Hechos, 16, 11-15;
Sal. 149;
Jn. 15, 26-16, 4
El tiempo de Pascua se va acercando a su culminación en la celebración de la Ascensión, el próximo domingo, y Pentecostés, con la celebración de la venida del Espíritu Santo. Por eso como una preparación para esa gran fiesta nos va apareciendo el en el relato del Evangelio el anuncio que Jesús hace del envío del Espíritu Santo. Es lo que hoy ya hemos escuchado.
Fue a partir de la resurrección y luego a partir de la venida del Espíritu Santo cuando los Apóstoles lleguen a comprender plenamente que Jesús es el Señor. Precisamente ese será el gran anuncio que Pedro hará en Pentecostés a la multitud que se reúne a las puertas del Cenáculo cuando suceden todas aquellas señales del cielo que anuncian la venida del Espíritu Santo. ‘Dios lo ha constituido Señor y Mesías’.
Es lo que hoy les anuncia, que el Espíritu dará testimonio de Jesús pero hará también que ellos puedan dar testimonio de Jesús, puedan convertirse en verdaderos testigos de Jesús. ‘Cuando venga el Paráclito, el Defensor, que os enviaré desde el Padre, el Espíritu de la verdad, que procede del Padre, El dará testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio de mí, porque desde el principio estáis conmigo’.
Un testimonio que es un anuncio, pero un testimonio que será una vida, no exenta de dificultades y persecuciones. No será siempre fácil ese testimonio que de Cristo tenemos que dar. Como hemos reflexionado alguna vez, habrá quien no quiera escuchar ese testimonio y también quien se oponga a ello. Por eso llegarán los cristianos, por su fe en Jesús, a dar testimonio con su sangre.
Pero Jesús nos previene y nos prepara para que no se tambalee nuestra fe, para nos mantengamos firmes en nuestro testimonio. ‘Os he hablado de esto para que no se tambalee vuestra fe. Os excomulgarán de la Sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte, pensará que da culto a Dios’. Cuando el evangelista nos relata estas palabras de Jesús ya la Iglesia había estado pasando por estos momentos difíciles porque ya había comenzado el tiempo de las persecuciones, primero de parte de los propios judíos, pero luego ya sabemos como en el último tercio del siglo primero arreciaron las persecuciones desde todo el ámbito del imperio romano.
‘Os he hablado de esto para que cuando llegue la hora, os acordéis de que yo os lo había dicho’. Esos tiempos no se acaban en la historia de la Iglesia, porque de una forma o de otra, unas veces de una forma sangrienta, otras de formas más sutiles como pueda suceder en nuestros días utilizando todos los medios mediáticos para crear ambientes hostiles o de desprestigio de la Iglesia o de la fe cristiana. Al mundo no le interesa escuchar el mensaje cristiano. El espíritu del mal se valdrá de todo lo que sea para oponerse al mensaje del Evangelio. Lugares hay hoy en pleno siglo XXI donde se persigue de forma cruenta y violenta al que llegue el nombre de cristiano. Pero también tenemos otras formas de persecución queriendo eliminar todo lo que suene a Cristo, a Dios, a Religión de nuestra sociedad. Es el mundo en el que vivimos y para el que Jesús nos ha preparado para seamos fuertes y valientes para que en medio de El sigamos viviendo nuestra fe, dando testimonio de Jesús y haciendo el anuncio del evangelio.
Pero, como hemos dicho muchas veces, no estamos solos. Jesús nos ha prometido la presencia y la asistencia del Espíritu Santo que nos dará fortaleza. Seamos dóciles al Espíritu. Dejémonos guiar por El. Sintamos su gracia y su fuerza que no nos faltarán.
No hay comentarios:
Publicar un comentario