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martes, 8 de marzo de 2011

Hacemos pascua en nosotros esperando la vida que Dios da a los que perseveran en su fe



Tobías, 2, 10-23;

Sal. 111;

Mc. 12, 13-17

No nos da opción a hacer muchos comentarios sobre el libro de Tobías cuya lectura continuada se inició ayer y que al interrumpirse hoy el tiempo ordinario por iniciarse mañana la cuaresma no nos lo volveremos a encontrar cuando lo reanudemos después de la Pascua.

En la presentación de Tobit o Tobías que se nos ha hecho ayer y hoy se nos manifiesta como un hombre de fe y de gran corazón. Ayer ya escuchábamos cómo en la fiesta de Pentecostés al tener preparada la mesa para comer no quería hacerlo sin compartir con otros israelitas que estuvieran pasando necesidad y por eso manda a su hijo en búsqueda de con quien compartir su mesa y su comida. ‘Vete a invitar a algunos hombres piadosos de nuestra tribu para que coman con nosotros’.

Pero no se agotaba aquí su gran corazón porque piadosamente enterraba, exponiendo su vida incluso, a aquellos eran estrangulados y arrojados a la plaza a pesar de las prohibiciones. ‘Tobías temía a Dios más que al rey y recogía los cadáveres de los asesinados y a media noche los enterraba’ obrando con gran misericordia, que nos recuerda lo que en catecismo llamamos las obras de misericordia.

En el texto que hoy hemos escuchado se pone a prueba su fe. Nos narra el detalle de cómo perdió la visión de sus ojos a la vuelta de estos enterramientos, y como nos dice el texto sagrado ‘Dios permitió que le sucediese esta desgracia para que, como Job, diera ejemplo de paciencia’.

Bien lo va a necesitar porque será objeto de burlas e insultos de sus vecinos e incluso la incomprensión de su propia mujer. ‘Como desde niño había temido a Dios guardando sus mandamientos no se abatió ni se rebeló contra Dios por la ceguera, sino que siguió imperturbable en el temor de Dios dándole gracias todos los días de su vida’. Y a todo lo que le decían respondía que ‘esperamos la vida que Dios da a los que perseveran en su fe’.

Creo que con lo que hemos subrayado tenemos hermosas enseñanzas. Cómo necesitamos aprender de esa santa paciencia que se manifiesta en Tobías y de esa confianza por encima de todo, incluso de la adversidad, en el Señor. ‘No se abatió ni se rebeló contra Dios’, nos dice el texto sagrado. Muchas dudas e interrogantes pueden surgir en nuestro corazón cuando nos aparecen cosas adversas en la vida, problemas, dificultades, contratiempos, enfermedades, limitaciones de todo tipo.

Muchas veces nos pueden resultar duras esas situaciones a las que debemos enfrentarnos, pero nuestra fe no se debe debilitar de ninguna manera. Nuestra fe porque confiamos totalmente en el Señor y nuestra esperanza. ‘Esperamos la vida que Dios da a los que perseveran en su fe’. Es una esperanza en la vida eterna y en la resurrección. Es ahí donde podemos alcanzar la plenitud de nuestra vida en Dios. Es en esa vida eterna donde tenemos la confianza de la recompensa de Dios por nuestra fidelidad y nuestra constancia.

Nosotros, cristianos, además podemos hacer algo más que es el ofrecimiento de nuestra vida al Señor para unirnos con nuestros sufrimientos y limitaciones a lo que fue el dolor y el sufrimiento de la pasión redentora de Cristo. Qué oportunidad más hermosa tenemos en nuestra vida. Hacer en verdad pascua de nuestra vida.

Vamos muriendo en nosotros mismos con nuestras limitaciones y sufrimientos, pero vamos muriendo cuando nos entregamos y nos desgatamos por amor como lo hizo Cristo en la Cruz. Lo vemos en Tobías en el amor misericordioso que vivía para ayudar a los demás, que le lleva a un sufrimiento en su ceguera pero que no pierde la fe porque espera la vida que Dios da a los que creen en El. Pero es Pascua en nosotros unidos a Cristo porque no sólo es esa muerte que vamos realizando en nosotros en nuestros sufrimientos o en nuestra entrega de amor, sino que será vida y resurrección con Cristo resucitado, con Cristo vencedor de esa muerte y que a nosotros entonces nos llena de plenitud.

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