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jueves, 19 de enero de 2023

Tenemos que ser voz, signo, testimonio en medio del mundo de que es posible la salvación, que podemos soñar en algo nuevo y distinto, que tenemos que ir hasta Jesús

 


Tenemos que ser voz, signo, testimonio en medio del mundo de que es posible la salvación, que podemos soñar en algo nuevo y distinto, que tenemos que ir hasta Jesús

Hebreos 7,25–8,6; Sal 39; Marcos 3,7-12

‘Los discípulos le tenían preparada una barca no los fuera a estrujar el gentío’. Es lo que suele pasar en las aglomeraciones multitudinarias. Son incluso noticias que escuchamos con demasiada frecuencia y hoy se encargan los organizadores, o protección civil o a quien le corresponde prever todo lo que pueda suceder, las gentes que en determinado momento y lugar se pueden congregar para establecer sus protocolos de actuación. Más de una vez nos habremos visto desbordados en alguna procesión sin asistencia de autoridades que ayuden a mantener el orden y surgen esas personas voluntarias que se encargan de todo para que todo salga bien. Algo así estaban haciendo aquellos primeros discípulos que seguían a Jesús.

Estamos aun en los primeros capítulos del evangelio de Marcos y ya vemos cómo la fama de Jesús se va extendiendo por todas partes y nos habla hoy el evangelista de gentes venidas de todas las regiones de Palestina para escuchar a Jesús. Y como oían hablar de las curaciones que hacía, aunque no habían terminado de entender el sentido de signo que tales milagros tenían de lo que había de ser el Reino de Dios, le traían toda clase de enfermos y venidos también de todas partes. Como había curado a muchos, todos los que sufrían de algo se le echaban encima para tocarlo’. Justo que los discípulos tuvieran preparada una barca. Otro evangelista nos dirá más en concreto que desde la barca enseñaba a la multitud reunida en la playa en torno a El.

Son la gente sencilla y humilde los que le siguen. Están hambrientas de Dios, deseosos de poner esperanza en el corazón y una palabra de vida que escucharan sabían acogerla con prontitud en el corazón. Por eso les vemos acudir de todas partes. En Jesús se despertaban sus esperanzas y se sentían saciados en el espíritu, en sus corazones. Algo nuevo estaba sucediendo. Palpitaban de una manera nueva sus corazones.

Es el deseo de Dios que tiene que despertarse en nuestros corazones. Muchas veces andamos como adormecidos. Los problemas nos abruman, la desesperanza ronda por doquier, una frialdad nueva va envolviéndolo todo, los sentimientos religiosos más elementales se apagan, nos domina el materialismo que nos hace pensar que en la posesión de las cosas tenemos toda la felicidad, se nos promete un bienestar que no acaba de llegar, y buscamos de la manera que sea disfrutar de todo en una sensualidad demasiado explosiva.

¿Cuáles son los derroteros de la vida? ¿Cuál es el camino que está escogiendo nuestro mundo? Hemos descolgado de la vida esos valores espirituales que nos elevarían y darían una nueva trascendencia a nuestra existencia, vivimos en el ahora, en el hoy, en el disfrute de lo primero que se nos presente, pero no nos terminamos de saciar mientras contemplamos como otros se sienten hartos de la vida y no saben qué hacer. Hay mucha enfermedad de muerte en el mundo que nos rodea pero ya la gente no acude a Jesús, como vemos hoy en el evangelio. ¿Qué podemos hacer?

Y en medio estamos nosotros, que aun decimos que creemos en Jesús y buscamos de alguna manera cómo escucharle. No podemos perder esa luz que se enciende en nuestro corazón cuando escuchamos de verdad la Palabra del Evangelio. Tenemos que despertar nosotros para que no nos envuelvan esas turbulencias de la vida, y tenemos que ser grito que despierte a cuando hay a nuestro alrededor.

Tenemos que ser esa voz, ese signo, ese testimonio en medio del mundo de que es posible la salvación, que podemos soñar en algo nuevo y distinto, que podemos elevar nuestro espíritu, que en Jesús podemos encontrar esa luz y tenemos que llevar de la mano a los que están a nuestro lado para que se acerquen a Jesús. No nos podemos cruzar de brazos, no nos podemos quedar en una actitud pasiva, tenemos que salir también a los caminos con Jesús para darlo a conocer a nuestro mundo.

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