Acojamos con actitud generosa esa semilla en nuestra vida sabiendo que el Señor nos quiere a nosotros también sembradores de una buena semilla cada día
Éxodo 16, 1-5. 9-15; Sal 77; Mateo 13,
1-9
Se sentó Jesús junto al lago y al venir mucha gente a escucharle se subió
a una barca y desde allí se puso a enseñarles mucho rato en parábolas. Podemos
imaginarnos fácilmente la escena. Una mañana soleada como suele suceder junto
al lago de Tiberíades. Las gentes que van y vienen de sus tareas pero que se
encuentran con Jesús sentado junto al lago y en torno a El se arremolinan.
Quieren escucharle. Sus palabras los cautivan; la noticia corre de boca en boca
y todos acuden hasta Jesús. Se sienta en una barca, pues desde allí todos
pueden verle y escucharle mejor. Y les hablo en parábolas.
Un recurso muy normal entre los orientales y muy apropiado para que lo
entienda la gente sencilla. Las imágenes penetran hondamente en el alma
ayudando a entender las palabras, el mensaje. Será un recurso repetido por Jesús.
Lo importante es que la Palabra llegue a todos, la semilla caiga en toda
tierra, esperando que dé fruto.
Es en si mismo el mensaje de la primera parábola que les ofrece. Un
sembrador que sale a sembrar la semilla; a voleo va lanzándola por todas
partes, lo que hará que no toda la semilla caiga en una tierra igualmente
preparada. Será el propio camino, serán los abrojos de las orillas de los
campos, serán terrenos pedregosos no apropiados para acoger debidamente esa
semilla, serán buenas tierras dispuestas a que se puedan recoger buenos frutos.
Es la variedad de la vida de los hombres con sus distintas actitudes o
con distinta apertura de su corazón para recibir algo nuevo en sus vidas. Es el
reflejo también de nuestra propia vida, muchas veces parece que muy disponible,
pero en ocasiones con ataduras que nos arrastran, pasiones que nos encierran,
negatividades que nos hacen duros e inaccesibles, indiferentes a lo que pase a
nuestro alrededor si no es para calmar nuestros caprichos.
Nos es fácil hace una lectura de la parábola simplemente fijándonos en
los demás y en cuanto sucede a nuestro alrededor olvidando que cuando lo
hacemos así no somos esa tierra fértil y fecunda porque estamos dejando meter
en nosotros muchos matorrales que nos impiden acoger nosotros los primeros esa
semilla de la Palabra. Por eso siempre hemos de acudir con actitud sincera, con
deseos de abrir bien nuestro corazón, de quitar todas esas rémoras en nuestra
vida que nos arrastran hacia abajo y no nos dejan caminar libres y generosos.
Acojamos con actitud generosa esa semilla en nuestra vida sabiendo que
el Señor nos quiere a nosotros también sembradores de la Palabra de Dios en
medio de nuestro mundo. Seamos capaces de sembrar una buena semilla cada día.
Lo intento con estas reflexiones que os ofrezco cada día.
Hace nueve años tal día como hoy inicie la siembra con este blogpost https://la-semilla-de-cada-dia.blogspot.com.es/ y van ya 3341 semillas sembradas por este
medio que llega a los más diversos rincones del mundo como se manifiesta en las
estadísticas con una cifra cercana a las trescientas mil visitas. Lo expreso
con humildad y dando gracias a Dios. Espero que Dios me ayude a seguir
sembrando aunque sea con torpeza esa buena semilla por el mundo. Aquella primera
semilla fue dedicada a los abuelos en este día de san Joaquin y Santa Ana https://la-semilla-de-cada-dia.blogspot.com.es/2008/07/abuelos-qu-importante-sois-para.html
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