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jueves, 11 de junio de 2020

Busquemos la belleza del edificio de nuestra vida cuando hemos sabido asentarlo en el fundamento de Cristo y nos hemos revestido de los valores del evangelio


Busquemos la belleza del edificio de nuestra vida cuando hemos sabido asentarlo en el fundamento de Cristo y nos hemos revestido de los valores del evangelio

Hechos 11, 21b-26; 13, 1-3; Sal 97; Mateo 5, 20-26
Ayer hablábamos de los pequeños o grandes bloques que aunque algunas veces no veamos forman parte de la estructura de un edificio y que tienen su importancia en la construcción del mismo, igual que las paladas de hormigón que enterramos para hacer los cimientos que sustenten luego dicho edificio. Pero hablamos también de la belleza de su conjunto pero de alguna manera hemos de mencionar aquellos aspectos, aquellas siluetas o aquellas formas que van a manifestar también externamente su belleza y su fortaleza.
Hay lugares o aspectos en que el arquitecto y constructor como un artista se esmerará más pues de alguna manera va a dar una imagen de aquello que estamos construyendo pero que además nos manifiesta lo que van a ser características de aquello para lo que fue construido. Es una armonía de líneas en un sentido o en otro pero que nos quieren manifestar la fuerza y la vida propia de aquel edificio.
Seguimos pensando en nuestra vida y en nuestra vida como creyentes y como cristianos que nos asentamos sólidamente en la roca que es Cristo, pero que no está en el fondo de nuestra vida como un adorno o como si de un apellido bonito se tratara. Esa fe que tenemos en Cristo es lo que de verdad nos cohesiona, pero que va a dar también el sentido de lo que hacemos y de lo que vivimos. Y es que si somos cristianos nuestra vida no está al margen del sentido de Cristo – porque además sería un sin sentido – sino que nuestra vida ha de estar impregnada de ese sentido de Cristo, de esos valores que nos enseña a vivir que a la larga no es sino vivir su misma vida.
Todo lo que hacemos y todo lo que es nuestra vida tiene que tener esa impronta de Cristo, ese sentido de Cristo; no lo podremos nunca vivir al margen del sentido de Cristo que descubrimos en su evangelio. Y es que en todo lo que hacemos y vivimos tenemos que reflejar a Cristo, porque vivimos su misma vida, porque vivimos en su mismo amor. Marca nuestra relación con los demás, marca nuestra relación con Dios, marca la dignidad con que vivimos nuestra propia vida.
Será entonces nuestra manera de relacionarnos con los demás, será nuestro trato y la delicadeza que pondremos en todas nuestras relaciones humanas, será la armonía que tratamos de vivir con los demás logrando una feliz convivencia de los unos con los otros, será la manera de resolver nuestras diferencias para lograr que siempre nuestro encuentro con los otros sea un encuentro para la felicidad y para el amor. Nada tendría que romper esa armonía, ninguna actitud nuestra tendría que poner en peligro nuestra convivencia, ningún gesto ni ninguna palabra nuestra tendría que hacer sufrir al otro porque no estuviera expresa con la delicadeza del amor.
Son los aspectos en los que incide de manera especial hoy Jesús en el evangelio que hemos escuchado. Nos habla del respeto a la vida de la otra persona, pero no ya solo en lo físico sino en lo que moralmente podamos darle cuando nuestras palabras o con nuestras actitudes. Habéis oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano será procesado’.
Y nos habla de reconciliación y de encuentro de manera que no podemos decir que vamos al encuentro con el Señor si hemos tenido un desencuentro con el hermano. Y nos habla del diálogo en nuestros conflictos, porque siempre pueden surgir desavenencias, pero que hemos de resolverlas siempre buscando la paz, siempre desde el amor que sentimos por el hermano.
Detalles, aspectos enriquecedores de nuestras relaciones; aspectos y detalles que reflejan lo que es la belleza del amor; aspectos y detalles que si sabemos superar nos llenarán de alegría el corazón porque están creando armonía, porque están creando unas relaciones de paz. La belleza del edificio de nuestra vida cuando en verdad la tenemos asentada en Cristo y en sus valores. Esmerémonos de verdad en la construcción de nuestra vida en todos sus detalles sobre el fundamento del amor


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