Unas relaciones personales basadas en la sinceridad y en la confianza para una felicidad verdadera
2Reyes, 17, 5-8.13-15.18; Sal. 59;Mt. 7, 1-5
El mensaje que Jesús nos ofrece es un mensaje de
salvación, pero hemos de saber reconocer que en esa salvación que Jesús nos
ofrece lo que quiere es el bien y la felicidad del hombre. Eso significa que
abarca todos los aspectos de la vida con lo que todo el ámbito de nuestras
relaciones personales entre unos y otros queda enmarcado en ese deseo de Jesús
del bien y la felicidad del hombre, de toda persona. En todo lo que son
nuestras relaciones humanas Jesús quiere iluminarnos con la luz del evangelio,
porque de la rectitud y bondad de esas relaciones entre unos y otros va a
depender también nuestra felicidad.
Me gusta recordar aquellas primeras páginas de la
Biblia en las que vemos que Dios quiere la felicidad del hombre y cuando se
produce esa ruptura del hombre consigo mismo, del hombre en su relación con los
demás y del hombre con su creador es cuando entramos en un mundo de infelicidad
y de dolor para el corazón humano. Y es ahí donde aparece inmediatamente ese
anuncio de salvación, ese anuncio de quien va a venir a traer la salvación que
viene a restaurar esas relaciones rotas y perdidas.
Nos baste ver que tras la desobediencia y el pecado
donde el hombre se destruye a sí mismo inmediatamente aparecen las discordias,
las desconfianzas, el orgullo, las culpabilidades que se echan los unos a los
otros con una falta terrible de solidaridad.
Hoy nos habla Jesús en el sermón del monte, donde se
nos presenta por así decirlo todo un programa evangélico de lo que ha de ser el
Reino de Dios, se nos habla, digo, de esas relaciones entre unos y otros que se
rompen con nuestras desconfianzas y orgullos; aparecen los juicios y las
condenas, así como el orgullo de creerse mejor o superior al otro.
Jesús nos habla de que no hemos de juzgarnos los unos a
los otros, porque ‘la medida que uséis la usarán con vosotros’. ¿Por qué
entramos en ese mundo de juicios y de condenas mutuas? ¿No será en cierto modo
una falta de confianza en el otro y de que el otro pueda hacer una cosa son
rectitud y con buena intención? ¿No pudiera ser también de alguna manera que
nos dejamos arrastrar por el orgullo y nos consideramos superiores o mejores que
los demás porque nosotros nos creemos que somos los únicos que hacemos las
cosas bien? ¿no será una falta de madurez por nuestra parte que nos impide ser
humildes de verdad para reconocer que también nosotros tenemos fallos y podemos
hacer las cosas mal?
Es importante que nos preguntemos por qué hacemos
juicios de los otros, qué es lo que tenemos en nuestro interior para ser tan
inmisericordes con los fallos o las faltas de los demás, mientras nosotros
siempre nos queremos encontrar disculpas para hacer lo que hacemos cuando
tenemos fallos o hacemos las cosas mal. Mucho de todo eso que hemos mencionado
puede haber en nuestros juicios y condenas. Jesús quiere que cambiemos esas
actitudes hondas de nuestro corazón que a la larga no nos van a hacer más felices
sino todo lo contrario.
Qué distintas serían nuestras mutuas relaciones cuando
hay verdadera confianza en los demás y arrancamos de nosotros esos orgullos. Es
necesario que aprendamos a aceptarnos mutuamente, también con nuestros posibles
defectos y fallos porque reconocemos que también nosotros los tenemos. Unas
relaciones basadas en esa sinceridad y esa confianza serán mucho más humanas y
a la larga a todos nos ayudarán a crecer más como personas. Por eso decíamos
que la luz del evangelio nos va iluminando también esas cosas que nos parecen
menos importantes, pero que nos ayudarán a ser más humanos, más comprensivos, a
tener unas relaciones más amigables y llenas de bondad.
Que el Señor nos dé humildad y buen corazón arrancando
de nosotros todo atisbo de soberbia y orgullo. Que nos dé fortaleza para ser
sinceros y quitar los miedos de las desconfianzas y seamos capaces siempre de
aceptarnos mutuamente como somos. Que sepamos tendernos la mano para ayudarnos
y caminar juntos y corregirnos y dejarnos corregir también cuando sea
necesario.
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