Hoy
tendemos alfombras de flores al paso de Cristo Eucaristía pero es un compromiso
para que también sigamos tendiendo alfombras de amor al paso de nuestros
hermanos
Deuteronomio 8, 2-3. 14b-16ª; Sal 147;
1Corintios 10, 16-17; Juan 6, 51-58
Hay quienes
no quieren tener memoria, o hacen una memoria selectiva, pero la memoria es
historia y la historia es vida, forma parte de nuestra vida, solemos decir,
pero nos recuerda lo que nos ha traído hasta aquí. Y es importante, es en
cierto modo nuestra sabiduría, es lo que hemos acumulado o lo que nos ha traído
hasta aquí. Es necesario hacer memoria, es la vida que hoy somos, aunque muchas
veces queramos arrancar páginas de esa historia, renegar de esa historia, pero
son también los pilares sobre los que está construido nuestro hoy.
Con esta reflexión
que me estoy haciendo pienso en muchas cosas incluso que en nuestra sociedad
hoy estamos viviendo, donde encontramos también esas incongruencias, esas idas
y venidas, esas ignorancias que nos pueden llevar a negaciones o esas
recreaciones de la historia a nuestra imagen y semejanza, a nuestra manera. Así
no sabemos muchas veces ni por donde andamos ni a donde queremos ir.
Me estoy
haciendo esta reflexión con la que queremos, por supuesto, ir más allá, en esta
hermosa fiesta que hoy celebramos, y desde lo que hemos escuchado en la Palabra
de Dios que se nos proclama en este domingo. Ya Moisés invita al pueblo que ha
peregrinado por el desierto y está ya a punto de entrar en la tierra prometida
a recordar su historia. Aquella historia que aun están construyendo en su
camino hacia la libertad de la tierra prometida con lo que ha significado su
caminar por el desierto, pero recordando los tiempos de esclavitud que vivieron
en Egipto y de los que los liberó el Señor.
Pero les
invita a recordar que en aquellos tiempos no menos duros del desierto pudieron
comer el maná, que llamaban pan del cielo, para poder seguir haciendo su
camino. No volverán a comerlo tan pronto entren en la tierra prometida, pero
siempre han de recordarlo, porque es recordar la acción de Dios en sus vidas y
en su historia.
Lo mismo nos
dirá Jesús y más tarde nos recordará san Pablo. ‘Haced esto en memoria mía’,
les dirá Jesús en la cena, nos dirá Jesús en la cena pascual, cuando nos dé
aquel nuevo pan que es su carne, que es su vida. San Pablo nos dirá que cada
vez que comemos de este pan y bebemos de este cáliz estaremos anunciando –
recordando pero anunciando al mismo tiempo -, la muerte del Señor hasta que
vuelva.
Es el Pan de
vida que da la vida al mundo; es el Pan de vida que quien lo coma resucitará en
el último día; es el Pan de vida que quien lo coma tendrá vida para siempre; es
el Pan de vida que cuando lo comamos no vamos a vivir por nosotros mismos sino
que será ya para siempre Cristo quien viva en mí; es el Pan de vida, prenda de
vida futura y anuncio de resurrección; es el Pan de vida que nos hace vivir la
Pascua y que nos llena de salvación.
Decíamos
antes que tenemos que hacer memoria, porque en el recuerdo de esa historia está
el fundamento, son los cimientos, de lo que hoy nos toca vivir. Hacemos memoria
nosotros y lo hacemos tal como nos lo dijo el Señor. Nos habló del pan de vida
allá en la Sinagoga de Cafarnaún y en la cena pascual cuando les reparte el pan
les dice que eso es su cuerpo entregado; y nosotros repetimos los gestos y las
palabras de Jesús porque cuando nos reunimos como familia y comunidad creyente
en Jesús, recordamos a Jesús, hacemos presente a Jesús, sentimos de nuevo
vibrar en nosotros la vida de Jesús.
No podemos
dejar de hacer memoria, de celebrar el memorial del Señor, de reunirnos para
celebrar la Eucaristía, porque nuestro camino no sería camino, nuestra vida no
sería vida, nuestra fe se anularía y se perdería y no podríamos estar viviendo
la salvación de Dios. Por eso un cristiano sin Eucaristía es un cristiano sin
sentido, porque terminaríamos siendo un cristiano sin Cristo.
Qué
importante es para nosotros, qué necesario para que haya una verdadera vida
cristiana. Llenando la vida de Eucaristía estaremos llenando la vida de Cristo.
No podemos arrancar esa página de nuestra vida, no podemos prescindir del
recuerdo y de la vivencia de Cristo para que lleguemos a vivir en plenitud ese
sentido de la vida que en Cristo encontramos.
Hoy es un día especial para los cristianos en esta fiesta de la Eucaristía que hoy celebramos. Queremos salir a nuestras calles con el Sacramento de la Eucaristía en medio de nosotros, porque necesitamos tener la valentía de aprender a salir a la calle al encuentro del Sacramento de Cristo que son nuestros hermanos.
Hoy tendemos alfombras de flores al paso de Cristo Eucaristía pero es un compromiso para que también sigamos tendiendo alfombras de amor al paso de nuestros hermanos.
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