El Señor quiere que nos llenemos de amor y de vida
Deut. 30, 15-20; Sal. 1; Lc. 9, 22-25
¿Qué quiere el Señor para nosotros? ¿Qué quiere de
nosotros? Quiere para nosotros amor y vida. Quiere de nosotros que nos llenemos
de amor y de vida. Y pensar en el amor es pensar en algo luminoso. Pensar en la
vida es pensar en la luz. Lejos, pues, de nosotros oscuridades y negruras de
muerte o que nos llenen de muerte.
Ayer comenzábamos el tiempo de Cuaresma y tenemos la
tentación de llenar este tiempo de muchas negruras. Pero yo me atrevo a decir
que es un tiempo luminoso, es una senda luminosa y llena de vida que vamos
recorriendo en la que día a día nos vayamos llenando de más luz hasta la
explosión luminosa de la noche pascual, en esa bellísima y rica liturgia de la
luz, en que contemplaremos la luz verdadera, donde querremos ser iluminados
para siempre por esa luz verdadera que es Jesús.
Las oscuridades y las negruras de muerte las tenemos en
nosotros, en nuestra condición pecadora. Pero si queremos hacer este camino
cuaresmal es para arrancarnos de esas tinieblas, para llenarnos de la luz y de
la vida. Pero, a pesar de nuestra condición pecadora, no tenemos que cargar los
tintes de las negruras y de las sombras sino que en la paleta de colores
tenemos que buscar los más luminosos, los que más nos llenen de vida.
Dios quiere llenarnos de bendiciones y de vida. Recibir
la bendición de Dios es sentir sobre nosotros esa mirada luminosa del amor,
como es siempre la mirada de Dios. Recibir la bendición de Dios es sentir su fuerza
y su vida en nosotros para llenarnos de vida
y de la misma manera nosotros llenemos de vida a los demás.
El libro del Deuteronomio nos ponía delante de nosotros
la vida y el bien, la muerte y el mal. Lo que quiere el Señor es que tomemos
caminos de vida, caminos de amor, caminos que nos llenen de las bendiciones de
Dios. Tenemos el peligro muchas veces de errar el camino, confundirnos y
escoger caminos que nos pueden parecer buenos. Miremos si están llenos de luz y
de vida, que seguro que serán caminos que nos acercan a Dios.
Es a lo que nos invita Jesús en el evangelio. No quiere
Jesús la cruz por si misma, ni la muerte por lo que pueda ser la muerte. Lo que
quiere es el amor y la vida; quien ama y se da, quien es capaz de entregarse
por otro para hacerlo feliz y llenarse de vida, quizá tenga que olvidarse de sí
mismo. Pero seguro que cuando uno ve feliz al que está a nuestro lado, no nos
importa lo que nos haya podido costar, pero a la larga nos sentiremos nosotros
con una dicha y una felicidad mejor.
Se es feliz haciendo feliz a los demás. Por eso nos
dirá Jesús que el que solo se mira a si mismo no estará caminando por un camino
de vida y de luz. Las palabras de Jesús pudieran asustarnos porque nos puedan
parecer duras, pero lo que realmente quiere Jesús es que seamos capaces de
vivir la vida en la mayor plenitud, que es la plenitud del amor. Fue su camino
que le llevó a lo alto del Gólgota, pero lo que El quería para nosotros era la
vida.
Es el camino de nuestra vida cristiana, que todo
cristiano ha de vivir en todo momento, pero que ahora en la cuaresma queremos
intensificar de manera especial. Es lo que nos decía el Papa en su mensaje para
la Cuaresma. ‘La Cuaresma nos ofrece una vez
más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la
caridad’.
Como sigue diciendo el
Papa: ‘El fruto de acoger a Cristo es una
vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse
al Señor «con corazón sincero y llenos de fe», de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos», con una atención constante para realizar junto con los
hermanos «la caridad y las buenas obras». Asimismo, se
afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en
los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta
escatológica: la comunión plena en Dios’.
Así queremos ir
realizando este camino. La Palabra de Dios que cada día vamos a ir escuchando
nos irá iluminando y haciéndonos descubrir caminos. Que nos ayude la gracia del
Señor.
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