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domingo, 3 de febrero de 2019

El mensaje liberador de Jesús tiene que interpelarnos, hacernos salir de nuestras comodidades, hacernos buscar caminos nuevos por donde salir a llevar la buena noticia de Jesús a todos


El mensaje liberador de Jesús tiene que interpelarnos, hacernos salir de nuestras comodidades, hacernos buscar caminos nuevos por donde salir a llevar la buena noticia de Jesús a todos

Jeremías 1, 4-5. 17-19; Sal 70; 1 Corintios 12, 31 - 13, 13;Lucas 4, 21-30

¿Nos gustan las sorpresas? Hay a quienes les gustan las sorpresas porque es una novedad que parece que le da una vitalidad nueva a la vida como hay también a quienes no; un acontecimiento inesperado, una noticia que nos dan y que nosotros no esperábamos, el anuncio de algo que va a suceder de manera inminente y de lo que no nos podemos librar, un fenómeno natural que pudiera convertirse en una catástrofe que pudiera hacernos daño, algo que es tan impactante que hasta pudiera cambiarnos la vida, la manera de pensar, la forma de hacer las cosa, los derroteros por donde pueda ir la sociedad cambiandolo todo… según sea la sorpresa nos gustará o no nos gustará, nos sentiremos como impulsados a una lucha nueva o sentiremos que todo lo que teníamos previsto se ve trastocado y hasta nos puede producir incomodidades.
De ahí que la reacción ante la sorpresa puede ser distinta porque podemos sentir admiración al principio cuando se nos está ofreciendo algo nuevo y pensamos que se pueden abrir esperanzas nuevas en la vida, o cuando nos damos cuenta cómo se han trastocado todos los planteamientos que teníamos en la costumbre de lo que ya hacíamos hasta casi como una rutina, nos podremos sentir incómodos o pueden aparecer brotes de rechazo en nuestro interior que se pueden manifestar de mil maneras y hasta de forma violenta.
El que Jesús fuera a la sinagoga de su pueblo Nazaret y se pusiera en pie para hacer la lectura de la Ley o el Profeta les sorprendía y al tiempo les llenaba de un orgullo patrio, aunque ya habían llegado noticias hasta ellos de lo que hacía y enseñaba en otros lugares. Era uno de ellos y les llenaba de orgullo. Hoy han leído al profeta Isaías con palabras de profundo sentido mesiánico y el comentario que Jesús hace a aquel texto cuando todos los ojos estaban puestos en El les sorprende. Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de escuchar’.
¿Quién puede atreverse a hacer una afirmación tan categórica? Estaban acostumbrados a las explicaciones habituales que hacían los maestros de la ley que por tan repetidas ya hasta les sonaban huecas. Y ahora Jesús se atribuye autoridad casi de profeta para hacer esta afirmación tan rotunda. Hoy se cumple esto que acabáis de oír’. No son anuncios de futuro, sino que son palabras que hablan de un hoy, aquí y ahora. La sorpresa tenía que ser grande. Como se dirá en otro lugar, ¿dónde ha aprendido estas cosas? Si El no es otro que el hijo del carpintero; ahí está su familia, ahí están sus parientes que todos conocemos. La sorpresa y también el desconcierto va en aumento.
Pero más sorpresa se va produciendo en ellos cuando van asimilando el mensaje que Jesús quiere transmitirles. Con las palabras del profeta les está queriendo hacer ver ese tiempo nuevo y ese mundo nuevo que por la fuerza del Espíritu El anuncia ahora tiene que comenzar a realizarse. Es una Buena Nueva la que se anuncia y se anuncia para los pobres, para los oprimidos, para los que se sienten esclavizados de alguna manera, para los pecadores.
Llega el tiempo de la amnistía y del perdón, es el tiempo de la gracia, el año de gracia, pero ese perdón y gracia es para todos, tiene un carácter universal. No es solo para ellos que se han considerado siempre el pueblo elegido de Dios sino que esa gracia será para todos. Y les recuerda lo sucedido en tiempos de Elías y Eliseo, dos grandes profetas. La gracia de Dios llegó para una viuda que no era del pueblo de Israel, era fenicia, era pagana, era de Sarepta de Sidón, tierras de la gentilidad. De la misma manera la curación del leproso por parte de Eliseo fue precisamente también en otro gentil, Naamán, el sirio. Mucho les quería estar diciendo Jesús con estos dos testimonios.
Si en una primera sorpresa la presencia de Jesús y la lectura del profeta con su primer comentario les había producido admiración, ahora todo se está transformando y será la ira la que aparecerá en aquellas gentes que quieren incluso despeñarlo por un barranco. Pero Jesús pasó en medio de ellos sin que pudieran hacerle nada.
Se suele comentar que este texto de la presencia de Jesús en la sinagoga de Nazaret, que está inseparablemente unido al que escuchamos el pasado domingo, es algo así como un texto programático de lo que iba a ser el actuar de Jesús. Ya decíamos que era también como una epifanía, una manifestación de Jesús a su pueblo señalando claramente su misión. Las palabras y el actuar de Jesús no vienen como a edulcorar nuestros oídos con palabras que sean de nuestro agrado. La misión salvadora de Jesús es la que es, y así se ha de manifestar jesus. A lo largo del evangelio contemplaremos esa sorpresa y admiración que se va produciendo en algunos, pero veremos también el rechazo de otros que consideran poco menos que heréticas y blasfemas las palabras y el actuar de Jesús. Este texto, podemos decir, es también anuncio de pascua, porque es anuncio de vida y de pasión, de muerte pero también de resurrección porque es lo que Jesús ha de realizar y de cómo se ha de manifestar esa salvación que nos trae y que es una salvación universal, para todos.
También nosotros hoy tenemos que situarnos con toda sinceridad ante este texto de la Palabra de Dios. Ese hoy’ que Jesús anunció no fue solo para otro tiempo, sino que es el aquí y ahora de la salvación para nosotros y para este mundo de hoy. Tenemos que sentirnos hoy directamente interpelados por estas palabras de Jesús. Esa buena nueva que se nos anuncia, esa liberacion y salvación que Jesús nos trae nos pide una respuesta. Una respuesta en un sí con toda nuestra vida a ese ofrecimiento salvador que nos hace el Señor, pero que también ha de convertirnos a nosotros en signos de esa salvación para todos.
El evangelio de Jesús es una novedad que llega a nuestra vida para ponernos en camino, para hacernos salir de nuestras rutinas y comodidades, para arrancarnos de un estilo de religión cómoda y donde nos quedamos siempre en lo mismo, en unos ritos que realizamos, en unos cumplimientos rutinarios, o en unos méritos que vamos conquistando con algunas cosillas que vamos ofreciendo. Ese mensaje liberador de Jesús tiene que interpelarnos, hacernos salir de nuestras comodidades, buscar caminos nuevos por donde salir a llevar esa buena noticia de Jesús a todos.
Esa Buena Nueva de Jesús no nos puede dejar con los brazos cruzados sino que nos hace arremangarnos para ponernos en camino de anuncio de Evangelio para todos. Es lo que hoy nos pide la Iglesia en nombre de Jesús. Dejémonos sorprender por su Palabra.




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