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martes, 13 de junio de 2023

Nuestra tarea y compromiso convertirnos en testigos de luz para ayudar a que no nos confundamos con esas luces parpadeantes que como señuelos nos quieren atrapar


Nuestra tarea y compromiso convertirnos en testigos de luz para ayudar a que no nos confundamos con esas luces parpadeantes que como señuelos nos quieren atrapar

 2Corintios 1, 18-22: Salmo 118; Mateo 5, 13-16

Queremos llegar a un determinado lugar y en medio de la noche tenemos que atravesar carreteras, calles y avenidas que están parpadeando de luces todas partes que nos hacen guiños como para atraer nuestra atención; las publicidades comerciales que nos anuncian lugares, productos, cosas que intentan que nos interesemos por ellas y en ellas nos quedemos; pero no es esa luz como meta de nuestra vida la que vamos buscando y tenemos que no dejarnos cautivar por sus ilusorias llamadas para que al final podamos alcanzar nuestro objetivo, nuestra meta.

Es imagen de la vida, con sus cosas atractivas, con sus guiños y sus llamadas, con tantas cosas que nos tientan y nos quieren embaucar; tantas cosas que nos dicen que son las que nos dan la felicidad al instante; tantas llamadas que nos prometen riquezas y abundancias, prestigios o influencias, grandezas y vanidades como si en ellas estuviera el verdadero sentido de la vida. Tenemos que buscar la luz que da verdadero sentido a nuestra vida, que nos puede conducir por camino cierto, que puede poner esperanza en la vida que a veces nos vuelve tan tormentosa, aquello que dé verdadero sabor a nuestra existencia, aquello que nos conduzca a la verdadera plenitud.

Sabemos donde está esa luz, sabemos quien es esa luz para nosotros. Por eso buscamos a Cristo y queremos dejarnos iluminar por su luz. Es la luz que nos da vida y que llena de la verdadera vida a nuestro mundo, es la luz que es nuestra salvación, es la luz que nos llena de verdadera esperanza y con quien nos sentimos seguros de que hay algo mejor, que podemos hacer las cosas de manera distinta, que podremos encontrar esa felicidad que llene hondamente nuestro corazón.

Pero encontrarnos con esa luz, llenarnos de esa luz nos compromete. Nos compromete a que tenemos que ser testigos con nuestra vida de esa luz; nos compromete porque nos convierte en portadores de luz y tenemos que llevar esa luz a los demás, esa luz a nuestro mundo para que en verdad encuentre el verdadero rumbo que lleva a la plenitud.

No podemos ocultar esa luz, no podemos disimularla, no podemos dejar que se mezcle y se confunda con esas otras luces que parpadean como si fuera una luz más. Para nosotros es la autentica, estamos convencidos porque lo palpamos en nuestra propia vida cuando nos dejamos iluminar, y por eso tenemos que llevarla con entusiasmo a los demás.

¿Qué estaremos haciendo de esa luz? ¿La estaremos ocultando debajo del celemín en lugar de poner en el alto candelero para que alumbre a todos los de la casa? ¿Qué sincretismos estaremos haciendo en la vida en donde todo lo mezclamos y todo nos parece igualmente bueno? ¿Será que hemos perdido el combustible que alimenta esa lámpara y ya todo nos da igual y se nos ha debilitado nuestra luz?

Recordemos que las doncellas que tenían que salir a iluminar el camino para el esposo que llegaba tenían que llevar suficiente aceite en sus alcuzas para que las lámparas no se apagaran. Hemos dejado debilitar nuestra ve, hemos bajado el listón de nuestras exigencias a nivel personal, de nuestro crecimiento y superación personal, de las metas que nos habíamos de haber puesto en el camino de nuestra vida cristiana, se nos ha enfriado nuestra espiritualidad y nos hemos contagiado del materialismo de la vida.

Termina hoy diciéndonos Jesús: Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos’. Es nuestra tarea y nuestro compromiso. Muchos a nuestro alrededor se pueden dejar engañar por esas luces parpadeantes que apartan del verdadero camino, pero ahí tenemos que estar nosotros para señalar desde el testimonio de nuestra vida que se convierte en luz para enseñar el camino que nos lleva a la verdadera luz, que nos lleva a Jesús.


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