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miércoles, 26 de octubre de 2022

A la pregunta si son muchos o pocos los que se salven Jesús nos dirá cómo vamos a ser reconocidos por El cuando pongamos amor en la vida

 


A la pregunta si son muchos o pocos los que se salven Jesús nos dirá cómo vamos a ser reconocidos por El cuando pongamos amor en la vida

Efesios 6,1-9; Sal 144; Lucas 13,22-30

‘¿Son pocos los que se salvan?’ siempre hemos tenido esa preocupación, pero de una forma concreta saber si yo me voy a salvar o no. Y por eso nos hacemos preguntas, ¿qué tenemos que hacer? ¿Qué mandamientos hay que cumplir? Repetidamente lo vemos en el evangelio; será el joven rico, o será el maestro de la ley que poco menos que viene a hacerle un examen a Jesús. La pregunta que está en la mente de todos, ¿cuál es el mandamiento principal? Y los discípulos que con El están también se preguntan qué es lo que les va a tocar a ellos que un día lo dejaron todo por seguirlo.

Pero Jesús no da cantidades de los que se salvan o no, tampoco ofrece recetas, está pidiendo generosidad en el corazón. Cuando uno vino a decirle que estaba dispuesto a seguirle a donde sea, le dice que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, y que si entonces entiende eso de seguirle como una seguridades que nos lo van a dar todo hecho, no está entendiendo lo que es el Reino de Dios que El nos ofrece. Tiene que haber una nueva generosidad en el corazón, una disponibilidad grande sin estar esperando recompensas ni pagos, porque no son tantas cosas que hacer sino forma de vivir.

Por eso ahora habla de camino estrecho. ¿Significa que es una carrera de obstáculos la que hemos de correr? El camino es estrecho, la puerta es estrecha porque no podemos ir cargados con cosas innecesarias, que se van a convertir en un peso muerto que nos impedirá el poder actuar con total libertad, sin pesos que nos opriman. En otra ocasión hablará del camello que tiene que pasar por la puerta estrecha de la muralla, llamada aguja, pero que si va con excesivas cargas entre las jorobas y las angarillas por allí no podrá pasar.

Nos hablará de negarse a si mismo. ¿Qué significa ese negarse a si mismo? ¿Voy a negar mi identidad y mis valores? Significa escoger lo que son los verdaderos valores, lo que verdaderamente es importante, significa arrancarnos de tantas vanidades con que llenamos nuestra vida, no dejándonos encandilar por las apariencias, buscar lo que verdaderamente me hará grande; es dejar de pensar en mi yo que son mis brillos, que son mis ganancias, que con esas cosas con las que quiero relumbrar para que vean lo que valgo, lo que me encierra en mi mismo porque me lleva a pensar solo en mi mismo y me hace insolidario.

Será el cuidar que tenga suficiente aceite en la alcuza para que se puedan mantener encendida la luz de Cristo en mi vida. Entonces sí seremos reconocidos y podremos entrar al banquete de bodas, porque con esa luz de Cristo va a resplandecer el amor. Es lo que necesitamos. Porque Jesús nos va a reconocer porque un día compartimos nuestro pan con el hambriento, porque un día abrimos las puertas de nuestra casa y de nuestra vida para acoger al caminante, al peregrino, al que pasaba a nuestro lado aunque no lo reconociéramos, porque un día nos detuvimos junto a aquel que nos tendía la mano pidiéndonos una limosna y no paramos a hablar con él, a interesarnos por sus cosas y sus problemas, porque llevamos nuestra sonrisa a aquel que estaba triste en un rincón porque nadie se fijaba en él.

‘Cuando lo hicisteis con uno de esos, conmigo lo hicisteis, venid, benditos de mi Padre’, nos dirá Jesús. ¿Serán muchos o pocos los que se salven? Ya sabemos cual es el sentido de estas palabras o el sentido de nuestra vida.

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