Se escucha una voz fuerte desde lo alto o resuena estridente
una trompeta pero puede ser en lo más pequeño y en lo más sencillo se nos
anuncia que viene el Señor a nuestra vida
Isaías 40, 1-11; Sal 95; Mateo 18, 12-14
‘Súbete
a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, álzala, no temas…’ Súbete a lo alto… para
que se oiga clara la voz. Para llamar la atención cuando se quería dar un
mensaje se salía a la calle al son de trompetas que con su estridente sonido
hacía que se prestase atención a lo que se iba a comunicar. Como cuando sonaban
las campanas de nuestros pueblos, para llamar la atención, para anunciar algo
que estaba sucediendo o que iba a suceder. Hoy empleamos otros medios, aunque
aún vayan por nuestras calles con altoparlantes haciendo sus anuncios,
utilizamos medios más electrónicos, como las redes sociales en Internet o
tantos otros medios de comunicación.
Hoy el
anuncio que nos hace el profeta es importante aunque quizá no se repita
demasiado en los medios de comunicación actuales. Es el anuncio del Adviento,
es el anuncio de la venida del Señor, es lo que vamos a celebrar en la navidad
que es mucho más que un recuerdo o días de añoranza, que para algunos se
convierten hasta en días tristes. El anuncio es motivo de alegría, el anuncio
nos quiere hacer despertar.
‘Aquí
está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder y con su brazo manda.
Mirad, viene con él su salario y su recompensa lo precede. Como un pastor que
apacienta el rebaño, reúne con su brazo los corderos y los lleva sobre el
pecho; cuida él mismo a las ovejas que crían…’
Palabras
de consuelo y de esperanza; palabras que quieren despertar en nosotros
sentimientos nuevos pero también actitudes renovadas; palabras que nos quieren
poner en camino de búsqueda para ir al encuentro con el Señor; palabras que
despiertan la fe, para ver la presencia del Señor aquí y ahora; palabras que
abren nuestros ojos pero sobre todo quieren hacer que abramos nuestro corazón.
‘Aquí
está vuestro Dios’. Sí, aquí, ahora, en estos momentos que para muchos pueden
ser duros y de oscuridad en medio de sus sufrimientos, de sus carencias, de sus
desesperanzas. Aquí y ahora cuando nos sentimos en ocasiones desilusionados por
la vida, por tantas crisis que nos envuelven a unos en la pobreza y la miseria,
otros en sus desilusiones y desesperanzas, a tantos en amarguras porque la vida
se hace dura, porque están llenos de sufrimientos y dolores, porque les amarga
el alma la soledad, o porque se han encerrado en si mismos envolviéndose en su
yo egoísta e insolidario.
‘Aquí está nuestro Dios, que llega con poder’ nos repite
el profeta. Y nos habla del pastor que cuida de sus ovejas, que lleva en sus
brazos a las enfermas o a las heridas en el camino. Tenemos que abrir los ojos
del alma para sentir esa acogida del Señor que nos llega quizá en el modo o por
las personas que nosotros menos pensamos. Siempre hay a nuestro lado quien nos
tiende su mano, quien nos ofrece un abrazo, quien nos dice palabras de
consuelo, pero tantas veces nos hacemos ciegos y sordos que no vemos o no
queremos reconocer porque vivimos quizá encerrados en nuestra autosuficiencia.
Estemos atentos a esa llegada de Dios a nuestra vida, que quizá se acerca a
nosotros en lo más pequeño y en lo más sencillo.
Así en
esas cosas pequeñas tenemos que celebrar una verdadera navidad. Piensa en eso
pequeño que vas a recibir de alguien y piensa en eso que saliendo de lo más
hondo de ti tu vas a ofrecer a los demás. Ahí está el Señor.
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