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jueves, 9 de marzo de 2023

No nos quedemos en lo malo que pudimos hacer y no hicimos, sino seamos capaces de darnos cuenta de lo bueno que pudimos hacer pero que tampoco hicimos

 


No nos quedemos en lo malo que pudimos hacer y no hicimos, sino seamos capaces de darnos cuenta de lo bueno que pudimos hacer pero que tampoco hicimos

Jeremías 17, 5-10; Sal 1; Lucas 16, 19-31

La tierra no se cultiva para sí misma, sino para tener las condiciones optimas para que nos produzca los mejores frutos. Así podríamos decir la vida del hombre, la vida de toda persona, quien solo piensa en si mismo, porque todo lo que hace es solo para si sin mirar en su entorno, terminará siendo una tierra inhóspita e inhabitable; pasará de poder ser un hermoso jardín florido donde recrearse, o un huerto que nos produzca los mejores frutos a poco menos que un desierto árido y reseco junto al cual nadie con pleno sentido de la vida querrá habitar.

Es la imagen que se me ocurre pensar tras la escucha de la parábola que hoy nos ofrece Jesús en el evangelio. Un hombre que solo era para sí, para su placer y para su disfrute. Se nos habla de un hombre rico y opulento que solo pensaba vivir entre placeres y banquetes cada día, disfrutando solo para si. Tan cerrado en si mismo que no se da cuenta ni de quien tiene a su puerta.

Un hombre que solo por pensar en si mismo pierde hasta el temor del Señor, ha prescindido de Dios en su vida, porque ha querido convertirse en dios de si mismo; su corazón se ha resecado de tal manera que no tiene sensibilidad para lo que pasa a su lado. Allí hay un pobre hombre que nada tiene ni para comer, y que solo es consolado por los perros que le lamen sus llagas.

Ya conocemos todo el desarrollo de la parábola porque muchas veces la hemos meditado. Pero pienso que en este momento es necesario detenernos en la postura y en la manera de vivir de este hombre que solo vive para sí. Hasta la presencia de Dios la ha anulado de su vida, ha prescindido de todo porque solo piensa en su disfrute personal. No nos habla la parábola de que sea un mal hombre que realice actos nefandos, solo se refiere a que no hacía nada, porque había perdido toda sensibilidad en su corazón.

Yo no mato ni robo, dicen algunos y ya piensan que con solo eso son buenos, lo tienen todo bien hecho. Pero la tierra es para algo más que para tenerla vacía de algo que nos pueda producir buenos frutos aunque nos parezca bonita así como está. Pero es una tierra árida y estéril. así es la vida de quien no es capaz de dar ese paso más allá, de no quedarnos simplemente en lo malo que pudimos hacer y no hicimos, sino que tenemos que ser capaces de darnos cuenta de lo bueno que pudimos hacer pero que tampoco hicimos. ¿Dónde están los frutos de nuestra vida?

No basta decir yo soy bueno si solo piensas en ti mismo. Claro que pensando solo en ti mismo querrás disfrutar, querrá pasarlo bien, querrás aprovecharte de eso que dices que tienes para llenar tu vida de bienestar y de placeres. Pero ¿no has pensado que eso que tienes no es solo para ti sino que es la riqueza de este mundo que cuando Dios realizó la creación puso en las manos del hombre para que continuara con esa hermosa tarea de seguir haciendo la obra de la creación? Lo que tienes no es solo para ti, la tierra no se cultiva para si mismo sino para ofrecer sus frutos a los demás.

Algunas veces solemos decir que pensamos bien pero tarde. Nos damos cuenta tarde quizá del efecto de lo que hacemos con la vida. Como aquel rico epulón que cuando murió y estaba en el abismo pensó que su vida tenía que haber sido distinta pero que ahora no tenía remedio y ahora quería que sus hermanos con apariciones milagrosas recapacitaran para cambiar. ‘Tienen la ley y los profetas’, le dice la voz profética.

Tenemos la Palabra de Dios junto a nosotros que de mil maneras puede llegar a nuestra vida. Tenemos que escucharla, tenemos que escuchar a Jesús para que no nos convirtamos en tierra inhóspita y estéril sino que demos los verdaderos frutos, que también puedan llenar de vida a los demás. Es la llamada que en este camino cuaresmal escuchamos. Que así también nuestra vida sea bella para los demás, por nuestra sensibilidad y todo lo que somos capaces de compartir.

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