Pequeños y pobres en nuestros medios y capacidades, en pobreza y austeridad somos los enviados del Señor
Hechos, 13, 46-49; Sal. 116; Lc. 10, 1-9
Celebramos
hoy la fiesta de dos grandes misioneros de la Europa más oriental, los pueblos
eslavos, y que han sido constituidos como patronos de Europa, san Cirilo y San
Metodio. Su origen estaba en la Iglesia Oriental, puesto que en Constantinopla
se habían formado y enviados por el patriarca de la Iglesia Oriental - aun no
se había producido la ruptura de la Iglesia - fueron evangelizando grandes
extensiones de la Europa Oriental.
Aunque
Cirilo muere pronto en Roma, Metodio seria luego enviado como Obispo y legado
papal a aquellas Iglesias que allí se iban constituyendo. Es importante la
labor que realizaron de inculturización del Evangelio en aquellos pueblos pues a ellos se debe el traducir el evangelio
al lenguaje de aquellos pueblos eslavos, incluso inventando una nueva forma de
escribir - caracteres cirílicos se les llama - para su mejor entendimiento.
Es por lo
que el Papa los constituyó en Patronos de Europa junto con san Benito que hasta
entonces era considerado el único Patrono de Europa y luego otras santas
proclamadas en el mismo sentido por el Papa Juan Pablo II. No es momento ahora
de extendernos mucho más en estos aspectos y patronazgos.
De ellos
destacamos su tarea evangelizadora y que es por donde ha de ir el mensaje que
nosotros recibamos en esta fiesta. Por una parte la lectura de los Hechos de
los Apóstoles nos manifiesta la apertura del anuncio del evangelio a los
gentiles, tarea a la que se dedicó de manera especial Pablo y en el evangelio
hemos escuchado el envío que hace Jesús de sus discípulos de dos en dos para
que anuncien a todos el Reino de Dios.
‘La mies es abundante, los obreros pocos. Rogad, pues,
al dueño de la mies que envíe obreros a su mies’,
les encarga Jesús a los discípulos cuando los envía. Y además los envía desde
la pobreza y la austeridad; no han de preocuparse de llevar cosas materiales
que les auxilien en su tarea. Han de ser mensajeros de paz. ‘Cuando entréis en una casa, decid primero:
paz a esta casa’.
Nos quieren
significar mucho estos encargos de Jesús cuando hace el envío de sus discípulos
con su misma misión. Primero, la oración que será el motor verdadero de toda obra
buena, de la tarea evangelizadora que hemos de realizar. Porque esto tenemos
que mirarlo por nosotros mismos. Es la tarea de cada cristiano que se ha de
sentir enviado por el Señor, porque siempre tenemos que ser testigos, pero me
vais a permitir que piense en este momento en quienes hemos recibido una
especial misión del Señor por una vocación, una llamada que hemos recibido del
Señor; y pienso en los sacerdotes, en los misioneros, en los religiosos y
religiosas que se han consagrado al Señor y que tienen y tenemos esta misión de
Jesús en medio del mundo.
Si cuando
consideramos la tarea que realizaron san Cirilo y san Metodio en aquellas
regiones inmensas de Europa, también nosotros cuando nos sentimos enviados por
Jesús nos damos cuenta del campo inmenso que tenemos por delante y nos podremos
sentir pequeños y pobres ante la tarea que hemos de realizar. Pero no es
nuestra tarea, es la obra del Señor; en su nombre somos enviados; con la fuerza
de su gracia allá vamos nosotros a hacer ese anuncio del Evangelio. Por eso
rogamos al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. En su nombre vamos
nosotros a esparcir por el mundo la semilla de la Palabra de Dios.
Nos
podemos sentir pequeños y pobres en nuestros medios y en nuestras capacidades,
con esa pobreza y austeridad, decíamos, nos ha enviado el Señor. Como diría san
Pablo en un texto que muchas veces habremos escuchado y meditado, ‘este tesoro lo llevamos en vasos de barro,
para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios, no proviene de
nosotros’. Somos siervos inútiles en las manos del Señor, pero de los que
el Señor se quiere valer para que se haga ese anuncio del Evangelio. Somos
débiles y pecadores los que tenemos que hacer ese anuncio, pero no es a
nosotros a quienes nos anunciamos, sino que anunciamos el nombre de Jesús que
en nosotros también obra maravillas, a pesar de nuestra debilidad y de nuestro
pecado.
Por eso os
pedimos que recéis al Señor por nosotros, para que, a pesar de nuestra
debilidad y nuestra pobreza, seamos fieles al Señor y a la misión que se nos ha
encomendado y seamos también cada día más santos porque sintamos que esa
palabra que anunciamos es a nosotros a quienes primero tiene que llegar y
producir sus frutos. Así tenéis que rezar por los sacerdotes, por los misioneros,
por los religiosos y religiosas y todos los que se han consagrado al Señor para
que seamos fieles, para que anunciemos de verdad el nombre de Jesús en quien
nosotros, los primeros, hemos encontrado la gracia y la salvación.
Puede ser
un buen compromiso que surja de esta fiesta de los patronos de Europa, san Cirilo y san Metodio, que hoy estamos
celebrando.
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