Nace Jesús, nace la vida, nace el Salvador y todo se llena del resplandor del amor, de la paz, de la esperanza, de una nueva comunión
Is. 9, 1-3.5-6; Sal. 95; Tito, 2, 11-14; Lc. 2, 1-20
‘La gloria del Señor
los envolvió de claridad’
nos dice el evangelista tras el anuncio del ángel a los pastores de Belén. ‘Os traigo una buena noticia, una gran
alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David os ha nacido un
Salvador: el Mesías, el Señor’. Y la noche de Belén se llenó de
resplandores.
Lo habían anunciado los profetas con la belleza de sus
imágenes sugerentes. ‘El pueblo que
caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaban en sombras de muerte y una
luz les brilló’. Hoy es la noche del brillo de esa gran luz. Hoy es el día
en que nos ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor, como anunciaban los
ángeles. A nosotros también llega esa luz, ese nuevo resplandor. ‘Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la
salvación para todos los hombres’. Es el regalo de Dios, ‘gracia de Dios’ que nos llena a todos de
luz y de alegría.
Los pastores se llenaron de alegría y fueron corriendo
hasta Belén donde encontraron todo como les había dicho el ángel. ‘Encontraron a María y a José, y al Niño
acostado en el pesebre’. Nosotros también en este día nos llenamos de alegría.
La alegría de la Navidad contagia a nuestro mundo de manera que todos celebran
navidad aunque algunos no sepan aún muy bien cual es la razón profunda de esa
alegría tan contagiosa.
Es una alegría que tiene su origen en nuestra fe, en el
misterio cristiano que nosotros celebramos, el nacimiento de Jesús. Pero toda
alegría se contagia, y todos vivimos en alegría en estos días, todos queremos
celebrar la navidad, aunque no todos lo celebren de la misma manera y desde las
mismas motivaciones. Pero aprovechemos esos momentos de alegría y de paz que
bien lo necesitamos en medio de nuestras oscuridades.
Es lo que estamos hoy nosotros celebrando y que hemos
de vivirlo con toda intensidad y con hondo sentido. Es algo que tenemos que
vivir hondamente. No podemos dejarnos por el ambiente de una navidad
superficial. Algunos podrán pensar qué como podemos celebrar estas fiestas de
navidad y vivir con alegría cuando son tantas las oscuridades de nuestro mundo
hoy. Pero nosotros vivimos en esperanza.
Lo que nos decía el profeta del pueblo que caminaba en
tinieblas y en sombras de muerte también nos describe nuestra situación hoy.
Violencias y guerras, soledades y abandonos, odios y resentimientos, rupturas
de todo tipo en la familia, en la sociedad, entre los más cercanos y los más
lejanos se repiten, gente que vive a su aire encerrada en su individualismo nos
encontramos por doquier y es tentación que todos tenemos, desesperanzas y
tristezas, sufrimientos y angustias de todo tipo… son muchas las oscuridades
que se resaltan en nuestro entorno y acaso también en nuestra vida.
Pero como decía el profeta ‘vio una luz grande… una luz les brilló’. Cuando nosotros en esta
noche o en este día de Navidad estamos celebrando el nacimiento de Jesús
estamos viendo aparecer esa luz. Nos brilla también a nosotros esa luz grande. Ya
recordábamos como la noche de Belén se llenó de un nuevo resplandor y aquella
luz comenzó a brillar en un humilde establo y a los primeros que iluminó fue a
los pobres, a unos pastores que estaban al raso vigilando en la noche sus
rebaños.
Para nosotros, para nuestro mundo tiene que brillar de
verdad la luz de la Navidad que brota del nacimiento de Jesús, el Señor, el
Salvador. Viene Jesús a nuestra vida para iluminar nuestras tinieblas, para que
aprendamos a salir de nuestras oscuridades, para que aprendamos que es posible
hace que brille una nueva luz en nuestro mundo, porque es posible transformar
nuestros corazones, cambiar nuestras actitudes y nuestras maneras de vivir,
comenzar a ser de verdad unos hombres nuevos que nacen de los resplandores de
Belén.
Nace Jesús, nace la vida, nace nuestra salvación y
ponemos paz frente a la violencia, ponemos esperanza ante tantas desilusiones
que amargan los corazones de tantos, y ponemos espíritu de fraternidad y de
comunión frente a tanta insolidaridad e individualismo, y pondremos cercanía y
compañía para que nadie nunca se encuentre solo, y buscaremos la concordia y la
comunión para romper las barreras de la desunión, y haremos vencer el amor
sobre los odios y los rencores.
Es navidad. Es lo que queremos vivir. Es lo que es
nuestro compromiso en el nacimiento del Señor. Pensemos que nosotros los
cristianos tenemos que hacer visible en nuestro mundo esa presencia de Dios,
esa visita de amor que El nos hace con el nacimiento de su Hijo. Viviendo esa
nueva luz que surge del nacimiento del Señor nos convertiremos en signos y en
testigos ante nuestro mundo para hacerles llegar la verdadera alegría, para
hacerles vivir esa nueva y profunda alegría que surge del nacimiento de Jesús.
Nos vamos a dejar transformar por su amor y por su vida para que en verdad
hagamos un mundo mejor, un mundo donde todos nos amemos y seamos felices.
Tenemos que darle hondura a nuestra navidad. Que de verdad hagamos entre todos
una Feliz Navidad. Es lo que os deseo a todos de corazón.
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