Gracias, Señor, porque en tu misericordia has visitado a tu pueblo con el nacimiento de Jesús iluminando nuestras vidas y llenándonos de la paz de la salvación
Lucas, 1, 67-80
Estos días fui a visitar a un sacerdote mayor, bastante
anciano, que me recibió con muy buena acogida y estuvimos largo rato charlando,
y al final de la visita cuando ya me marchaba me dijo con mucha emoción ‘gracias por la visita’. Realmente he de
reconocer que muchas veces en mi ministerio cuando visitaba a los enfermos y a
los ancianos la mayoría de ellos, por no decir todos, se expresaban siempre con
el mismo sentimiento de gratitud. ‘Gracias
por la visita’.
Me vais a decir que no descubro nada nuevo porque es de
bien nacidos el ser agradecidos como dice nuestro refranero popular. Es hermoso
que en la vida seamos agradecidos; es hermoso que seamos agradecidos los unos
con los otros cuando nos visitamos o nos prestamos cualquier servicio. ¿Por qué
comienzo mi reflexión con estos comentarios?
Si nos fijamos en el evangelio que en esta mañana del
ultimo día del Adviento hemos escuchado esas son las palabras que escuchamos en
boca del anciano sacerdote Zacarías. ‘Bendito
sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo’.
Dios le había concedido un hijo en su vejez; el ángel del Señor le había
explicado cual era el sentido y la misión del niño que nacía, que venia ‘con el espíritu y el poder de Elías, para
reconciliar a los padres con los hijos… y para preparar al Señor un pueblo bien
dispuesto’. Aquel nacimiento de Juan a quien íbamos a llamar el Bautista
era la señal de la visita de Dios a su pueblo, ‘suscitando una fuerza de salvación como lo había prometido desde
antiguo por medio de sus santos profetas’.
Terminará su cántico proclamando una vez más ‘por la entrañable misericordia de nuestro
Dios nos visitará un sol que nace de lo alto para iluminar a los que están en
tinieblas y en sombras de muerte y para dirigir nuestros pasos por el camino de
la paz’. Es el canto de agradecimiento al mismo tiempo que el anuncio de
aquel que va a nacer, ‘sol que nace de lo
alto’ y que es la visita definitiva de Dios para traernos la luz, la paz,
la salvación.
Ya estos días pasados hemos reflexionado también sobre
esa visita de Dios que veíamos significada en la visita de María a su prima
Isabel. Y es para lo que ahora nosotros, ya en este ultimo día del Adviento,
queremos seguir preparándonos, para esa visita de salvación que tiene que
significar la navidad en nuestra vida.
Si Zacarías era capaz de bendecir y dar gracias a Dios
porque estaba viendo esa visita salvadora de Dios en el nacimiento de su hijo, ‘el profeta del Altísimo que irá delante del
Señor para preparar sus caminos, para anunciar a su pueblo la salvación con el
perdón de los pecados’, cuánto más nosotros que ya tenemos a Jesús tenemos
que saber dar gracias a Dios por su visita de amor. ‘Gracias, Señor, por tu visita’, tenemos nosotros también que saber
decirle al Señor.
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