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jueves, 27 de julio de 2017

Dichosos nosotros, nos viene a decir Jesús, que tenemos la posibilidad de escuchar la Palabra de Dios y sentir por la fuerza del Espíritu la presencia del Señor en nuestra vida

Dichosos nosotros, nos viene a decir Jesús, que tenemos la posibilidad de escuchar la Palabra de Dios y sentir por la fuerza del Espíritu la presencia del Señor en nuestra vida

Éxodo 19,1-2.9-11.16-20b; Sal.: Dn 3,52.53.54.55.56; Mateo 13,10-17
‘¿Por qué les hablas en parábolas?’, le preguntan los discípulos a Jesús cuando llegan a casa y ellos mismos le piden que les explique las parábolas.
Cuantas veces nos cuesta entender las cosas más sencillas. Parece que buscamos cosas complicadas y las sencillas no las entendemos. Se nos embota la mente. Andamos despistados según sean nuestras preocupaciones en ese momento; cuando hay cosas que nos agobian parece que se nos cierra la mente para no llegar a ver lo más elemental.
Otras veces no queremos entender, nos hacemos oídos sordos porque no nos conviene, pasamos de largo como si miráramos para otro lado. O no entendemos porque ya nosotros nos hemos hecho nuestra idea, nuestra manera de ver las cosas que algo nuevo que se nos presente, aunque sea lo mas sencillo y lo más que nos convenga no lo queremos ver; parece que primero están nuestra ideas. Y nos hacemos un dialogo de sordos tantas veces en nuestra comunicación con los demás, porque estamos muy empeñados en llevar lo nuestro pero no escuchamos lo que el otro quiera decirnos. Así andamos por la vida.
Esto nos sucede en muchos aspectos de la vida, en nuestras relaciones sociales cuando queremos poner distancias con ciertas personas, o cuando no queremos comprometernos en algo que sabemos que deberíamos hacer; cuantas veces miramos para otro lado para no ver, cerramos los oídos para no oír ni escuchar, caminamos por la vida como si fuéramos sobre nubes para no ver la tierra que pisamos, la realidad con que nos topamos cada día.
A la pregunta que le hacen los discípulos a Jesús de por qué les habla en parábolas Jesús responde diciéndonos que muchas veces oímos sin entender y miramos sin ver porque tenemos embotado el corazón. Son tantas las cosas que nos pueden embotar el corazón. Recuerda lo anunciado por el profeta: Así se cumplirá en ellos la profecía de Isaías: Oiréis con los oídos sin entender; miraréis con los ojos sin ver; porque está embotado el corazón de este pueblo, son duros de oído, han cerrado los ojos; para no ver con los ojos, ni oír con los oídos, ni entender con el corazón, ni convertirse para que yo los cure".
Son las posturas negativas que podemos tener ante la Palabra de Dios que se nos proclama; son las posturas que nos tomamos ante Jesús, a pesar que decimos que creemos en El. Es la desconfianza que mostramos ante aquellos que tienen la misión de trasmitirnos la Palabra de Dios; son los prejuicios que nos hacemos contra la Iglesia a la que pertenecemos pero que tanta veces escuchamos solo en lo que nos interesa.
Hoy Jesús les dice a los discípulos: ‘¡Dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis vosotros y no lo vieron, y oír lo que oís y no lo oyeron’. Dichosos nosotros también nos viene a decir Jesús que tenemos la posibilidad de escuchar la Palabra de Dios y sentir por la fuerza del Espíritu la presencia del Señor en nuestra vida. Ojalá nos hagamos dignos de esa bienaventuranza porque así abramos nuestro corazón a la Palabra del Señor.

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