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miércoles, 27 de septiembre de 2023

Cuando anunciemos el evangelio del Reino nos nos preocupemos de hacer cosas brillantes sino ayudar a ese encuentro de la persona en tú a tú con Jesús

 


Cuando anunciemos el evangelio del Reino no nos preocupemos de hacer cosas brillantes sino ayudar a ese encuentro de la persona en tú a tú con Jesús

Esdras 9, 5-9; Tb 13, 1b-2. 3-4a. 4bcd. 5. 1; Lucas 9,1-6

Nos suele pasar cuando vamos a viajar y sobre todo cuando somos principiantes; pensamos que vamos a necesitar tantas cosas que llenamos las alforjas de multitud de cosas que luego casi nos van a ser un estorbo, voy a necesitar esto, me va a hacer falta aquello otro y comenzamos a meter y meter cosas en la maleta que solo nos van a cargar pesos innecesarios.

Esto que estamos diciendo nos puede servir de imagen para muchas cosas que tenemos que hacer en la vida. Hacemos múltiples previsiones, nos trazamos no se cuantos planes, parece que tenemos los objetivos muy claros, y pensamos cómo tenemos que hacerlo, los pasos que tenemos que dar. Está bien eso de las planificaciones en la vida, proyectos, objetivos, medios, etc... que tenemos que tener en cuenta. Pero cuidado que con tantas planificaciones nos olvidemos de lo importante del mensaje que tenemos que transmitir, pero nos olvidemos, lo que es peor, de la humanidad con que hemos de ir a los demás y hasta nos olvidemos que con personas con las que tratamos que también tiene su dignidad y merecen todo nuestro respeto.

Me hago esta consideración a partir de lo que nos dice hoy el evangelio, del envío de los discípulos que hace Jesús para que vayan a anunciar el Reino de Dios. ¿Qué es lo que tienen que realizar? ¿Cómo ha de ser ese anuncio del Reino de Dios?

Nos da unas pistas o pautas muy claras del evangelio que hemos escuchado. Van a ir al encuentro de unas personas a las que han de manifestar lo que son las señales del Reino de Dios. Serán los signos del amor los que han de resplandecer en sus vida; por eso les habla de poder y autoridad sobre los espíritus inmundos y que puedan curar a los enfermos. Es el derroche del amor la mejor señal, el mejor signo de lo que en verdad es el Reino de Dios que llega.

No es importante las cosas que puedan llevar podríamos decir que como apoyo a la labor que han de realizar, sino que lo importante ha de ser el encuentro con esas personas. No tienen que pensar en unas alforjas pesadas recargadas de cosas, unas sandalias para el camino, y ni han de preocuparse de llevar bastón ni dinero en la faja, ni túnicas de repuesto. Allí donde les reciben, allí se hospedarán, porque lo importante es ese encuentro con las personas.

Y nosotros que nos preocupamos de tantas cosas con nuestras planificaciones y con los medios de los que nos dotamos. Podemos olvidar lo más importante y entonces no estaremos dando las señales del Reino de Dios en nuestro mundo. Queremos parecernos a los poderosos de este mundo dando también así tantas veces una imagen de poder y nos olvidamos que la Buena Nueva ha de ser anunciada a los pobres.

¿Será por algo así por lo que no se hace creíble en el mundo de hoy el mensaje de la Iglesia, el mensaje del evangelio? De muchas cosas tenemos que despojarnos para vivir esa pobreza evangélica y para hacer con esos medios pobres el anuncio del Evangelio. Demasiado nos hemos ido acomodando para presentarnos con la grandeza de los poderes de este mundo. Solo necesitamos llenarnos del amor, impregnarse del amor de Dios, empaparnos de la vida de Jesús para que en verdad podamos ser sus signos.

Confieso que cuando veo esas manifestaciones religiosas que nos hemos creado me pregunto si esas imágenes de Jesús que presentamos tan recargadas de ricos mantos y de múltiples joyas tienen mucho que ver con el Jesús del Evangelio. Nuestras gentes se nos quedan en esos momentos de fervor de un día de fiesta, pero no se están encontrando con el Jesús del Evangelio, aquel que caminaba por los caminos de Palestina y enviaba a sus discípulos sólo con los signos del amor para que así anunciaran el Reino de Dios.

¿Sentiremos de verdad la preocupación y el deseo de llegar al encuentro con esas personas para mostrarles los verdaderos signos del Reino de Dios? A lo mejor nos preocupamos de hacer cosas muy brillantes y bonitas pero no estamos logrando ese encuentro de tú a tú de las personas con Jesús.

Muchas preguntas se agolpan en mi interior sobre lo que he hecho y lo que estoy haciendo hoy para anunciar la Buena Nueva que Jesús viene a traernos.


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