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martes, 15 de febrero de 2011

Ser reflexivo para crecer en el conocimiento de lo que es seguir a Jesús


Gén. 6, 5-8; 7, 1-5.10;

Sal. 28;

Mc. 8, 14-21

El texto que hemos escuchado en el evangelio es uno de esos momentos en que Jesús está sólo con sus discípulos más cercanos y que aprovecha para irles instruyendo, como dice en otros lugares del evangelio, y para hacerles reflexionar aprendiendo a comprender aquello que sucede a su alrededor.

Son necesarios esos momentos de reflexión, de interiorización podíamos llamar, en que rumiamos todo aquello que nos va sucediendo para captar su más hondo sentido, para sacar lecciones para nuestra vida. Algunas veces las cosas no son realmente como las vemos en apariencia, sino que detrás puede haber un trasfondo, una razón que nos las explique. En la vida se nos van sucediendo las cosas y a veces con ese ritmo vertiginoso en que vivimos no nos paramos a reflexionar lo suficiente. Ser reflexivo es un punto muy importante que nos ayuda a crecer y a madurar como personas y tenemos que decir también como cristianos, a poner unos fundamentos sólidos para el quehacer de nuestra vida.

Ahora van los discípulos con Jesús en barca en una de esas tantas travesías a lo ancho del lago de Tiberíades. Los fariseos han ido presentando ya su oposición a Jesús unas veces de forma directa, otras con preguntas capciosas. En los versículos anteriores a este texto les vemos una vez más pidiéndole signos a Jesús para poder creer en El, después de tantos milagros que le han visto hacer.

Y allí en esa travesía en barca surge la frase de Jesús para la reflexión. ‘Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes’. Se da la circunstancia de que no han sido suficientemente previsores y sólo llevan un pan en la barca. Y ellos interpretan esa frase de Jesús en ese sentido. ‘Lo dice porque no tenemos pan’. Y dice el evangelista que ‘Jesús, dándose cuenta, les dice: ¿Por qué comentáis que no tenéis pan? ¿No acabáis de entender?’ Y les recuerda los milagros que ha hecho multiplicando milagrosamente el pan y la cantidad de canastas de pan que han sobrado al final. ‘¿Y no acabáis de entender?’

¿Qué querrá decirles Jesús? La levadura es lo que hace fermentar la masa y lo que hará que en verdad el pan sea realmente pan. Jesús nos da su levadura, su sabiduría, el sentido del Reino de Dios. No todos los entienden. Es lo que les sucede a los fariseos que les cuesta entender todo el misterio de Jesús. Tienen otra manera de entender las cosas y por eso harán oposición a Jesús. De ahí sus preguntas, sus recelos y todo lo que irá sucediendo. Por eso Jesús les dice a sus discípulos ‘cuidado con la levadura de los fariseos’. Porque además no se pueden estar mezclando las cosas. Y seguir a Jesús entrañará una exigencia de fidelidad y lealtad al evangelio que Jesús nos enseña.

Esto nos vale para nosotros también. Son muchas las cosas que oímos por acá o por allá. No siempre la visión de las cosas o su sentido tal como se nos quiere trasmitir desde la sociedad está en consonancia con el evangelio de Jesús, con el ser cristiano. Pensemos en cuantas influencias recibimos desde la televisión o los medios de comunicación, con cuántos mensajes nos bombardea la sociedad que nos rodea tan lejanos del sentido cristiano de la vida. Y nos podemos ir confundiendo, creyendo que todo es bueno porque lo dicen aquí o allí, tal personaje o en tal medio de comunicación.

Cuánto tenemos que reflexionar y en cuánto tenemos nosotros que fundamentarnos bien en nuestra fe, formarnos debidamente para que no nos confundan. Qué importante para nosotros los cristianos que vayamos creciendo en el conocimiento del evangelio y de todo el mensaje de Jesús cuando en verdad queremos ser sus discípulos, queremos llamarnos cristianos. Que el Espíritu nos ilumine cada día y nos haga crecer en ese conocimiento de Jesús.

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