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jueves, 11 de junio de 2009

Id y proclamad la Buena Noticia del Reino de Dios

- Memoria de san Bernabé Apóstol -
Hebreos, 11, 21-26; 13, 1-3
Sal. 97
Mt. 10, 7-13


En este día 11 de junio la liturgia de la Iglesia celebra la memoria de san Bernabé, apóstol. Aunque no formó parte del grupo de los Doce apóstoles la Iglesia siempre lo ha considerado como tal, de manera que en la liturgia de la Eucaristía incluso se dice el prefacio de los Apóstoles.
Bernabé, natural de Chipre y residente probablemente en Jerusalén porque era levita – sería quizá de los judíos helenistas – con la predicación de Pedro y los Apóstoles después de Pentecostés se convirtió y se bautizó. Ya desde la primera ocasión en que aparece en los Hechos de los Apóstoles, además de llamársele ‘hijo de la consolación’ se nos dice que ‘tenia un campo y lo vendió, llevó el dinero y lo puso a disposición de los apóstoles’. Es el momento en que se nos narra cómo en aquella primera comunidad de Jerusalén ‘lo poseían todo en común y nadie llamaba suyo propio, nada de lo que tenía… pues lo que poseían tierras o casas las vendía, traían el dinero y lo ponían a disposición de los apóstoles, y luego se distribuía según lo que necesita cada uno’.
Fue un hombre de prestigio en la comunidad de Jerusalén de manera que al crecer la comunidad de Antioquia de Siria es enviado allí por los apóstoles. Será él quien acoja a Saulo recién convertido, lo va a buscar a Tarso y posteriormente lo presenta a los discípulos en Jerusalén sirviendo de aval ante las reticencias que podían tener dado el pasado de Saulo de perseguidor de la Iglesia de Cristo.
En pocas líneas en los Hechos de los Apóstoles se nos da una hermosa definición de Bernabé. No sólo se ha explicado el significado de su nombre, sino que ahora se nos dice que ‘era un hombre de bien, lleno de Espíritu Santo y de fe’. Cuando se nos describe posteriormente los carismas que había en aquella comunidad de Antioquia, al decirnos que había ‘profetas y maestros’, el primer nombre que se menciona es el de Bernabé.
Finalmente veremos cómo es escogido por el Espíritu Santo con Saulo para emprender una nueva misión que se les confiaba que sería lo que solemos llamar el primer viaje apostólico de Saulo, que sin embargo tendríamos que decir de Bernabé y Saulo. ‘Un día que ayunaban y daban culto al Señor, dijo el Espíritu Santo: Apartadme a Bernabé y a Saulo para la misión a la que los he llamado… les impusieron las manos y los despidieron’.
Largos caminos tuvieron que recorrer en esa misión apostólica. Cuando en los Hechos de los Apóstoles escuchamos las diversas ciudades y lugares por donde predicaron el nombre de Jesús podríamos pensar que son lugares cercanos, sin embargo hemos de reconocer – y los que hemos hecho esos caminos aunque fuera en la comodidad de unos vehículos – sabemos de las largas distancias recorridas. Lo que nos habla de la disponibilidad, del celo apostólico y misionero de Bernabé dando cumplimiento a lo que hoy nos decía Jesús en el evangelio: ‘Id y proclamad que el Reino de los cielos está cerca… lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. No llevéis en la faja oro, plata o calderilla, ni tampoco alforja… al entrar en una casa saludad con el saludo de la paz…’
Mucho podemos aprender de esa disponibilidad, de esa generosidad de corazón, de ese celo apostólico de san Bernabé. Ojalá sintiéramos con toda intensidad y viviéramos esas cualidades y virtudes. Que con nuestra vida y con nuestra palabra seamos capaces nosotros también de hacer ese anuncio del Reino de Dios, del Evangelio de Jesús a todos los hombres, empleando los medios de los que hoy podamos disponer para llevarlo a cabo.
Algunas veces pienso que si san Pablo y los Apóstoles hubieran tenido los medios electrónicos e informáticos de comunicación de los que hoy disponemos nosotros, los hubieran empleado. Si Pablo, con las penurias propias de aquel tiempo y sus limitaciones nos dejó tan hermosas cartas a las distintas comunidades, qué no haría hoy para hacer llegar el evangelio a todo el mundo. Así tenemos que aprovecharlos nosotros hoy. Si esta reflexión te está llegando, amigo y cibernético lector, es gracias a estas posibilidades que nos ofrece internet.
Doy gracias a Dios el que con mi pobreza pueda hacerlo y el comprobar que en lugares tan diversos se puedan leer estas pobres reflexiones de un humilde cura que más elocuencias o sabidurías en el tema, más que nada es un atrevido. Pero me mueve precisamente ese deseo de hacer llegar la semilla de la Palabra de Dios de cada día a todo ese campo de nuestro mundo. En algunos puede prender y con la gracia de Dios hacer que dé fruto. Doy gracias a Dios por ello y te pido que tú también difundas esta pequeña semilla a cuantos conozcas en tu entorno o en ese mundo de la red cibernética.

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