Cuántas cosas buenas recibimos de los otros casi sin darnos cuenta, vayamos de forma positiva por la vida con nuestro agradecimiento y nuestra ternura
Daniel 9,4b-10; Sal 78; Lucas 6,36-38
Quienes hayan experimentado el amor en sus vidas, porque se hayan sentido
amados incluso sin merecerlo, no pueden hacer otra cosa que amar de la misma
manera. Yendo directa y brevemente sin mas preámbulos al mensaje que nos trata
de trasmitir hoy el evangelio esa es la enseñanza de Jesús y la razón de su
mandamiento del amor.
Como nos decía el profeta Daniel ‘a nosotros nos abruma hoy la vergüenza… porque hemos pecado
contra ti… aunque nosotros nos hemos rebelado, el Señor, nuestro Dios, es
compasivo y perdona…’ ¿Cuál es la respuesta que nosotros tendríamos
que dar?
Muchas veces en la vida nos endurecemos por dentro; juzgamos y
condenamos, estamos al acecho de lo que los otros puedan hacer mal o en lo que
nos puedan ofender, vamos con mala cara por la vida como si fuéramos furiosos
con todo el mundo, nuestras reacciones se llenan de violencia, las palabras que
salen de nuestra boca son siempre negativas con nuestros desprecios y
discriminaciones, andamos siempre quejándonos de todo porque todo nos parece mal. No podemos ir así de
negativos por la vida; esa visión de amargura con la que caminamos parece que
quiere contagiar de amargura y violencia a los demás; tenemos que romper ese círculo
para comenzar a ver la vida con una mayor positividad.
Sepamos ser agradecidos. Siempre hay una flor que nos pueda alegrar el
camino; podemos descubrir una sonrisa, tenemos que aprender a distinguir ese
gesto de humildad y de generosidad que alguien puede tener con los demás, saber
apreciar lo que los otros están compartiendo con nosotros que parece que no nos
damos cuenta porque en la vida no vamos ni de solitarios ni de autosuficientes.
¿Cuántas personas han colaborado con su trabajo y su buen hacer para
que tú puedas comerte ese trozo de pan? Y así podíamos pensar en mil cosas más.
Es cierto que todo ese trabajo ha sido debidamente retribuido que se expresaré
en un coste para tu poder tener ese pan, pero
no pensemos en lo económico simplemente, sino en cuanto cada persona va
dejando de si para hacer eso de lo que tu ahora te estas beneficiando. ¿No tendríamos
que aprender a apreciarlo? De la misma manera que tu estás poniendo tu granito
de arena con tu quehacer en lo que beneficia a los demás.
Otras tienen que ser las actitudes y posturas con que hemos de andar
por la vida. Sepamos descubrir las señales del amor. Y hoy Jesús nos pide que
manifestemos nosotros esas señales de amor con nuestra compasión, con nuestra
misericordia, con la ternura que tratemos a los demás. Y nos recuerda Jesús,
como Dios que es compasivo y misericordioso. Comenzábamos recordando lo que nos
decía el profeta Daniel, reconociendo nuestro pecado y nuestra indignidad
sintiendo vergüenza por lo que hemos hecho, pero al mismo tiempo recordando el
amor generoso de Dios.
Es lo que nos enseña y nos pide Jesús. Y esa compasión y misericordia,
esa ternura con que hemos de ir por la vida se manifiesta en nuestros juicios
que nunca pueden ser condenas, en nuestro perdón generoso como generoso es el
amor de Dios. Como nos dice Jesús ‘dad, y se os dará: os verterán una medida
generosa, colmada, remecida, rebosante. La medida que uséis, la usarán con
vosotros’.
ro es que tenemos que
reconocer que es la medida que ya Dios ha usado con nosotros con toda la
generosidad y ternura de su amor. Sintámonos de verdad amados y comenzaremos a
amar nosotros también.
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