Entendamos que encontrándonos con Cristo nos encontraremos con la verdad porque es el sentido de nuestra vida y entraremos en la camino de la verdadera libertad
Daniel 3, 14-20. 91-92. 95; Sal. Dn. 3, 52ª-56; Juan 8, 31-42
Cuando hablamos de libertad nos damos cuenta que ciertamente es algo que todos deseamos, pero también nos damos cuenta de que no tenemos todos el mismo concepto de la libertad. Se crean muchas confusiones. Libres se creen los que en nombre de una supuesta libertad solo aspiran a hacer lo que quieren en cuanto a ellos les beneficie, o digan que eso les beneficia, o libres se creen los que por esa libertar convierten su vida en una violencia y todo lo destruyen con tal que no sea como ellos creen y todo se convierte en muerte a su alrededor; libre se cree el que hace lo que le da la gana pero sin criterios ni fundamentos porque al final en su ignorancia va a ser manipulado y llevado porque donde quizás él tampoco quiere pero se ha cegado su mente y no es capaz de ver ninguna otra cosa. ¿Dónde está la verdad y la razón?
Mucho tendríamos que hablar de todo este tema de la libertad. Quienes quieren encauzar sus vidas por unos principios que se convierten en cauces de su actuar, porque se sujetan a unas reglas fundamentalmente puestas buscando siempre el bien común, sin embargo habrá quien les diga que no son libres. Bien vemos que tras los gritos de libertad en muchas ocasiones pronto surgen las violencias, pronto se rompen todas las normas de convivencia, desechamos todo lo que sea ley o reglamento que pueda regular nuestra vida.
Hoy nos habla Jesús de una nueva libertad que El nos ofrece. Pero nos dice cual es el camino para esa libertad. Y para ello nos pide confiar en El, creer en El, porque cuando creemos en Jesús no simplemente vamos a aprender unas normas o leyes, sino que nos está diciendo que aceptarle a El, creer en El es encontrarnos con la verdad, y que esa verdad es la que nos hará realmente libres. Es una nueva manera, por así decirlo, de ver las cosas. En Jesús nos vamos a encontrar con el sentido más hondo y más profundo de nuestra existencia, es encontrarnos con la verdad, la verdad del ser humano, la verdad de la vida, la verdad del sentido del mundo y de las cosas, que es la verdad y el sentido por el que vivimos, y es donde vamos a encontrar nuestra grandeza.
Esas preguntas que bullen siempre en lo más hondo del corazón del hombre sobre el sentido de la vida, ¿por qué vivimos? ¿A dónde vamos? ¿Qué hacemos? ¿Dónde está nuestra grandeza y dignidad?, en Jesús van a encontrar su respuesta. Cuando hablamos de salvación no estamos solo en un final de la existencia, sino que estamos pensando en el ahora de nuestra vida y encontrar con ese sentido de la vida es encontrarnos con la salvación.
Y cuando la persona sabe por qué y para qué vive, cual es su sentido y su valor, qué consecuencias tiene lo que hace, sabe cómo va a repercutir su vida también en la vida de los demás y del mundo que le rodea, la persona se va a sentir profundamente llena en sí misma, estará encontrando su verdadera grandeza y dignidad, y se sentirá la persona más feliz del mundo porque se siente libre de verdad.
No son ya unas reglas que nos impongamos los unos a los otros, es el cauce que nos lleva a la mayor grandeza que podamos vivir, y como sabemos que en verdad es camino de felicidad con entusiasmo lo asumimos, con alegre y gozosa libertad caminamos por él y va a encontrar la mayor plenitud de su ser.
Por eso es tan importante el conocimiento que tengamos de Jesús, en algo en lo que flaqueamos mucho incluso los que nos decimos cristianos. Por eso es tan importante esa apertura de nuestra vida a la Palabra de Dios; por eso es tan importante que profundicemos en la verdad de nuestra fe. Nos conducirá al camino de la verdad, nos conducirá al camino de la verdadera libertad.
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