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jueves, 24 de agosto de 2023

Hay dudas y hay preguntas, hay silencios y hay oscuridades, pero en esos procesos debajo de la higuera siempre podemos encontrar a Dios

 


Hay dudas y hay preguntas, hay silencios y hay oscuridades, pero en esos procesos debajo de la higuera siempre podemos encontrar a Dios

Apocalipsis 21, 9b-14;Sal 144;Juan 1, 45-51

Algunas veces somos crédulos para aceptar lo que nos dicen en torno a las cosas que suceden, noticias que nos dan, comentarios que nos hacen sobre situaciones o problemas de la vida, pero hay ocasiones en que nos resistimos, no nos lo creemos así porque sí y de alguna manera queremos comprobar la veracidad de lo que se nos dice, la confianza que podemos poner en quien nos está comunicando algo, y de alguna manera lo ponemos todo en duda. no es malo el comprobar, el cerciorarnos de la verdad que nos comunican antes de ofrecer nuestro asentimiento. Muchas veces corren noticias que se divulgan con demasiada facilidad, noticias en ocasiones nacidas también de ciertos fanatismos con los que queremos ver las cosas según sean nuestras apetencias o nuestros gustos; hay, por otra parte, personas a las que gusta el sensacionalismo y de cualquier cosa se crean un mundo grandioso y fantasioso que muchas veces pueda estar bien lejos de la realidad. Por eso, digo, es bueno sopesar con equilibrio lo que no dicen para poder encontrar lo que es la auténtica verdad.

¿Era una situación así la que vivían en aquellos momentos en Israel? Estaba, es cierto, la esperanza del pueblo judío en la pronta venida del Mesias, pues de alguna manera los tiempos se cumplían segun lo anunciado por los antiguos profetas. Era especial la situación que vivían bajo la dominación romana, que tanta inquietud podría producir en sus cosas aumentando sus deseos de la pronta venida del Mesías. Habían, o mejor, aún estaban viviendo la experiencia de aquel profeta surgido allá en el desierto en las orillas del Jordán con el anuncio de la inminente venida del Mesías; él en cierto modo se presentaba como el precursor con la misión de preparar los caminos para la llegada del Mesías, acudían por esto gentes no solo de Jerusalén sino de toda Palestina para escucharle, y ya algunos hablaban de que había señalado a quien iba a ser el Mesías. 

Con estas noticias llega un amigo de Natanael a contarle que han encontrado al Mesías. Felipe encuentra a Natanael y le dijo: Aquel de quien escribieron Moisés en la ley y los profetas, lo hemos encontrado: Jesús, hijo de José, de Nazaret’. Pero Natanael lo pone en duda, no se lo cree. Por mucho que le insista su amigo, no se traga así tan fácilmente sus palabras; claro que surge también la rivalidad pueblerina entre pueblos vecinos, al decirle que es de Nazaret, y él era de Caná de Galilea, un pueblo cercano. ‘De Nazaret no puede salir nada bueno’. 

Aunque algunas veces pareciera que nos escudamos en esas rivalidades es normal y podríamos decir que tambien bueno que surjan esas dudas que nos hacen pensar, que nos hacen reflexionar, que nos hacen buscar; aunque nuestra mente parezca un torbellino de cosas y de ideas de las que nos parece imposible salir es la manera de cribar, es la manera de ir a lo más profundo para no quedarnos en frivolidades, para no quedarnos en lo superficial, para encontrar lo que llegue a ser nuestra verdadera sabiduría.

No es solo que queramos experimentar y probar todo para poder llegar a conocerlo, pero si son necesarios en la vida encuentros profundos que incluso nos haga encontrarnos a nosotros mismos que también muchas podemos andar como perdidos. ¿Será ese en cierto modo el proceso que se estaba desarrollando en el corazón de Natanael mientras planteaba sus dudas a su amigo Felipe? 

Finalmente se dejó conducir. Felipe logró llevarlo ante jesús. Y aquí surgen las sorpresas por las alabanzas de Jesús y es el propio Natanael el que se siente sorprendido por las palabras de Jesus. ‘¿De qué me conoces?’, le pregunta. Jesús, sí, nos conoce; Jesus si sabe cual es nuestro corazón; Jesus si ha estado cerca de nuestra vida aunque nosotros no lo hubiéramos visto. ‘Antes de que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera yo te ví’. Y surgió la respuesta de fe de Natanael. ‘Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel’.

No sabemos qué había pasado debajo de la higuera. Pero podemos intuir ahí todo el proceso que se estaba desarrollando en su corazón que ahora venía a terminar con una experiencia de encuentro. Allí, debajo de la higuera, en ese proceso de la vida de Natanael aunque él entonces no se diera cuenta había estado Dios, había estado Jesús. Había sido como una llamada que había ido sintiendo en su corazón a la que se resistía, como luego se estaba resistiendo a la invitación de su amigo Felipe; pero su corazón había terminado abriéndose a Dios, había dado el paso adelante, ahora estaba ante jesús confesando su fe pero recibiendo también la promesa de cosas mayores.

¿Seremos capaces nosotros también de dejarnos conducir para llegar también a tener esa experiencia de Dios, como la que tuvo Natanael? También muchas veces ponemos resistencias, nos llenamos de dudas, buscamos muchas veces sin saber dónde o cómo buscar. Habrá un Felipe o habrá un Natanael que nos ayudará a encontrar la luz. No nos hagamos sordos a las invitaciones que podamos recibir.  Dejémonos conducir para llegar a ese encuentro con Dios.


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