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jueves, 18 de junio de 2015

‘¡Señor, enséñanos a orar!’, enséñanos a decir ‘Padre’, a sentir tu amor, a amar con tu amor


‘¡Señor, enséñanos a orar!’, enséñanos a decir ‘Padre’, a sentir tu amor, a amar con tu amor

2Corintios 11,1-11; Sal 110; Mateo 6,7-15
En otro lugar del evangelio los discípulos porque ven con frecuencia orar a Jesús - ¡cómo sería aquella oración que de tal manera los impresionaba!  - le piden que les enseñe a orar. En este evangelio Mateo nos sitúa la enseñanza de Jesús sobre la oración en el marco del sermón de la montaña, porque aquí quiere recoger el evangelista lo que viene a ser lo programático del mensaje de Jesús. De ahí que en este marco nos deje la enseñanza fundamental sobre la oración.
Y Jesús comienza diciéndonos que para orar no necesitamos muchas palabras. ‘Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis’. Con la enseñanza de Jesús podríamos decir que una sola palabra basta, llamar a Dios ‘Padre’. Ahí está todo encerrado. Por ahí tendríamos siempre que comenzar. Es la primera expresión de fe y de amor que tendríamos que decir. Mas que decir creo que lo que tendríamos es que sentir.
Decir ‘Padre’. es sentirnos amados porque somos hijos; decir ‘Padre’ es llenarnos de confianza; decir ‘Padre’es ponernos en las manos de Dios; decir ‘Padre’ es decir que queremos amar; decir ‘Padre’ es comenzar a mirar a Dios con nuevos ojos, con los ojos de un hijo que se siente amado; decir ‘Padre’ es comenzar a mirar a los que están a nuestro lado como hermanos; decir ‘Padre’ es sentirnos humildes delante de El; decir ‘Padre’ es sentirnos perdonados porque Dios sigue confiando en nosotros; decir ‘Padre’ es ponernos en un camino nuevo, el del amor, el de buscar la paz, el de trabajar por la justicia, el de construir el Reino; decir ‘Padre’ es no sentirnos abandonados nunca porque la providencia de Dios nos cuida aunque muchos sean los problemas que tengamos; decir ‘Padre’ es sentir la paz de Dios en nuestro corazón; decir ‘Padre’ es sentir su fuerza para luchar, para hacer el bien, para apartarnos del mal, para vencer la tentación. Decir ‘Padre’ es el gozo más grande que podemos sentir en el alma.
‘¡Señor, enséñanos a orar!’, le pedimos; enséñanos a decir ‘Padre’, a sentir tu amor, a amar con tu amor. 

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