El verdadero sentido de la fe lleva a la mayor ganancia y plenitud para el hombre engrandeciendo su dignidad
Gálatas
2, 19-20; Sal
33; Juan
15, 1-8
Cuando no se ha captado
el sentido profundo que tiene nuestra fe y cómo la fe no anula a la persona
sino, todo lo contrario, la engrandece, nos encontraremos con los que nos van a
decir que la fe a ellos no les sirve para nada, porque lo que hace es coartarle
su libertad o la dignidad de su persona. Es un grave error en el que fácilmente
se cae desde un desconocimiento de lo que es el verdadero sentido de la fe que
no solo nos viene a ayudar a descubrir y vivir todo el misterio de Dios, sino
también, podríamos decirlo así, todo el misterio del hombre.
La fe no nos anula. La
fe nos ayuda a encontrar la verdadera plenitud del hombre, el sentido más
profundo de nuestra vida. Hablamos fácilmente de libertad y queremos quitar
toda norma porque decimos que eso coarta nuestra libertad; pero en nombre de
esa libertad ¿no nos sucederá que muchas veces más bien nos dejamos llevar por
nuestros caprichos o simplemente nuestros deseos y pasiones más terrenas?
‘Vivo yo pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí’, decía san
Pablo. ¿Significa eso que estoy anulando mi vida? Todo lo contrario, en Cristo
encuentro toda la plenitud para mi existencia, la mayor grandeza. Vivir a
Cristo es vivir en la mayor libertad, es vivir en el amor, es aprender a
encontrar mi verdadera grandeza dándome como Cristo se dio y se entregó.
Mientras me estaba haciendo esta reflexión me llegó el
siguiente mensaje que transcribo porque realmente es hermoso y abunda en lo que
estamos ahora reflexionando: ‘¿QUÉ GANO O PIERDO REZANDO? Gano en paz, pierdo
violencia. Gano generosidad, pierdo tacañería. Gano en compañía, pierdo
soledad. Gano valor, pierdo cobardía. Gano cielo,
pierdo tierra. Gano ilusión, pierdo tristeza. Gano fe, pierdo incredulidad.
Gano esperanza, pierdo apatía. Gano hermandad, pierdo egoísmo. Gano humildad,
pierdo vanidad. Gano sinceridad, pierdo mentira. Gano transparencia, pierdo
suciedad. Gano autenticidad, pierdo falsedad. Gano a Dios, pierdo al demonio.
No es cuestión de saber lo que gano rezando sino lo mucho y malo que pierdo rezando. Ese lugar, el más
tranquilo, es Dios. Ese lugar, el más seguro, es Cristo. Ese lugar, el más
indicado, es el Espíritu. Ese lugar, el más garantizado, es la fe’. (P. Javier Leoz)
Con mi fe todo es
ganancia, plenitud. Eso me ha de hacer estar unido más y más a Cristo, como nos
enseña en el evangelio. ‘Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada’, le hemos escuchado decir. Y
cuando nos habla de sarmientos que han de dar fruto, nos habla también de la
poda para dar mejor fruto, de la purificación que hemos de ir haciendo en nuestra
vida para poder vivir más unidos a El y alcanzar mayor plenitud.
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