Creemos en verdad un mundo más
humano siendo capaces de ser comprensivos los unos con los otros y capaces de
perdonarnos
2Corintios
6, 1-10; Sal
97; Mateo
5, 38-42
‘Yo, en cambio, os
digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en
la mejilla derecha, preséntale la otra’. Contrapone Jesús esta sentencia al dicho comúnmente
aceptado por todos de ‘Ojo por ojo, diente por diente’, que hemos de reconocer
que sigue siendo aun hoy norma de actuar de muchos.
Quizá esa expresión del ‘ojo por ojo y diente por diente’ habían nacido como un querer
poner un cierto límite a los deseos de venganza que surgen en el corazón cuando
se nos hace daño. Se limitaba para que nadie se excediera en que la venganza no
podía sobrepasar el límite de la injuria recibida. Pero Jesús nos cambia los
esquemas.
‘No hagáis frente al
que os agravia’, no
entres en la espiral de la violencia, sino más bien crea el circulo del amor.
La violencia engendra fácilmente violencia; lo comprobamos todos los días en
nuestras relaciones, en lo que vemos a nuestro alrededor y hasta en lo que guía
las relaciones a más alto nivel, dígase de unos grupos contra otros o de unas
naciones contra otras. Pensamos que con la violencia vamos a resolver las
cosas, sin darnos cuenta de que quien sufre violencia, aunque nosotros digamos
que es por un castigo merecido, va a hacer surgir en el corazón de quien la
sufre resentimientos, rencores, odios, deseos de revancha y provocará más
violencia interior y que también se va a manifestar en las cosas que hagamos.
Es el estilo nuevo de los que escuchamos a Jesús y
queremos vivir en los parámetros del Reino de Dios. Qué terrible es cuando el
odio se mete en el corazón y no sabemos apagar ese fuego tormentoso. ‘Dichosos los que trabajan por la paz’,
nos diría Jesús en las bienaventuranzas; dichosos nosotros si somos capaces de
ir sembrando semillas de paz verdadera en el corazón de los hombres, porque
siempre estamos dispuestos al perdón, a la misericordia, a la compasión.
Cuanto nos cuesta comprender esto y, sobre todo, cuanto
nos cuesta vivirlo. Quizá en una reflexión serena lo podemos ver claro, pero
cuando llega a nosotros la violencia, cuando nos sentimos heridos u ofendidos
cuánto nos cuesta hacer brotar de nuestro corazón el perdón y no perder la paz
en nuestro interior.
Decíamos antes que ‘el
ojo por ojo y el diente por diente’ sigue siendo norma de conducta hoy para
muchos. Les cuesta comprender y aceptar con humildad ese don del perdón y de la
misericordia. Quizá hasta hablamos de hacer hoy un mundo mejor, y hablamos de
respeto y de libertades y de no sé cuantas cosas más, pero cuando llegamos a
este punto de perdonar cuando somos injuriados, por ahí ya no pasamos y se nos
viene abajo todo lo otro que habíamos dicho de esas relaciones humanas entre
todos. Ya escuchamos muchas veces casi como chance o como burla el que nos
repitan esas palabras de Jesús de poner la otra mejilla. Nos quedamos en la
anécdota, por así decirlo, pero no somos capaces de entrar en la orbita del
perdón.
Creemos en verdad un mundo más humano, y sabiendo como
sabemos que todos somos débiles y cometemos errores tengamos como un valor
importante el que seamos capaces de ser comprensivos los unos con los otros y
capaces de perdonarnos.
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