Ef. 2, 19-22
Sal. 18
Lc. 6, 12-19
Nos recuerda el evangelio hoy proclamado la elección de los Apóstoles. ‘Jesús subió a la montaña a orar. Y pasó la noche orando a Dios... llamó a sus discípulos, escogió a doce de ellos, y los nombró a Apóstoles’. A continuación nos da el evangelista la lista de los doce escogidos y enviados.
Escogidos y enviados. Nombrados Apóstoles, que eso significa, los enviados. Nos dirá Jesús en otra ocasión ‘como el Padre me envió, así os envió yo a vosotros’. Cristo que viene a hacer la voluntad del Padre. Los Apóstoles que son enviados con la misma misión de Jesús.
¿Cuál es esa misión? Podemos recordar el envío de los setenta y dos discípulos a anunciar el Reino y a curar a los enfermos. O podemos recordar el envío final antes de la Ascensión al cielo. ‘Id por todo el mundo, haced discípulos de todos los pueblos bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a poner por obra todo lo que os he mandado...’
Pero fijémonos en lo que hemos escuchado hoy de la carta de San Pablo a los Efesios. Ya hemos venido comentando este mismo texto en su lectura continuada en días pasados, pero eso mismo nos puede ayudar ahora. ‘Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular...’ Con Cristo, piedra angular, los apóstoles forman el cimiento de la Iglesia.
Con la misión de Cristo y su predicación edifican el edificio de la Iglesia, como templo consagrado al Señor. ‘Por El, por Cristo, todo el edificio queda ensamblado, y se va levantando hasta formar un templo consagrado al Señor’, que nos decía san Pablo. Los apóstoles tienen la misión de anunciar la Palabra de salvación, que es palabra de conversión y de vida.
Los apóstoles nos congregan en la unidad y el amor. En torno a los apóstoles y sus sucesores, los obispos, se congrega la Iglesia (Iglesia local e Iglesia universal) por el anuncio de la Palabra, la profesión de la fe y por la oración y la celebración de los sacramentos. Con ellos nos convertimos también nosotros en testigos de la resurrección, porque de ellos hemos recibido su testimonio. Con ellos profesamos nuestra fe, la fe apostólica que es una de las características precisamente de la verdadera Iglesia de Cristo.
Así se formaron aquellas primeras comunidades cristianas en torno a los apóstoles por todo el mundo, siguiendo el mandato de Cristo. Así sigue creciendo la Iglesia en cada una de las Iglesias locales en comunión con toda la Iglesia universal. Así tendrá que resplandecer ese amor y esa unidad para que el mundo crea – Jesús ruega al Padre para que seamos uno y el mundo crea -, y para que el mundo se transforme por el amor.
Por eso es tan importante para la Iglesia la celebración de la fiesta de los apóstoles. Hoy celebramos a san Simón y san Judas Tadeo, aunque poco más sepamos de ellos que la referencia que nos hacen los evangelistas en las listas, son sin embargo unos apóstoles de Jesús, enviados por Jesús, y que se convierten para nosotros en transmisores de esa fe en Cristo resucitado.
Que como pedimos en la oraciones litúrgicas de este día, que ‘este memorial de la pasión de Jesús que estamos celebrando en honor de los santos apóstoles, nos ayude a perseverar en tu amor... y a celebrar dignamente estos santos misterios.... y así la iglesia siga creciendo con la conversión incesante de los pueblos’.
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