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domingo, 25 de marzo de 2018

Es domingo de ramos pero será bueno que nos preguntemos si al celebrar la pascua este año vamos a terminar por ser un poquito mejores y nuestro mundo será mejor


Es domingo de ramos pero será bueno que nos preguntemos si al celebrar la pascua este año vamos a terminar por ser un poquito mejores y nuestro mundo será mejor

Isaías 50, 4-7; Sal. 21; Filipenses 2, 6-11; Marcos 14, 1–15, 47

‘Mirad que subimos a Jerusalén…’ les había anunciado repetidamente Jesús a los discípulos. Ellos no habían sabido entender. Subir a Jerusalén era normal sobre todo por la fiesta de la Pascua para los judíos o también alguna de las otras fiestas establecidas en la ley mosaica. Menos aun entendían lo que Jesús les decía que el Hijo del Hombre iba a ser entregado en manos de los gentiles y que sufriría muerte de cruz. Habían intentado incluso quitárselo de la cabeza.
Ahora estaban ya a las puertas de la ciudad bajando por la ladera de enfrente, por el monte de los olivos y en la cercanía ya de la fiesta de la pascua eran muchos ya los que entre cantos de alegría por llegar a contemplar la ciudad de Jerusalén bajaban también en aquellos momentos. Entre los que bajaban habría muchos galileos, porque aquel era el camino normal para acercarse a Jerusalén por el valle del Jordán subiendo luego desde Jericó que habían escuchado las enseñanzas de Jesús por toda Galilea y contemplado sus signos y milagros.
Pero estaba también reciente un signo muy especial como había sido la resurrección de Lázaro, después de cuatro días enterrado, en la cercana Betania. Entre los cánticos entusiasmados por la llegada a Jerusalén, el entusiasmo de los galileos por Jesús y las noticias de la reciente resurrección de Lázaro habían caldeado el ambiente y ahora era a Jesús al que aclamaban. El había tomado prestado en una cercana aldea un borrico sobre el que iba montado y todo hizo que las gentes comenzaran a aclamar a Jesús como el que venia en nombre del Señor, alfombrando los caminos con sus mantos y cogiendo ramas de los árboles para expresar así su alegría por la llegada de Jesús a Jerusalén.
Para los discípulos cercanos todo sería asombro y entusiasmo, porque además no veían lo que Jesús había anunciado de entregas y de muerte sino los signos eran todo lo contrario de victoria. ‘¡Hosanna al Hijo de David!’, aclamaban niños y mayores con todo entusiasmo. Eran cánticos de victoria lo que se oían y que provocarían cierta reacción de los fariseos y los sumos sacerdotes porque ahora si parecía que todo se les iba de las manos.
‘Si callan los niños, gritarán las piedras’, había dicho Jesús cuando alguien se había acercado a decirle que los hiciera callar porque aquello quizá no parecía conveniente. Jesús acepta aquellas aclamaciones aunque sabe que a los pocos días aquellas aclamaciones cambiarían. Pero es su entrada para la Pascua y aquella iba a ser una pascua especial porque sería la pascua definitiva, la pascua nueva y definitiva que traería el paso salvador de Dios en medio de los hombres para siempre.
Los cristianos también en este domingo conmemoramos y celebramos también esa entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. También nosotros nos unimos a los niños hebreos en este día para aclamar al Señor y también con palmas y ramos de olivo queremos salir al encuentro del Señor que viene a nuestra Jerusalén, a nuestra vidalol. Queremos entender bien todo el sentido que tienen esas aclamaciones porque son un anticipo de los Aleluyas que vamos a cantar en la mañana de Pascua.
Queremos entender, sí, el anuncio de Jesús sobre el sentido de su subida a Jerusalén y por eso en estos días vamos a celebrar todo el misterio pascual de Cristo, vamos a celebrar y conmemorar su pasión y su muerte pero nosotros si entendemos lo que El también había anunciado – y tanto le costaba entender a los discípulos – de que al tercer día resucitaría.
Y todo esto no lo queremos vivir de cualquiera manera, no lo queremos vivir de una manera superficial, no queremos ser meros espectadores que contemplamos un espectáculo. Demasiado espectáculo estamos haciendo de nuestra semana santa hasta convertirla en una fiesta de interés turístico. Las imágenes que tendrían que servirnos para contemplar y meditar toda la crudeza de la pasión de Cristo, que fue una pasión de amor, demasiado se han convertido desde una devoción no siempre bien entendida en ostentación de joyas y de riquezas que están bien lejos del verdadero sentido de la pasión y muerte de Jesús.
Tenemos que saber interiorizar bien todo el sentido de nuestras celebraciones y aunque es bueno que también proclamemos ante todos en la vía publica lo que es nuestra fe, hagámoslo desde el verdadero sentido que tiene que tener para nosotros la celebración de la pascua. ¿Sentiremos en verdad ese paso salvador de Dios por nuestra vida que nos transforma y nos hace vivir en un nuevo sentido de amor?
Cuando terminemos todas nuestras celebraciones ¿vamos a ser mejores y hemos logrado que el mundo sea un poquito mejor? ¿Qué anuncio de Buena Nueva salvadora estaremos haciendo en estos días? ¿Llegará el evangelio a los corazones de nuestros hermanos – y también a nuestro corazón – no porque veamos unas imágenes que desfilan en unas procesiones sino porque cala hondo el mensaje de Jesús que interroga nuestra vida para hacer un mundo mejor?
Amigo que lees estas páginas de mi blogspot te invito a que tomes en tus manos estos días la Biblia y la abras por los relatos de la pasión en los distintos evangelistas. Este año en el Domingo de Ramos leemos la pasión según el evangelista Marcos. Detente un poco en tus actividades, encuentra momentos de sosiego y de silencio y escucha a Dios en tu corazón, déjate interrogar por el relato de la pasión de Jesús y deja que el Espíritu del Señor vaya transformando tu vida. Seguro que inspirará muchas cosas en tu corazón. Será una forma hermosa de hacer pascua. Subamos también nosotros con Jesús a Jerusalén para celebrar la Pascua.



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