que hemos de tener, es otra manera de buscar pero también es algo nuevo lo que se les está ofreciendo aunque les cueste entenderlo y aceptarlo.

Estos primeros momentos de diálogo de Jesús con aquellas gentes de Cafarnaún va a dar pie para cosas nuevas y distintas, que todo va a salir en ese diálogo. Porque otro es el alimento que Jesús quiere ofrecerle. ‘El alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del Hombre’, les dice. Pero para eso han de realizar el camino que Dios quiere, aunque les cueste.

‘¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios quiere?’, es la pregunta que surge entonces y que tiene que surgir también en nuestro corazón. ¿Qué estamos dispuestos a hacer? ¿Qué pasos estamos dispuestos a dar? Porque también nosotros buscamos que las cosas sean fáciles, nos creemos que eso de seguir a Jesús es cumplir con unas cuantas cositas y ya está todo hecho.

Pero Jesús nos dirá algo distinto. ‘La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado’. Pudiera parecer fácil, pero no es cualquier cosa eso de creer en Jesús. Ya en otros momentos nos había hablado de conversión, de cambio profundo, de que era necesario dar la vuelta totalmente a la vida.

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