Ef. 4, 1-7.11-13; Sal. 18; Mt. 8, 9-13
‘Has cimentado tu Iglesia sobre la roca de los apóstoles, para que permanezca ante el mundo como signo de santidad y señale a todos los hombres el camino que nos lleva hacia ti’, así proclamamos con la liturgia en la fiesta de los santos apóstoles.
Por eso es tan importante para nosotros celebrar la fiesta de un apóstol. A través del año vamos celebrando cada uno de los apóstoles como una proclamación de nuestra fe y al mismo tiempo como un estímulo en ese camino de fe y amor que es nuestra vida cristiana. Hoy precisamente cuando estamos celebrando la fiesta del Apóstol san Mateo hemos pedido que ‘fortalecidos con su ejemplo y con su intercesión, podamos seguirte siempre y permanecer unidos a ti con fidelidad’.
Seguir al Señor y seguirlo con fidelidad. Ejemplo de prontitud en la respuesta a la llamada del Señor es para nosotros san Mateo. Al pasar ‘vio Jesús a un hombre llamado Mateo, sentado en el mostrador de los impuestos, y le dijo: Sígueme. El se levantó inmediatamente y lo siguió’. Supo escuchar en lo hondo de su corazón la llamada del Señor y allí estaba pronto para seguirle. Como un día Pedro y los otros pescadores habian dejado las barcas y las redes y se fueron con Jesús, deja ahora Mateo sus ocupaciones, era cobrador de impuestos, - publicano, como los llamaban los judíos - ‘y se va inmediatamente con Jesús’.
No importa la condición social cuando el Señor llama. Jesús es el médico que viene a curar no a los sanos sino a los enfermos, como nos dirá hoy mismo. Mateo era un publicano, mal considerado por los judíos al que consideraban un colaboracionista con el poder y a los que tenían por ladrones, pero el Señor quiere contar con Mateo. Como un día quisiera entrar en casa de Zaqueo allá en Jericó y mereciera los comentarios maliciosos de los fariseos y escribas, ahora quiere llevarse con El a Mateo y en Mateo está esa disponibilidad de corazón para no sentirse apegado ni por lo material ni otros condicionamientos. ‘Se levantó inmediatamente y lo siguió’. Una lección para nuestra vida.
De san Mateo tenemos el primer evangelio. Evangelio de Mateo que quiere reafirmarnos en nuestra fe en Jesús que es el Mesías anunciado por los profetas en el Antiguo Testamento. Hace continuas referencias al Antiguo Testamento para afianzarnos en la seguridad de que Jesús es el Mesias prometido, en quien se cumplen todas las promesas. Así comenzará el evangelio proponiéndonos la ‘genealogía de Jesús, el Mesias, el hijo de David, el hijo de Abrahán…’ Serán muchas las citas del Antiguo Testamento que irán apareciendo a lo largo del evangelio. No podemos hacer en la brevedad de una reflexión homilética un estudio completo de todos estos textos.
Permanecer unidos a Cristo en fidelidad, pedíamos en la oración, para que andemos conforme a la vocación a la que hemos sido convocados, como nos decía el apóstol. Permanecer firmes en nuestra fe que nos exige que cada día tratemos de profundizar más y más en nuestra fe. Dar razón de nuestra fe y nuestra esperanza, que nos enseña la Escritura. Necesitamos esa proclamación firme de nuestra fe y nuestra esperanza ante el mundo que nos rodea, lo que nos exige conocer y profundizar en nuestra fe, ahondar en todo el misterio de Cristo y todo el misterio de Dios.
Vamos a comenzar dentro de unos días el ‘año de la fe’ al que nos ha convocado el Papa Benedicto XVI con motivo del cincuenta aniversario del inicio del concilio Vaticano II. Ya pocos años después de concluido el Concilio el Papa Pablo VI convocó también un año de la fe conmemorando el XIX centenario del martirio de los santos Apóstoles Pedro y Pablo. En su conclusión entonces Pablo VI proclamó el ‘Credo del Pueblo de Dios’, que también nos va a servir mucho en la reflexión que a lo largo de este año nos hagamos.
Ya tendremos ocasión de hablar más de todo esto. Si ahora hacemos mención es, desde esta fiesta del apóstol y evangelista san Mateo, para sentirnos motivados e impulsados a ese crecimiento de nuestra fe e irnos preparando también para aprovechar este año de gracia que vamos a celebrar.
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