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miércoles, 6 de septiembre de 2017

No podemos seguir siendo conservadores en la hora de la tarea de la nueva evangelización y saber encontrar nuevos caminos de encuentro con nuestro mundo


No podemos seguir siendo conservadores en la hora de la tarea de la nueva evangelización y saber encontrar nuevos caminos de encuentro con nuestro mundo

Colosenses 1,1-8; Sal 51; Lucas 4,38-44

Algunas veces nos sale a flote un cierto regusto conservador que casi sin darnos cuenta llevamos dentro de nosotros. Nos sentimos a gusto en una cosa, en una situación, en un lugar o incluso en un trabajo y no sentimos la inquietud o la curiosidad de buscar algo distinto o algo nuevo. Nos parece un riesgo que no queremos correr. Si estamos tan bien aquí por qué vamos a buscar otra cosa, pensamos. Tenemos miedo a lo mejor y nos contentamos con lo simplemente bueno, por miedo quizá a perderlo y quedarnos sin nada.
Nos sucede en muchas situaciones de la vida cuando nos falta ese deseo de superación y crecimiento; perdemos la ilusión y las ganas de mejorar quedándonos en lo de siempre; terminamos siendo incapaces de seguir poniéndonos metas altas por las que luchar, porque nos puede mas la desgana y caemos en la rutina de lo de siempre. Y la vida tiene que renovarse, como se renuevan constantemente las células de nuestro cuerpo. Necesitamos ese empuje del espíritu joven y emprendedor.
Hoy Jesús en el texto del evangelio de este día nos da un buen ejemplo que nos vale en esa tarea de superación personal en que todos hemos de vivir, pero también en la tarea de evangelización en la que tenemos que estar comprometidos. La iban muy bien las cosas a Jesús en Cafarnaún, iba los sábados a la sinagoga a enseñar, la gente se quedaba admirada de sus palabras, realizaba signos que corroboraban la veracidad del mensaje que les trasmitía, podía realizar la tarea de la caridad en todo su esplendor cuando le llevaban enfermos para que los curase, pero Jesús quiere marcharse a otro lugar.
A la mañana siguiente - nos dice el evangelista y eso es más que una expresión cronológica – Jesús se va al descampado – otro evangelista al narrarnos paralelamente este mismo hecho nos dice que se fue a solar a orar – y allí van a buscarlo. Quieren retenerlo, que se quede con ellos, allí puede seguir haciendo tantas cosas buenas, a ellos les gusta escucharle, pero Jesús les dice que tiene que ir también a otros lugares. Por muy cómodo que estuviera en Cafarnaún en casa de Pedro su misión era más amplia, más universal. Comenzará su recorrido por todos los pueblos y aldeas de Galilea; en esa ocasión nos dice el evangelista que llegó también a las sinagogas de Judea.
Ya lo hemos dicho. Nos sentimos a gusto en nuestro circulo de siempre, donde creemos que allí están los buenos, los buenos de siempre; nos cuesta salir, y al encuentro de otra gente nueva, de otras personas, a esos que quizá llamamos alejados, pero que quizá están lejos porque a ellos nunca ha llegado el mensaje.
Sucede en nuestra iglesia, sucede en nuestras parroquias; nos contentamos con los que ya vienen y con ellos queremos trabajar, nos sentimos a gusto en las cosas que ya hacemos de siempre, pero ¿y los otros? ¿Y esos que nunca vienen, o vienen de forma ocasional? ¿Para ellos no hay también una palabra de luz, de vida, un anuncio de salvación, un anuncio de Jesús, un anuncio de buena nueva?
Hoy en nuestras iglesias, en nuestras parroquias estamos viendo mucho un cartel que nos dice EN SALIDA. Pero tengo miedo que se quede en palabras, en buenos deseos, y no seamos capaces de llegar mas allá de los de siempre, de los muros de nuestras iglesias; no terminamos de llegar a esos lugares apartados y no es solo físicamente porque muchas veces los tenemos en la misma plaza del pueblo, de esas gentes que no tienen noticia de Jesús.
Tenemos que salir, ir de verdad al encuentro de los otros con ese mensaje del evangelio, aunque sean muchas las dificultades; quizá ahí encontremos una respuesta más generosa que la que dan los de siempre, los que siempre estamos metidos en nuestras iglesias. No podemos seguir siendo conservadores en la hora de la tarea de la nueva evangelización y tenemos que saber encontrar nuevos caminos de encuentro con los hombres y mujeres de nuestro mundo.

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