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martes, 6 de octubre de 2020

Que encontremos la placidez y la paz de Betania pero que sepamos ser ese patio del hogar de Betania para los demás

 


Que encontremos la placidez y la paz de Betania pero que sepamos ser ese patio del hogar de Betania para los demás

Gálatas 1, 13-24; Sal 138; Lucas 10, 38-42

Confieso que soy un enamorado de Betania. Pensar en Betania me hace sentir sosiego y paz en el corazón. Pensar en Betania es sentirme acogido como aquellas hermanas acogían a Jesús y me impulsa a caminar los mismos caminos. Pensar en Betania me hace imaginar aquel patio lleno de flores, con sus parrales llenos de frutos o sus enredaderas llenas de flores, allí junto al camino con las puertas siempre abiertas, sin barreras que impidan el paso a sentarse al frescor de aquellos árboles saboreando el perfume de las flores y alrededor de un cesto de frutas que se ofrece al caminante como señal de hospitalidad.

Podemos imaginar la escena que nos ofrece hoy el evangelio; podíamos decir que no tiene nada especial pero lo tiene todo. Marta, quizá la hermana mayor, en sus ajetreos para prepararlo todo y ofrecer lo mejor a sus huéspedes que ya son sus amigos y María, quizá la hermana menor -¿más indolente?, no lo tenemos que pensar – pero con los ojos bien abiertos, con los oídos muy atentos a lo que cuentan los visitantes. Es la acogida, es la escucha que todos necesitamos y cuando alguien se sienta a nuestros pies para escucharnos nuestras historias o nuestras preocupaciones, nos hace sentir también en paz por muchas que sean las turbulencias que llevemos en el corazón.

Lo que parece una queja o un reproche de Marta contra su hermana María lo podemos ver en la normalidad de lo que pueda suceder en momentos así en cualquier familia. ‘¡Dile a esa chiquilla que se quedó ahí embobada, que venga a ayudar que hay muchas cosas que hacer!’ es de lo que de alguna manera se quejaba Marta; pero María estaba haciendo su labor, su acogida, su escucha que tan importante es. Podríamos haberle replicado nosotros que a los huéspedes no se les deja solos y es lo que estaba haciendo María.

Nosotros ahora vemos el texto y decimos con toda razón que María estaba acogiendo y escuchando a Jesús, y es cierto que nos está enseñando a hacerlo. ‘María ha escogido la mejor parte’, le diría Jesús a Marta ‘mientras tú andas afanada en tantas cosas’. Claro que nos vale para sepamos escuchar a Jesús, sepamos escuchar y acoger su Palabra, sepamos que antes que ponernos a hacer muchas cosas tenemos que estar bien unidos a El, porque el sarmiento que no está unido a la vid, no está unido a la cepa no podrá dar fruto. Y aquí mucho tendríamos que pensar en todo lo que es nuestra vida cristiana, en todo lo que tiene que ser la espiritualidad que vivamos desde nuestra unión al Señor. Sin esa unión no tendremos una espiritualidad profunda, sin esa unión nuestra vida se quedará en la superficie, sin esa unión no vamos a sentir la fortaleza del Señor para nuestra lucha y para nuestro trabajo, para toda nuestra vida.

Pero hemos de saber también que cuando acogemos y escuchamos al otro estaremos escuchando a Jesús; cuando te has detenido en el camino para dar unos buenos días y dedicarle una sonrisa a aquel con quien te cruzas, cuando has sabido sentarte en silencio al lado del que sabemos que tiene muchos sufrimientos en su cuerpo o en su corazón, cuando te has quedado con aquel anciano que una y otra vez te contaba sus mismas historias pero que era feliz contando sus peripecias a quien lo escuchara, cuando te has puesto al lado de aquel amigo que sufre en silencio en sus luchas y en sus dudas y has esperado pacientemente un día y otro a que él te contara… estabas acogiendo también a Jesús, estabas escuchando también a Jesús, estabas como María en el patio de Betania a los pies de Jesús en la Betania aquel hermano al que tratabas de escuchar.

Que encontremos esa placidez y esa paz de Betania pero que sepamos ser ese patio del hogar de Betania para los demás porque muchos están deseando encontrar ese lugar de paz en la escucha de alguien que sepa detenerse en la vida a su lado.

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