Unos fundamentos para nuestra vida que nos llevarán a la plenitud de nuestra existencia los encontramos en Dios
2Reyes, 24, 8-17; Sal. 78; Mt. 7, 21-29
¿Cuáles son los cimientos sobre los que fundamentamos
nuestra vida? Uno en la vida se va haciendo unos criterios que son los que uno
se rige y motiva para aquello que quiere hacer o cómo quiere hacerlo. En la
medida en que vamos madurando vamos encontrando esos valores que son
importantes para nosotros por los que luchar y los que le van a dar sentido a
aquello que hacemos y vivimos.
Sin esos valores, sin esos principios caminaríamos como
a la deriva y sin rumbo porque sería señal de que no hemos encontrado el norte
y sentido de nuestra vida. Uno tiene que saber por qué lucha, qué es lo que
busca y para qué trabaja, porque es encontrar sentido para nuestro vivir. Sin
eso parece como que la tierra fuera arena movediza debajo de nuestros pies que
nos hace que nos hundamos o no sepamos a qué agarrarnos o en qué apoyarnos. Lo
malo sería que pasaran los años por nuestra vida pero aun andemos como
infantilizados sin saber donde encontrar ese fundamento de nuestra vida.
Hoy nos habla Jesús de la construcción de un edificio que
puede estar hecho sobre arena o sobre roca. Cuando lleguen los vendavales y las
lluvias según sean los cimientos podrá o no podrá aguantar sus embates. Pero es
una imagen que nos propone Jesús para que pensemos cuáles son nuestros
fundamentos, nuestros cimientos. Es el edificio de nuestra vida, pero en su
sentido más hondo; es el edificio de nuestra vida cristiana y es entonces
cuando tenemos que plantearnos cuál ha de ser el fundamento de nuestro ser
cristiano. Es en el fondo preguntarnos por nuestra fe; es preguntarnos donde
encontramos el sentido y la razón de ser de nuestra fe y de nuestra vida
cristiana. Algo que no podemos tomarnos a la ligera.
No nos basta decir que nosotros somos muy religiosos y
que tenemos mucha fe si eso luego no se traduce en actitudes de nuestra vida,
en lo que hacemos y en lo que vivimos. Ya nos dice Jesús ‘no todo el que me dice > entrará en el Reino de los cielos, sino el que
cumple la voluntad de mi Padre que está en cielo’.
Buscar la voluntad de Dios, cumplir la voluntad de Dios.
Decir que
somos creyentes y en nuestro caso decir que somos cristianos no es simplemente
una aceptación teórica de Dios sin mayores repercusiones para nuestra vida. No
es simplemente contentar a Dios porque un día le hicimos unas promesas y ahora
las cumplimos porque le habíamos pedido que nos ayudara en nuestros apuros. Tiene
que ser algo mucho mas hondo, algo que cale hondo de verdad en nuestra vida. Es
querer buscar la gloria de Dios, porque sintiendo que Dios es verdaderamente el
centro de nuestra vida, queremos que luego todo lo que hacemos gire, por así
decirlo, en torno al sentido de Dios.
¿Qué hizo
Jesús? ‘Mi alimento es hacer la voluntad
del Padre’, proclamó en una ocasión, como había dicho en su entrada en el
mundo como nos dice la carta a los Hebreos ‘aquí
estoy, oh Padre, para hacer tu voluntad’. El nos va manifestando
continuamente a lo largo del Evangelio que es el enviado del Padre y como en
todo hace lo que le dice el Padre. Y cuando llega el momento supremo de su
entrega al inicio de la pasión, aunque desde su dolor pide que pase de El aquel
cáliz que va a beber, sin embargo aceptará no que se haga su voluntad, sino la
voluntad del Padre.
Es nuestro
camino; es el fundamento ultimo que le vamos a dar a nuestra vida, porque
además cuando nos sentimos amados de Dios hasta el punto de enviarnos a Jesús
para darnos la salvación y hacernos por la fuerza del Espíritu sus hijos,
nuestra respuesta no puede ser otra que buscar en todo lo que es la voluntad de
Dios para cumplirla. Es lo que nos está enseñando hoy.
Por eso
con la imagen del edificio construido sobre arena o sobre roca, nos está
enseñando que lo haremos sobre uno u otro en la medida que escuchemos su
Palabra y la pongamos en práctica. ‘El que escucha estas palabras mías y las pone
en práctica, se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca…’
Por muchos que fueran los vendavales y tormentas no se hundiría la casa. Si
edificamos nuestra vida en la Palabra de Dios, en lo que es la voluntad de Dios
la tendremos bien fundamentada, porque en verdad habremos encontrado el sentido
profundo de nuestra vida que nos dará la mayor felicidad como habíamos
comenzado reflexionando.
Busquemos
entonces los verdaderos fundamentos de nuestra vida, que solo en Cristo
encontraremos en plenitud.
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