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lunes, 12 de junio de 2023

Cada una de las bienaventuranzas que nos propone nos va recordando los pasos de Jesús, los gestos de Jesús, el actuar de Jesús

 


Cada una de las bienaventuranzas que nos propone nos va recordando los pasos de Jesús, los gestos de Jesús, el actuar de Jesús

2Corintios 1, 1-7; Sal 33; Mateo 5,1-12

Por la boca rebosa lo que llevamos en el corazón, se suele decir. Aquello que vivimos y experimentamos dentro de nosotros mismos lo reflejamos en nuestras palabras, pero sobre todo lo reflejamos en nuestra forma de vivir. Es cierto que hablamos desde conceptos aprendidos, desde cosas que escuchamos, pero sobre todo lo intentamos hacer desde dentro, desde lo más hondo de nosotros mismos. También es cierto que aquello que expresamos son nuestros deseos, algo a lo que aspiramos o con lo que soñamos aunque aun no lo hayamos alcanzado; expresa ese deseo interior, ese crecimiento que buscamos, esas cosas que quizás queremos transformar en nosotros mismos.

No podemos juzgar con ligereza lo que dicen los demás y tacharlos quizás de incongruentes, porque no sabemos bien los deseos que hay en su corazón, las luchas interiores que puedan estar realizando, el ansia de superación que hay en su vida y que quizás le cuesta mucho dar esos pasos que necesitan. Porque nos pasa a nosotros mismos, porque son nuestras luchas que los demás no conocen y no entienden. Algunas veces son sueños que tenemos en nuestra vida, pero al menos comenzamos por soñar algo distinto, algo nuevo. De ahí arrancarán nuevas metas, desde ahí aparecen los ideales que nos levantan y nos impulsan a caminar aunque el camino algunas veces nos cueste.

Hoy nos encontramos en el evangelio una de sus páginas más hermosas, Jesús nos propone las bienaventuranzas, nos dice cómo lograremos en verdad ser dichosos, ser felices con la felicidad más honda, son todo un resumen del evangelio. Podíamos decir que cuando Jesús nos está desgranando las bienaventuranzas nos está dando los trazos de su rostro, del rostro de Dios, de su corazón lleno de vida y de misericordia. Si antes decíamos que hablamos de lo que llevamos en el corazón, de lo que es nuestra vida, esto tenemos que decir ahora de Jesús.

Hagamos una relectura del texto sagrado y vayamos poniendo al lado el rostro de Jesús. Cada una de las bienaventuranzas que nos propone nos va recordando los pasos de Jesús, los gestos de Jesús, el actuar de Jesús. Aquello que diría más tarde san Pedro, ‘pasó haciendo el bien’. Ahí contemplamos el corazón de Cristo, ahí contemplamos la buena nueva que nos quiere anunciar, ahí contemplamos como en visión adelantado lo que tendría que ser nuestra vida cuando de verdad optamos por el Reino de Dios.

No voy a entrar en este momento en detalle en cada una de las bienaventuranzas sino, como decía, os invito a hacer una relectura, pero pausada, deteniéndonos para ver las distintas páginas del evangelio, deteniéndonos para ver cómo hacemos realidad eso en nuestra propia vida, como vamos copiando el corazón de Cristo en nosotros.

Veremos como van naciendo nuevas actitudes en nosotros, cómo aprenderemos a tener nuevos gestos de humanidad y de amor con los que están a nuestro lado, cómo iremos purificando el corazón, como nos sentiremos impulsados a algo nuevo que nos lleve al encuentro, al amor, a la autenticidad de nuestra vida, a un camino de búsqueda del bien, de lo bueno, de lo justo, como irá apareciendo una nueva ternura en nuestro corazón, como nos sentiremos fuertes frente a las adversidad y contratiempos que nos encontremos en la vida.

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