Bajó Jesús a Cafarnaún allí donde estaba el dolor y la oscuridad
1Tes. 5, 1-6.9-11; Sal. 26; Lc. 4, 31-37
‘Bajó a Cafarnaún,
ciudad de Galilea, y los sábados enseñaba a la gente’. Es importante este aspecto en que
nos habla de que bajó. No es sólo una descripción geográfica lo que nos quiere
manifestar sino yo diría un lugar teológico. Como luego Lucas nos hablará
insistentemente de su subida a Jerusalén, que culminará con la Pascua y su
Ascensión al cielo.
Ayer le escuchábamos en la sinagoga de Nazaret con el
texto del profeta Isaías. Allí está el que lleno del Espíritu viene a anunciar
la Buena Noticia a los pobres y el año de gracia del Señor. ‘El que por nosotros los hombres y por
nuestra salvación bajó del cielo y por obra del Espíritu Santo se encarnó de
María Virgen y se hizo hombre’. ¿No reconocemos las palabras del Credo? Es Dios que viene a nosotros. Tanto era
su amor que nos envió a su Hijo, que se nos dirá en otro lugar del evangelio.
Se hizo hombre; es Emmanuel, Dios con
nosotros.
Bajó a Galilea y allí se encuentra con el pueblo
creyente; pero allí se encuentra con el hombre en medio de su dolor y
sufrimiento del que viene a liberarnos. Ya otro evangelista al hablarnos del
comienzo de la actividad de Jesús por Cafarnaún y toda Galilea nos señalará que
el pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz, como había anunciado el
profeta. Jesús, luz del mundo, que viene a iluminar el corazón del hombre. ‘Enseñaba a la gente’, nos dice el
evangelista. Escuchábamos ayer en el anuncio del profeta que los ciegos verían
la luz, se les abrirían los ojos. Y ya bien sabemos que los milagros que Jesús
va realizando son signos de lo que El quiere ir realizando en nuestras vidas.
Jesús enseñaba y curaba; su palabra era luz para los
corazones, pero su presencia era una presencia liberadora, una presencia de
salvación. Allí donde está el dolor y el mal, allí llega Jesús con su
liberación salvadora. ‘Bajó para nuestra
salvación’, que confesamos en el Credo.
Los signos comienzan a multiplicarse. ‘Había en la sinagoga un hombre que estaba poseído
por un espíritu maligno, que se puso a gritar a voces’. Un hombre
atormentado por el mal, esclavizado por el maligno. Jesús, lleno del Espíritu
venía ‘para anunciar a los cautivos la
libertad… para dar libertad a los oprimidos’, escuchábamos ayer en la
sinagoga de Nazaret. Se manifiesta el primer gran signo de esa liberación.
Jesús expulsó al demonio de aquel hombre. ‘La
gente comentaba estupefacta: ¿Qué tiene su Palabra? Da órdenes con autoridad y
poder a los espíritus inmundos y salen’. Es el año de gracia del Señor, es
la salvación de Dios que llega para todos los hombres.
Y terminará diciéndonos el texto de hoy: ‘Noticias de El (de Jesús) iban llegando a
todos los lugares de la comarca’. La Buena Noticia de Jesús comienza a propagarse.
Es la Buena Noticia que es anunciada a los pobres y a los que sufren. ‘Los pobres son evangelizados’. Y la
gente comienza a reconocer a Jesús. Los que van conociendo las obras de la
salvación no pueden callarse, han de comunicarlo a los demás.
‘Bajó Jesús a
Cafarnaún’, como
comenzamos comentando. Sigue bajando el Señor hasta nosotros; aquí con nosotros
quiere estar también y viene a sanar también nuestros corazones atormentados
muchas veces con cosas que nos agobian y preocupan; viene el Señor que quiere
sanarnos y darnos vida, cuando nos sentimos débiles y con tantas limitaciones
que no son solo las limitaciones físicas propias de nuestras enfermedades o
muchos años.
Viene el Señor también a sembrar esperanza en nuestros
corazones y también tendríamos que llenarnos de alegría con su presencia, con
esa Palabra que nos ilumina y que cada día tenemos la oportunidad de escuchar.
Viene el Señor para ser nuestra fortaleza y nos da su Espíritu, y quiere
llenarnos de vida y se hace alimento y le podemos comer en la Eucaristía.
No nos contentamos con decir que Jesús bajó a Cafarnaún
como nos cuenta el evangelio sino que nosotros también tendríamos que divulgar
la noticia por todas partes de que el Señor ha estado, está con nosotros y a
nosotros también nos libera de tantas cosas y nos llena de luz y de vida. ‘Noticias de Jesús iban llegando a todos los
lugares de la comarca’. ¿Nosotros también compartimos con los demás esa
buena noticia de la fe que tenemos en Jesús?
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