¿Puedo quedarme con los brazos cruzados sin hacer nada cuando los pobres de
mi entorno siguen sin escuchar la Buena Nueva de gracia y salvación?
Tesalonicenses 4,
13-17; Sal 95; Lucas, 4, 16-30
‘Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír’, les dice Jesús
a la gente de Nazaret cuando aquel sábado fue a la sinagoga. Había proclamado
el texto de Isaías: ‘El
Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado para
anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y
a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año
de gracia del Señor’. Y es
todo el comentario que hace.
¿Podríamos decir lo mismo
nosotros hoy? Es la pregunta que siempre me hago. ‘Me ha enviado a anuncia
la Buena Nueva a los pobres…’ decía Isaías. Hemos sido enviados a anunciar
la Buena Nueva a los pobres, los pobres de este mundo, los pobres de hoy, los
pobres que están en nuestro entorno igual que los que están lejos… ¿Hacemos ese
anuncio realmente?
Miro en mi entorno. Pobres… sí,
gente con pocos recursos, que pasa necesidades, que tiene problemas para que el
dinero les alcance hasta final de mes aun sin derrocharlo. Pobres… y pensamos
en todos esos que lo pasan mal, pero no nos podemos quedar ahí. Miro en mi
entorno… algunas veces no sabemos realmente los problemas que tiene la gente
porque cada uno andamos metidos en nuestras cosas. Pero hay tantas pobrezas si
queremos abrir bien los ojos.
Pobres… y ve uno caminar a la
gente sin ilusión metidos en sus rutinas de cada día que casi parece que no
apetezcan más, gentes sin esperanza, sin ser capaces de darle trascendencia a
sus vidas, sino que se quedan en el día a día de ahora y hoy. Pobres… uno no
sabe bien lo que hay alrededor pero vemos caminar a la gente sin fe, sin Dios,
materializados, o solo pensando en pasarlo bien sin más y como sea.
Pobres… y pasan a nuestro lado y
ni los miramos ni nos miran, cada uno a sus cosas, nadie se interesa por nadie,
hemos perdido las motivaciones y razones de una buena vecindad; ya no somos vecinos,
somos personas que vivimos unas al lado de las otras porque las casas están
contiguas pero nada más, no hay relaciones, no hay trato, no hay conocimiento
mutuo. Y eso son pobrezas porque son carencias fuertes las que afloran en sus
vidas, en nuestras vidas también porque no somos capaces de hacer nada para que
esas cosas cambien.
Y podríamos seguir fijándonos
mucho mas en todo lo que hay en nuestro entorno y de lo que no nos enteramos
porque ya no somos capaces de mirar, no sabemos mirar, andamos como ciegos.
Mientras estos escribiendo esta reflexión mis ojos están recorriendo mi calle,
mi barrio, mis alrededores, cada una de sus casas, detrás de cuyas puertas no
sé realmente lo que hay o lo que pasa. Quizá yo sea también uno de esos pobres por
la pobreza de mi reacción y por tantas cosas que no hago.
Y en el evangelio hemos leído
ese texto de Isaías que proclamaba Jesús en la sinagoga de Nazaret y del que decía
que esa escritura se estaba cumpliendo allí. ‘Me ha enviado a anuncia la
Buena Nueva a los pobres…’ Y yo me pregunto ¿Quién les hace ese anuncio de
Buena Nueva a esos pobres que están en nuestro entorno? ¿Habrán escuchado
alguna vez ese anuncio a pesar de que se digan cristianos y hayan bautizado a
sus hijos y todo eso que se suele hacer?
Quien haya escuchado ese anuncio
de Buena Nueva se tiene que sentir liberado, transformado, con una alegría y
una esperanza nueva en sus corazones, que les tiene que llevar a una nueva
forma de vivir. Lamentablemente la mayoría de los cristianos no es eso de lo
que damos señales. Nos falta alegría y esperanza y nuestra vida sigue siendo
igual de fría y rutinaria, por no decir sigue llena de tantas ataduras y
esclavitudes. Me temo que algo nos está fallando para que no se cumpla esa
Palabra de Jesús en nosotros, hoy y aquí.
¿Puedo quedarme con los brazos
cruzados sin hacer nada cuando los pobres de mi entorno siguen sin escuchar esa
Buena Nueva de gracia y salvación? Hoy se está diciendo y repitiendo en nuestra
Iglesia que estamos en salida camino de una nueva evangelización.
¿Ciertamente le vamos a hacer ese anuncio de Buena Noticia a esos pobres que
nos rodean o nos quedaremos en bonitas palabras, buenos deseos, y simples
gestos?
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