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jueves, 7 de febrero de 2019

Dejemos actuar a Dios a través de nuestros gestos sencillos y pongamos siempre la disponibilidad del amor en lo que hacemos



Dejemos actuar a Dios a través de nuestros gestos sencillos y pongamos siempre la disponibilidad del amor en lo que hacemos

Hebreos 12,18-19. 21-24; Sal 47;Marcos 6,7-13

Cuando tenemos que salir, ya sea porque tenemos que realizar una gestión o porque tengamos que ir de viaje, prepararemos antes cuidadosamente lo que pensamos que vamos a necesitar, ya sean las cosas para realizar esa gestión o aquello que pensamos que vamos a necesitar en esos días de viaje. sobre todo cuando hacemos viajes un poco más extensos en el tiempo, sobre todo en las primeras ocasiones terminamos llevando abultadas maletas o equipajes en esa previsión de todo lo que nos pudiera suceder. ya con más experiencia no abundaremos en tantas cosas porque habremos aprendido quizá a valernos con menos cosas y dejamos atrás lo que sea innecesario. siempre los preparativos los haremos, sin embargo cuidadosamente.
Mira por donde hoy escuchamos a Jesús cuando envió a sus discípulos a anunciar el Reino y sin embargo les dice que nada de mochilas, nada de equipajes ni de túnicas de repuesto, nada incluso de previsiones monetarias, que simplemente se contenten con un bastón para el camino. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto’. simplemente la disponibilidad para hacer el anuncio que les encarga y que simplemente se acojan a quienes generosamente les abran las puertas de su casa.
El anuncio que han de realizar nos busca ni se sustenta en apoyos humanos. Solamente han de ir con la autoridad de la generosidad, de la disponibilidad y del amor. Y su vida y sus personas han de ser signos verdaderos del Reino porque van llevando siempre consigo el mensaje de la paz. Han de ir sanando corazones rotos, alejando con su presencia el mal que tantas veces se ha hecho presente en la vida de los hombres. Les dió ‘autoridad sobre los espíritus inmundos’, nos dice el evangelista y que ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban’.
La misión que Jesús confió entonces a los apóstoles que había escogido y la misión que nos sigue confiando a nosotros hoy. Es la misión de la Iglesia, que es la misión de cada cristiano. Es el mismo anuncio y los mismos signos que nosotros hemos de realizar; es la misma disponibilidad y el mismo amor con que nosotros hemos de ir.  Muchas veces nos preocupamos mucho a la hora de nuestro apostolado de los medios de los que tendríamos que disponer, y preparando tanto los medios quizá no nos preparamos nosotros.
Hace unos días en una reunión con un grupo cristiano que me habían pedido que les acompañara en su formación me había preocupado enormemente de preparar todo para la reunión con diversos medios de proyección de video, ordenador y demás; cuando fuimos a comenzar la reunión resultó que aquellos medios fallaron, el ordenador no quiso funcionar, no se pudo hacer la proyección y parecía que aquello había sido un fracaso. Pero no desistimos, comenzamos nuestra oración y comenzamos a desarrollar el encuentro sin aquellos medios especiales, y la reunión resultó de lo más rica, la gente participó con entusiasmo, hablamos y dialogamos  y fuimos profundizando en el mensaje del tema, de manera que se nos pasó el tiempo casi sin darnos cuenta. En la pobreza de los medios que nos fallaron dejamos actuar a Dios y se pudo realizar algo maravilloso.
Quizá pensamos, por otra parte, que aquellos milagros que realizaban los apóstoles son cosas excepcionales que nosotros no podemos realizar. ¿Estamos seguros? Nosotros si podemos ir por nuestro mundo curando los corazones rotos, nosotros sí podemos ir ayudando a que la gente se libere del mal, arrancando la maldad del corazón. Interpretamos muchas veces demasiado a la letra las palabras que nos dice el evangelio y no  nos damos cuenta cómo nosotros podemos ir realizando por el mundo esas mismas acciones de las que nos habla Jesús y que son signo de la llegada del Reino de Dios.
Primero nosotros hemos de saber ir llenos de paz y de amor, y cuando llevamos la paz en el corazón nuestros gestos, por pequeños que sean, se convierten en signos para los demás con los que anunciamos el Reino, con los que por nuestras obras estamos hablando de Jesús. Son tantos los gestos de amor, de cercanía, de amistad, de sintonía con los demás que podemos ir realizando cada dia.
Dejemos actuar a Dios a través de nuestros gestos sencillos y pongamos siempre la disponibilidad del amor en lo que hacemos.



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