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sábado, 25 de noviembre de 2023

Cuestión de fe y cuestión de amor, creer en la vida eterna, es la sorpresa de Dios, no nos queda sino fiarnos de Jesús y de su Palabra, poner todo nuestro amor para una vida sin fin

 


Cuestión de fe y cuestión de amor, creer en la vida eterna, es la sorpresa de Dios, no nos queda sino fiarnos de Jesús y de su Palabra, poner todo nuestro amor para una vida sin fin

1Macabeos 6,1-13; Sal 9; Lucas 20,27-40

Aquellas cosas que no hemos visto, aunque nos describan maravillas de ellas, como no las hemos visto, no lo creemos, o ponemos nuestra imaginación según el concepto que tengamos para de alguna manera intentar ver, imaginar decimos, cómo quizás nos gustaría que fuera. Nos pasa en muchas cosas humanas de nuestras relaciones de los unos con los otros; nos pasa en referencia a los lugares o países que no conocemos, y aunque hoy tenemos muchos más medios para conocer otros lugares aunque no los hayamos visitado sigue pudiendo mucho en nosotros nuestra imaginación o la idea que desde siempre nos hemos forjado.

Y nos sucede en el ámbito de nuestra fe. Podemos, es cierto, llegar a tener una experiencia de Dios en nuestra vida, que es lo que fundamentalmente nos hará creer, nos hará tener fe; está, por supuesto lo que nos han enseñado, cada cual según su propia experiencia fe, siguiendo la tradición y el mensaje de la Iglesia depositaria de esa revelación de Dios, pero tenemos que llegar a nuestra propia vivencia, a nuestra propia experiencia de esa presencia de Dios en nuestra vida que será lo que pondrá fundamento a esa fe y se transformará en nuestra propia experiencia religiosa y en el caso nuestro experiencia cristiana.

Pero aun así nos quedan misterios que resolver. Y en esa búsqueda de Dios y de todo su misterio muchas veces pesa también mucho nuestra imaginación. Jesús continuamente nos habla de vida eterna, siendo así la meta a la que caminamos, pero no siempre vamos a tener claro en que consistirá esa vida eterna. Algo nuevo y distinto que nos ofrece Jesús a quienes creemos en El y en El queremos vivir para siempre. Nos habla de vida y de resurrección para quienes creemos en El. Pero ¿cómo será esa vida eterna? ¿Cómo será esa resurrección?

Y hablamos de resurrección y pensamos en un volver a la misma vida que teníamos; y hablamos de vida eterna y queremos que sea feliz y entonces nos imaginamos todo lo bueno que nos ha hecho felices en esta vida multiplicado por eternidad. Pero vida eterna no es trasplantar para poder volver a vivir lo que ha sido nuestra vida de ahora. ¿En qué consiste esa eternidad? Y algunas veces en nuestra débil fe pensamos que hasta sería algo cansino el estar viviendo lo mismo y de la misma manera, por muy bueno que sea, para siempre, por toda una eternidad.

Entramos en algo misterioso, donde no nos queda sino hacer el obsequio de nuestra fe; y fe es confiarnos en aquel en quien creemos, confiarnos en lo que nos dice aquel en quien hemos puesto nuestra confianza. Y entonces nos dejamos llevar por esa fe, y nos entran esas ansias de trascendencia para nuestra vida para vivir una vida sin fin junto a Dios. ¿No nos ha dicho Jesús que El quiere que nosotros estemos donde está El?

Pero hoy nos dice otra cosa ante lo que le están planteando los judíos. ‘En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección’. Algo nuevo y distinto. Algo que solo podremos disfrutar en Dios. Es cuestión de fe y de amor, creer en Jesús y su palabra para una vida sin fin. ‘No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos’.

Pueden seguir quizá las dudas en nuestro interior, porque somos humanos y solo somos capaces de razonar desde nuestra capacidad, donde también como decíamos ponemos mucha imaginación. Pero nos fiamos, confiamos, ponemos a juego toda nuestra fe, creemos en la Palabra de Jesús que ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia. Será la sorpresa de Dios en su amor infinito para con nosotros.

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