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martes, 27 de marzo de 2018

Queremos poner amor, aunque sabemos que nuestro amor tantas veces está viciado con nuestro pecado, pero ahí queremos decirle nosotros a Jesús que iremos con El


Queremos poner amor, aunque sabemos que nuestro amor tantas veces está viciado con nuestro pecado, pero ahí queremos decirle nosotros a Jesús que iremos con El

Isaías 49, 1-6; Sal 70;  Juan 13, 21-33. 36-38

Comienzo  hoy haciéndome una reflexión de cómo se sienten aquellos que se ven traicionados quizá por sus mas cercanos o por aquellos en los que se había puesto mucha confianza. tiene que ser una experiencia dura y amarga; habías puesto amor y confianza y ahora ves que aquellos por los que quizá hiciste mucho bien sin embargo te dan la espalda o peor te apuñalan por la espalda haciéndote daño con sus actuaciones o sus criticas. Se siente uno como impotente y quizá puedan ocurrírsele muchas reacciones incluso violentas si no se tiene la suficiente serenidad y madurez para afrontarlo.
En estos momentos previos a la pascua y sabiendo Jesús todo lo iba a suceder comienza a desvelarles a sus discípulos más cercanos la tragedia que se acerca. ‘Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar’. Aquellas palabras surtirían el efecto de un jarro de agua fría echada sobre sus vidas cuando tanto le querían aunque no terminaran de entender todo su misterio. Sutilmente Jesús señala quien es el traidor con las palabras que Jesús le dirige a Judas Iscariote, pero aun ellos siguen sin sospechar todo lo que habría de pasar.
Pero Jesús les habla de su glorificación; palabras que podrían ser confusas para ellos dado las esperanzas que habían puesto en su futuro Mesías que sospechaban que era Jesús y según la manera que tenían de entender lo que significaba el Mesías. Pero bien entendemos nosotros que Jesús se estaba refiriendo a su muerte. Ahí en la cruz se iba a manifestar la gloria de Dios. No era a la manera del Tabor, o de la experiencia que alguno habría vivido allá con el Bautista en el desierto cuando el Bautismo de Jesús.
La gloria del Señor se iba a manifestar en su entrega, en su dolor y en su sufrimiento de una muerte en Cruz que era el signo del mayor amor. Jesús era consciente de ello y para eso  había subido a Jerusalén sabiendo que había llegado su hora. Ahora en la cena pascual todo eran signos que anticipaban ese momento de gloria, aunque la tristeza comenzaba a abrumarles en lo que estaban presintiendo que iba a suceder.
Pero los discípulos están dispuestos a todo. Allí está Pedro prometiendo lo que no iba a ser capaz de cumplir en aquel momento. `Aunque todos, yo’, decía. ‘Daré mi vida por ti’, protesta Pedro. Pero Jesús le anuncia que él también va a fallar; habrá un traidor que lo entregará por treinta monedad, pero él lo negará por el miedo y la cobardía de ser descubierto como discípulo de aquel que estarían juzgando y condenando entonces ante el Sanedrín. ¿Con que darás tu vida por mí?, le dice Jesús. Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces’.
Traiciones, negaciones, abandonos todo se va a ir sucediendo. Es la tragedia que comienza. Pero es el momento grande de la glorificación. Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros. Me buscaréis, pero lo que dije a los judíos os lo digo ahora a vosotros: "Donde yo voy, vosotros no podéis ir’.
Y aquí estamos nosotros ante el comienzo de la pasión. Aquí estamos  nosotros también con nuestro lado oscuro muy lleno de negaciones, de miedos, de cobardía, de traiciones, de abandonos. Aquí estamos nosotros con nuestras sombras, las sombras de nuestros pecados, pero que estamos buscando la luz, la vida, el perdón, la gracia, el amor de Dios que se derrocha sobre nosotros.
Queremos poner amor, aunque sabemos que nuestro amor tantas veces está viciado con nuestro pecado, pero ahí queremos decirle nosotros a Jesús que iremos con El, que estaremos con El, que queremos dejarnos lavar por su sangre, por su gracia, que queremos llenarnos de su vida, que queremos vivir intentadamente su pascua que tiene que ser nuestra pascua, el paso salvador de Dios por nuestra vida.
 

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