Ante lo que nos sucede o nos puede suceder no valen ni fatalismos ni estoicismos, ni desesperanzas ni abandono de obligaciones sino vigilancia en la responsabilidad y esperanza ante la vida futura
Sabiduría 13,1-9; Sal 18; Lucas 17,26-37
‘Comían, bebían,
compraban, vendían, sembraban, construían…’ así refería Jesús lo que era la vida
ordinaria de la gente y pone dos situaciones distintas. Les recuerda los
tiempos de Noe con el diluvio universal, y los tiempos de Lot y la destrucción
de las ciudades de Sodoma y Gomorra. La vida
transcurría con normalidad, hacían lo que se hace todos los días y en todos los
tiempos y vinieron aquellas catástrofes del cielo, ya fueran aquellas lluvias
torrenciales que todo lo inundaron, o aquel fuego bajado del cielo que destruyo
aquellas ciudades del valle del Jordán, fuera lo que fuera lo que realmente
sucedió.
Como sucede en todos los
tiempos, hacemos nuestra vida, comemos, bebemos, compramos, vendemos,
trabajamos, construimos, hacemos vida de familia, nos relacionamos con los demás,
y nos suceden cosas inesperadas, un terremoto, unas inundaciones, un volcán que
todo lo destruye… Noticias de este tiempo escuchamos continuamente. ¿Significa
eso que hemos de vivir la vida con un fatalismo al que no nos podemos oponer? ¿Nos
desesperamos o vivimos estoicamente aguantando lo que venga por que nada
podemos hacer? ¿Dejamos de cumplir con lo que es nuestra vida porque quizá en algún
momento nos pueda sobrevenir algún tipo de calamidad o catástrofe? ¿Vivimos con
miedo o sin sentido porque no sabemos como ni cuando va a ser el final de todo?
No es eso lo que nos quiere
decir Jesús. Ni fatalidades ni estoicismos. No nos puede abrumar la
desesperanza de ninguna manera. Tampoco nos vale abandonar nuestras
obligaciones porque las cosas pueden suceder de manera inminente. Es una tentación
que se puede tener como se ha tenido en todos los tiempos y así han surgido
formas de pensamiento y sentidos o sin sentidos de la vida. Ya san Pablo
advierte a los cristianos de Tesalónica que no se podía abandonar las
obligaciones; había corrido el pensamiento de que la segunda venida del Señor
era inminente y ya algunos se dedicaron a vivir sin trabajar. Es cuando san
Pablo les deja aquella sentencia de que ‘el que no trabaja que no coma’.
Jesús quiere invitarnos a
la esperanza y a la vigilancia. Tienen las palabras de Jesús también un sentido
escatológico de hablarnos del final de los tiempos, pero quiere advertirnos también
de la responsabilidad con que hemos de vivir el momento presente. Hay unas
obligaciones y responsabilidades con la vida que no podemos abandonar. Pero no
olvidamos que todo esto terreno tiene un final pero que vivimos con
trascendencia cada uno de los momentos de la vida con sus responsabilidades y
esperamos una vida sin fin, un más allá, digámoslo así, que nos habla de vida
eterna en el encuentro definitivo con el Señor.
Vigilancia, atención al
momento presente y al futuro que ha de venir, responsabilidad en la vida pero
trascendencia en lo que hacemos, esperanza de una plenitud que un día en Dios
hemos de encontrar, y prepararnos para ese momento del encuentro definitivo con
el Señor que queremos que sea siempre para vida y para salvación.
En estos momentos finales
del año litúrgico tendremos oportunidad de seguir abundando en nuestra reflexión
con el tema.
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