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viernes, 24 de junio de 2016

El mundo necesita luz, unos testigos de la luz verdadera y en esta fiesta del nacimiento del Bautista hemos de recordar el testimonio del evangelio que estamos llamados a dar hoy

El mundo necesita luz, unos testigos de la luz verdadera y en esta fiesta del nacimiento del Bautista hemos de recordar el testimonio del evangelio que estamos llamados a dar hoy

Isaías 49, 1-6; Sal 138; Hechos 13, 22-26; Lucas 1, 57-66. 80

‘Vino un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo, para dar testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran en El. No era él la luz sino testigo de la luz’. La voz que grita en el desierto, como habían anunciado los profetas, para preparar los caminos del Señor. No era el Mesías; decía él que tampoco era el profeta, aunque como diría Jesús era profeta y más que profeta, el mayor nacido de mujer; era el que venía con el espíritu y el poder de Elías para reconciliar a los padres con los hijos y preparar al Señor un pueblo bien dispuesto.
Hoy celebramos su nacimiento. Y de la misma manera que entonces la noticia corrió por toda la montaña de Judea y todos se alegraron en su nacimiento, nosotros hacemos fiesta, una  fiesta muy arraigada en la entraña del pueblo cristiano con multitud de tradiciones y costumbres ancestrales.
No nos queremos quedar nosotros en simples costumbres y tradiciones quizá muchas veces con un cierto paganismo y alejadas del verdadero sentido cristiano, sino que queremos valorar en todo su sentido lo que significó el nacimiento de Juan y escuchar el anuncio y testimonio que él quiere seguir haciéndonos hoy y la invitación que nos está haciendo a un nuevo compromiso.
Era como nos decía el evangelio de Juan el que venia a dar testimonio de la luz, era un testigo, para todos creyéramos en Jesús. Es su misión, anuncio y testimonio. ¿No necesitará el mundo de hoy esos testigos que hagan anuncio y que den testimonio? El mundo necesita luz, necesita unos testigos de la luz verdadera. Nosotros los cristianos nos decimos iluminados por esa luz. No nos la podemos guardar para nosotros solos. Tenemos que dar testimonio de esa luz, para que todos puedan encontrarla, para que todos puedan verse iluminados por esa luz, para que lleguen a creer de verdad en Jesús.
Para eso vino Juan y hoy nosotros tenemos que ser ese Juan que dé testimonio de la luz frente a nuestro mundo. El Papa nos está llamando continuamente a que salgamos al encuentro de los hombres de hoy con nuestra luz. Nuestras comunidades cristianas nos están invitando continuamente a que realicemos esa misión en medio de nuestro mundo. Tenemos que ser misioneros del evangelio, evangelizadores en nuestro mundo de hoy que aun llamándose cristiano y manteniendo incluso muchas tradiciones no está lo suficientemente evangelizado, porque no está suficientemente impregnado del evangelio de Jesús.
Lo mencionábamos antes en referencias a las tradiciones que se reviven en estos días de la fiesta de san Juan muchas de ellas de origen pagano. Muchas veces inconscientemente nosotros los cristianos nos dejamos llevar por esas llamadas de la sociedad a resucitar esas viejas tradiciones olvidándonos de su origen pagano porque quizás nosotros mismos no estamos suficientemente iluminados por el evangelio para saber distinguir todas esas cosas. Y ya sabemos como hay gente interesada en borrar la estela del cristianismo en nuestra sociedad y se vale de esa vuelta a costumbres antiguas de origen pagano que quieren hacer resucitar. Es en lo que hemos de tener mucho cuidado los cristianos en que no se nos paganicen nuestras fiestas cristianas.
Es la tarea que tenemos que realizar. Es el testigo que hoy en esta fiesta de tanta alegría por el nacimiento de Juan tenemos que recoger para ir a hacer ese anuncio.  Dejarnos impregnar nosotros del evangelio para llevar la verdadera luz de Jesús a nuestro mundo.

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