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martes, 25 de octubre de 2022

Descubramos esas pequeñas semillas de mostaza, esa levadura que se está diluyendo en la masa de nuestro mundo y que un día ha de fermentar, porque Dios también está ahí

 


Descubramos esas pequeñas semillas de mostaza, esa levadura que se está diluyendo en la masa de nuestro mundo y que un día ha de fermentar, porque Dios también está ahí

Efesios 5, 21-33; Sal 127; Lucas 13, 18-21

Para los que tenemos siempre muchas prisas y queremos todo de inmediato nos viene bien escuchar las parábolas que nos ofrece hoy Jesús en el evangelio. Siempre tenemos prisa, queremos las cosas de inmediato; los medios que hoy se nos ofrecen, la tecnología que se vive tan intensamente, las redes sociales que nos ponen en comunicación de inmediato con cualquier en cualquier parte del mundo, contribuyen aun más a estas prisas y carreras en que vivimos y que de alguna manera nos pueden impedir el saborear las cosas de cada momento. Y hasta nos volvemos exigentes, porque si no nos responden de inmediato ya es que no nos hacen caso, que nosotros poco importamos para esas personas y no nos damos cuenta del ritmo real que cada persona lleva allí donde esté y que no sabemos bien cuales son las circunstancias que viven.

Con esto hablamos de nuestras relaciones interpersonales, con esto podemos hablar de las inquietudes que podamos sentir por situaciones que no nos parecen bien y que desearíamos que cambien, con esto podemos hablar, también ¿por qué no?, del anuncio del evangelio en nuestro mundo y nuestros deseos de que se haga presente el Reino de Dios.

¿Se hace o no se hace presente? Quisiéramos verlos a todos convertidos. Quisiéramos que nuestro mundo y nuestra sociedad cambie y sea más humana y logremos caminos de entendimiento y de paz; no nos sentimos satisfechos con la falta de paz que hay en nuestro mundo y no solo es la guerra de Ucrania, sino que bien sabemos que son muchos los conflictos de nuestra sociedad, pero muchos los conflictos que hay también en medio de nosotros. ¿Por qué no cambiamos? ¿Por qué no cambia nuestro mundo que nos parece que todo sigue igual? Pero en verdad, ¿será eso cierto así? Ahí andamos con nuestras prisas y carreras porque todo lo queremos de inmediato, pero que no siempre sabemos apreciar las pequeñas cosas, los pequeños signos que se pueden estar donde del Reino de Dios entre nosotros.

Hoy nos habla Jesús de una pequeña semilla, insignificante semilla la del grano de mostaza. Y nos habla de esa pequeña semilla que germina y que crece, podrá anidar hasta pájaros entre sus ramas. Tan insignificante que ni nos damos cuenta de su presencia y de su crecimiento. Pero ahí está y está produciendo sus frutos. Como nos habla del puñado de levadura que queda diluido en la masa que luego no sabremos diferencias una cosa y otra. Pero hace fermentar el pan.

¿No estarán esas pequeñas semillas sembradas en medio de nuestro mundo? ¿No estará ese puñado de levadura diluyéndose en la masa de nuestro para hacerlo fermentar a un pan mejor? Corremos y queremos ver el resultado final ya; no apreciamos los pasos previos, no apreciamos los pasos pequeños, no apreciamos lo que nos parece insignificante.

Muchos cristianos estarán calladamente siendo esa levadura en medio del mundo, aunque nos parezca que no vemos nada. Van surgiendo nuevos movimientos, se va creando un mundo de solidaridad, estamos contemplando una inquietud grande que hay en muchos por hacer un mundo nuevo y mejor; cuanta gente comprometida podemos ver alrededor aunque, como en un momento decían algunos discípulos a Jesús, no parecen de los nuestros. Pero si lo que están haciendo es dar señales de un mundo nuevo y mejor, ¿por qué no los valoramos? ¿Por qué no descubrir ahí un actuar de Dios, aunque nos parezca que nuestras iglesias están vacías?

Descubramos esas pequeñas semillas de mostaza; descubramos esa levadura que se está diluyendo en la masa de nuestro mundo. Un día ha de fermentar. Dios también está ahí.

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